Irving Gatell/ Kristallnacht, palestinos y posmodernos

View of a destroyed Jewish shop in Berlin on Nov. 11, 1938, after the anti-Semitic violence of Kristallnacht. The pogrom unleashed Nazi-coordinated attacks on thousands of synagogues and Jewish businesses.

Enlace Judío – Se cumple un aniversario más de la Kristallnacht, también conocida como la Noche de los Cristales Rotos, el episodio con el que se puede considerar que comenzó el Holocausto. Y los defensores de la causa palestina no se tardaron en demostrar que, si por ellos fuera, habría otro pogromo de esa naturaleza, y otra masacre y exterminio de judíos.

El martes, la London School of Economics and Political Science tenía programada una conferencia con la participación de Tzipi Hotovely, embajadora de Israel en el Reino Unido. El evento se suspendió y Hotovely tuvo que ser evacuada por la policía en medio de un fuerte operativo de seguridad, tras ser atacada por activistas propalestinos ofendidos por su presencia en la Universidad.

Justo en el aniversario de la Kristallnacht, el oprobioso episodio con el que comenzó el Holocausto, cuando en casi todas las ciudades de Alemania las turbas azuzadas por el nazismo se dedicaron a destruir propiedades judías (sobre todo, negocios y sinagogas).

No debe extrañarnos la intolerancia palestina o propalestina. Está en la naturaleza de la causa palestina, el único proyecto que hay en el mundo cuyo objetivo es la creación de un Estado nacional basado en el racismo y en la judeofobia, con el beneplácito de los políticos, activistas e intelectuales de izquierda, o de la mentalidad dañada por la influencia de la filosofía posmoderna.

El asunto llega a niveles delirantes, ya que el pueblo judío se ha convertido —para estos activistas descontrolados— en el único que nunca tiene derecho a expresar su voz, su opinión. Sistemáticamente, los conferencistas judíos —científicos, sociólogos, filósofos, historiadores— son acosados para que ninguna institución les dé un foro, un espacio, una palestra desde donde escribir, dictar una conferencia, dar una charla. Todo el tiempo hay una persecución contra los artistas israelíes para que no se presenten en ningún lugar del mundo, o contra los artistas de fama internacional para que no se presenten en Israel.

Es increíble el modo tan vulgar y nauseabundo en el que tanta gente no se da cuenta que esto solo es la réplica intacta, íntegra, del viejo antisemitismo que no tolera que el pueblo judío pueda tener algo, decir algo. En la lógica de esta gente enferma, al judío hay que callarlo, someterlo, porque el único judío bueno, es el que se pone en contra de los demás judíos (y, lamentablemente, nunca falta el despistado o tonto que lo hace).

El pretexto es tan deleznable como torpe: “es que hay que combatir la ocupación israelí”.

Eso es absolutamente falso. Si se tratara de realmente defender los pretendidos derechos de los palestinos, ese activismo hace mucho que también estaría centrado en atacar a Siria desde todos los frentes posibles (cultural, político, económico, académico, etc.), porque las últimas grandes masacres de palestinos fueron cometidas por el régimen de Bashar el Assad en el marco de la guerra civil en ese país. Pero contra ellos no hay nada, por supuesto.

Si el interés fuera el pueblo palestino, desde hace mucho que esos grupos estarían organizando mítines, marchas, boicots y protestas contra Hamás y la Autoridad Palestina, 2 regímenes autoritarios que mantienen a la población palestina bajo el terror, la opresión y la pobreza, y cuyos jerarcas viven en la opulencia gracias a la corrupción endémica de sus estructuras políticas. Pero ahí no hay ninguna queja, ninguna protesta, ninguna opinión.

Porque no se trata de defender a los palestinos. Nunca se ha tratado de eso, y la experiencia de los últimos 40 años lo demuestra. Las injusticias sufridas por este pueblo a manos de los demás países árabes o de sus propios líderes jamás llamaron la atención de estos activistas tan comprometidos con fastidiar a Israel siempre que fuese posible.

Y es que, repito, el asunto nunca fue realmente la causa palestina, sino la causa anti-israelí. Judeofobia, en una palabra.

El razonamiento —tan posmoderno de principio a fin— es rudimentario y banal: “hay que estar con la resistencia”. Es la consigna de toda una generación influenciada por la filosofía posestructuralista francesa, luego convertida en posmodernismo, que ve en el mundo occidental, liberal, democrático y “blanco” el único enemigo contra el que hay que luchar.

Europa se convirtió en el modelo de lo perverso, y la tonta lucha por “decolonizar” al planeta se convirtió en una guerra sin sentido contra la civilización occidental. En este delirio disfrazado de filosofía y de compromiso ético y social, se tergiversaron todos los valores que nos había costado siglos construir o entender, y se cayó en la vulgar obsesión por tener venganza y revancha.

Porque de eso se trata todo este asunto.

En la lógica retorcida de esta gente, como Europa fue la principal potencia colonialista entre los siglos XVI y XX, ellos siempre deben ser vistos como los victimarios, y todos los demás como las víctimas. Luego entonces, la violencia contra occidente está justificada. Siempre. Porque ni siquiera se le debe llamar “violencia”, y es que la violencia es algo que está determinado por las relaciones de poder. Entonces, violentos sólo han sido ellos, los europeos, los blancos, porque ellos tenían el poder. Toda agresión, ataque, violencia, atentado, que venga de las “víctimas” y vaya hacia la cultura occidental, es “resistencia”, y es un gesto heroico que debe ser defendido y promovido.

