El instante que lo cambia todo. Silvia Cherem presenta su libro en la FIL 2021

Enlace Judío México e Israel – “Nunca supimos que el mundo se iba a paralizar, que íbamos a tener este confinamiento y que íbamos a entender la fragilidad de la vida; justo a eso es a lo que nos ha condenado el Covid-19; con sus virtudes y su tragedia es lo que nos permite ser más empáticos y conectarnos con ese tipo de historias”, así respondió Silvia Cherem sobre las motivaciones para escribir Ese Instante, una antología de crónicas que según los editores está rompiendo récords de ventas.

El título fue presentado por la periodista Carmen Aristegui, y por parte de la casa editora, David García Escamilla, director editorial de la división comercial, infantil y juvenil, de Penguin Random House. En el marco de la FIL 2021 de Guadalajara, la autora Silvia Cherem, también periodista, respondió preguntas de sus presentadores.

El representante editorial apunta que “Ese Instante, es un libro de crónicas en una modalidad que a mí me gusta llamar ‘la crónica Cherem’, porque es un estilo en que uno puede sentir y respirar desde el lugar del lector, como si fuera el protagonista de ‘Ese Instante’ que nos quiebra la vida y nos cambia para siempre”.

Es un libro – interviene Carmen Aristegui- “que ha logrado tocar fibras… Es universal por la manera de Silvia de abordar estas historias, esos puntos de quiebre que cambian la biografía de los protagonistas”.
Las páginas del libro de Silvia Cherem incluyen seis crónicas de personas en situaciones extremas, en las que cayeron por azares de destino. Hablan en esas páginas una sobreviviente del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York; otra sobreviviente de un Tsunami; otro más de un accidente automovilístico; una mujer contagiada de sida; otra víctima de un secuestro en el Caribe mexicano; y otro afectado ferozmente por el Covid-19. Todos, víctimas directas o sus familiares, con el común denominador de ser sobrevivientes.

Un trabajo excepcional

Estamos junto a un libro –expresa Aristegui- que habla del trabajo de una excepcional periodista. “El lector y la lectora pueden adentrarse en este conjunto de experiencias que si bien son diversas tienen hilos conductores que hablan de la humanidad, de las personas, de lo que estamos hechos, de nuestro corazón, del deseo de vivir y luchar…Eso es lo que tiene este magnífico libro, un libro que se come, que se lee muy rápido por cada una de las historias y que está vendiéndose como pan caliente”.

En respuesta a Aristegui, sobre cómo se le ocurrió ese exitoso libro, Silvia Cherem cuenta que en su espacio que tenía en el periódico Reforma publicaba crónicas extensas, pero un día por cuestiones comerciales le pidieron reducir sus textos –de 50 mil caracteres a cinco mil- y fue así que para no afectar la esencia de sus relatos decidió convertirlos en libros.

“Entonces se me ocurrió, en el año del tsunami, saber qué le pasó a esa chica, Karen, que estuvo allá… Yo no la conocía…y empecé a buscarla con su psicóloga… Dijo que sí”.

Busqué a David –el editor- y le dije: “Tengo como 20 crónicas que quiero hacer; no sabía ni cuántas cabían en el libro…Tuvo confianza y dijo: -Adelante-. Y así surgió el libro, pero yo quería contar las historias desde mi óptica, lo que yo veía, no como sus protagonistas lo veían”.

Un comienzo difícil

Silvia Cherem cuenta que le preocupaba cómo iba a lanzar el libro, por el confinamiento, quizás con poca gente…“Pero antes de que yo pudiera inventar cómo hacerlo, el libro se echó a correr y va por la vida solo, abriendo puertas. Me invitan a clubes de lectura y ahí se convierte en catarsis colectiva, donde todo mundo alude a ese instante que le cambió la vida”.

En otra intervención, Aristegui pidió a Cherem hablar de sus vivencias en los clubes de lectura y si tiene a la vista más libros: “David me pidió que sigamos la saga, otro libro; la gente me dice: ‘¿Cómo aguantas escribiendo esto?’…Yo respondo que lo dosifiqué, poniendo perspectiva de artistas, escritores; nunca viví el drama completito; ahora me voy a enfocar en historias diferentes, no quiero nada que se parezca a lo que ya abordamos”.

La cronista de Ese Instante cuenta que iniciarse en la materia no le fue fácil, aunque llevaba en el alma su destino. Fue periodista, desde que era casi niña. Un día, recién casada, tenía 21 años, fue con su esposo a un bar travesti, y ahí sintió ese impulso que motiva a todo periodista. “Le dije a mi esposo: yo no me muevo de aquí hasta que este muchacho o esa mujer me cuente su vida. Yo no publicaba en ningún lado, entonces…Pues nos dieron las cinco de la mañana… Era venezolano… Me contó toda su vida…Ojalá hubiera sido yo lo que soy ahora, y esa historia estaría en el próximo libro”.

Sucedió -prosigue Cherem- que a las cinco de la mañana, sin que tenga relación con lo que acababa de decir, se le acercó una mujer para contarle una historia, desde otra óptica, la de una mujer que vivió muchos años con alguien que le confesó que tenía intenciones de operarse…pero que nunca se lo dijo… “Entonces quiero contar la dualidad de quien vive esa circunstancia y lo que implica la mentira”.