Fíjate hasta que nivel de estulticia se llega: no importa que estas acciones estén promovidas por grupos literalmente fascistas, extremistas, brutales, machistas, misóginos y opresivos como al Qaeda, el Estado Islámico, los Talibanes, Hamás o Fatah. Si son anti-occidentales, se justifica la violencia que ellos ejercen contra sus propios pueblos, y en los casos más extremos su bestialidad será justificada bajo el argumento igualmente bestial de que son “usos y costumbres de culturas no europeas, y deben ser respetadas bajo la bandera del multiculturalismo”.

¿Has oído eso de que no existe el racismo inverso? Es el pretexto bajo el cual se esconde el racismo de los que quieren venderse como víctimas. Que ellos no pueden ser racistas, dicen, porque el racismo es una dinámica de poder. Luego entonces, sólo el blanco puede ser racista.

Es tan grotesca su ideología, que para poder justificar su racismo, cambiaron la definición de racismo, y se construyeron una a modo para que solo “el otro” (el europeo o el blanco) pueda quedar en esa definición. Luego, sienten que ya se pueden dar el lujo de ser profundamente racistas y xenófobos, porque sienten que tienen una justificación histórica que, en realidad, sólo es un planteamiento filosófico que no vale tres centavos.

¿Quieres una demostración total de lo racistas que son? Ahí está el caso del pueblo judío.

Es extraño, porque si un pueblo mereciera ser visto como víctima de la civilización europea, es el judío. Durante siglos, desde los inicios de la Edad Media hasta el Holocausto, el pueblo judío fue el más perseguido, acosado y marginado de todos. Toda la tragedia judía durante más de 1,500 años se debió a los prejuicios racistas de la sociedad europea.

Y, sin embargo, al pueblo judío no se le concede un lugar entre las “víctimas” de Europa. Al contrario: bajo el tonto pretexto —sin fundamento histórico— de que Israel es un proyecto colonialista europeo, el pueblo judío es visto como parte de la civilización europea, blanca y racista, que debe ser no solo combatida, sino también destruida.

Por eso “ofende” la presencia de una embajadora israelí en una universidad, porque estos propalestinos posmodernos y de izquierda nunca van a estar dispuestos al debate, a la confrontación de ideas (y es que saben que siempre van a perder; lo he corroborado en todas las ocasiones en las que he debatido y destrozado los puntos de vista de estos activistas de pacotilla). Por eso solo les queda la opción de la violencia.

Atacar, censurar, prohibir, agredir. Total, ellos se regodean y sienten que lo suyo no es violencia, no es racismo, no es agresión, porque ellos son las víctimas históricas. Han construido un discurso en el que su propia violencia queda justificada e incluso es recomendable y necesaria.

Si por ellos fuera, habría otra Kristallnacht, otro pogromo, otro Holocausto.

Son racistas, ignorantes, xenófobos, violentos e intolerantes.

Hay que decirlo siempre con todas sus letras. La única posibilidad de que logren imponer su discurso de odio, es que nosotros nos quedemos callados.

Y no lo vamos a hacer.

 


Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío.

Irving Gatell: Nace en 1970 en la Ciudad de México y realiza estudios profesionales en Música y Teología. Como músico se ha desempeñado principalmente como profesor, conferencista y arreglista. Su labor docente la ha desarrollado para el Instituto Nacional de Bellas Artes (profesor de Contrapunto e Historia de la Música), y como conferencista se ha presentado en el Palacio de Bellas Artes (salas Manuel M. Ponce y Adamo Boari), Sala Silvestre Revueltas (Conjunto Cultural Ollin Yolliztli), Sala Nezahualcóyotl (UNAM), Centro Nacional de las Artes (Sala Blas Galindo), así como para diversas instituciones privadas en espacios como el Salón Constelaciones del Hotel Nikko, o la Hacienda de los Morales. Sus arreglos sinfónicos y sinfónico-corales se han interpretado en el Palacio de Bellas Artes (Sala Principal), Sala Nezahualcóyotl, Sala Ollin Yolliztli, Sala Blas Galindo (Centro Nacional de las Artes), Aula Magna (idem). Actualmente imparte charlas didácticas para la Orquesta Sinfónica Nacional antes de los conciertos dominicales en el Palacio de Bellas Artes, y es pianista titular de la Comunidad Bet El de México, sinagoga perteneciente al Movimiento Masortí (Conservador). Ha dictado charlas, talleres y seminarios sobre Historia de la Religión en el Instituto Cultural México Israel y la Sinagoga Histórica Justo Sierra. Desde 2012 colabora con la Agencia de Noticias Enlace Judío México, y se ha posicionado como uno de los articulistas de mayor alcance, especialmente por su tratamiento de temas de alto interés relacionados con la Biblia y la Historia del pueblo judío. Actualmente está preparando su incursión en el mundo de la literatura, que será con una colección de cuentos.