Un fenómeno de autoayuda

El editor apunta que Ese instante fue concebido como un libro de crónicas, pero muchos lectores se han acercado desde el punto de vista de la autoayuda, porque se identifican: “Esta crónica me ayuda a darle la vuelta, si sobrevivo cómo le hago para seguir adelante…”

David le pide a Silvia que hable un poco de ese proceso, la forma en que ella narra esos instantes de los protagonistas… “No es una crónica muy cálida, coquetea como si uno estuviera viendo una serie de tv o en el cine…”

La cronista responde que le costó mucho trabajo aprender a escribir, ni siquiera sabía que tenía esa mirada para conectarse de manera tan comprometida, tan apasionada con los protagonistas de sus historias: “Lo difícil es cómo te lo cuento, para tratar de hacerlo entendible, lo otro se da por sí solo… Hay un trabajo de reportaje, para tener la mirada desde otros ángulos, una mirada más cabal, y a partir de lo cual escribir la historia”.

Un dato revelador es que los editores no tenían claro ante lo que estaban, porque tuvieron que hacer diez portadas para Ese Instante. A Silvia no le gustaban porque todas parecían libros de autoayuda. “Es un libro de crónicas, yo les decía, no nos confundamos, no son florecitas, no son fuegos artificiales, no va por ahí… Es un quiebre en la vida…y oh, sorpresa, resulta que la autoayuda llega de otra manera”.

Algo está pasando, admite Silvia: “Un libro que es de crónicas periodísticas se convierte en un libro de auto ayuda. La gente que no lee nada me busca para decir: ‘Lo agarro y no lo suelto’…Diario tengo comentarios largos de gente que me dice eso, cómo este libro les ha ayudado a seguir adelante”.

Es realmente muy enriquecedor y genera mucho entusiasmo –agrega la autora- ver que de boca en boca el libro se sigue moviendo y sigue cimbrando conciencias: “Nadie sabe qué tan fuerte es hasta que entiende que ser fuerte es la única opción que tienes en la vida para seguir adelante”.

Un elemento articulador en las historias de Ese instante es que todos los protagonistas tienen amigos, familia y “redes de contención” para entender qué vale la pena, para seguir luchando por algo, para emprender y seguir adelante con pasión.

“En los distinto lugares a donde voy, les digo: cuiden a su familia y amigos, lo que vale la pena, porque es eso lo que ayudó a esas personas”.

La fuerza de la sinceridad

No todas las historias interesantes le atraen a la escritora. Agradece a quienes se le acercan con la intención de narrarle sucesos llamativos, pero no todos la atrapan. “Ayer me dijo alguien: ‘Te quiero acercar una historia fantástica’ -pero le advirtió-: ‘fíjate que engañó a su aseguradora, porque si no, no le pagan’”.

“No la quiero contar”, interrumpió Silvia, y explicó sus motivos: –Mira, si no puedo ver a los ojos a esa persona y sabiendo lo que hay detrás, no me interesa contar todo lo que ha hecho para salir adelante…

“Es la sinceridad, la conciencia, la fuerza y la pasión lo que hace que estos sobrevivientes nos sirvan como figuras tutelares para que nosotros también podamos salir adelante”.

Dudas existenciales

David le pregunta a Silvia si en su proceso de entrevista llega sentir cariño por sus protagonistas, si encuentra un hilo conductor en todos esos sobrevivientes. “Carmen lo dijo, que hay un hilo conductor, y yo lo he ido descubriendo a medida que estoy con lectores: y es mi propia visión de la vida. Yo desde que era muy chavita me preguntaba qué demonios hacemos aquí, por qué nos tocó nacer y tener oportunidades, educación…”

Continúa diciendo al respecto que cuando ella salía a la calle, veía a un niño y lo veía descalzo y ella sí tenía zapatos…Pensaba ella por qué tuvo oportunidad de tener cobijo, techo, pero otros no….y le surgían dudas sobre la existencia de Dios, de esa figura que hace al mundo y mueve los hilos de la vida.

“Yo discutía mucho con mi papá -añade Silvia- que me decía que existe el destino… Yo le respondía: -Si todo ya está hecho, qué sentido tiene que estemos aquí, pues que se ahorre el tiempo y no nos entretenga-.

“Llegué a la conclusión – continúa la escritora- de que sí existe gente moviendo los hilos de la vida, porque es lo que parece con cada uno de esos casos… porque a mí, que alguien me diga, ¿es coincidencia de estar en esos lugares donde a lo mejor solo iban a estar un minuto de su vida?… Yo me pregunto: ¿habrá estado determinado, alguien movió los hilos?”

¿Y cuál es la responsabilidad de uno?, se pregunta Cherem: “Ahí es donde yo me quiero enganchar…y donde me engancho con estas historias: cada uno de ellos asumió lo que le pasó, y que tiene que salir, reinventarse, poner el corazón por delante…jugarse la piel, para salir de aquello, ser mejor persona.

El poder transformador de una tragedia

Es en ese punto de las historias que se le cruzan o que busca, donde ella se queda enganchada, el ver cómo a partir de la tragedia, a partir del punto crucial que cada quien tuvo que vivir se convierte en mejor persona.

“Lo que me dicen los lectores es que la palabra que surge después de leer el libro, es gratitud, lo mucho que uno tiene que agradecer”.

Pregunta Aristegui a Silvia por qué todas sus historias tienen algo como un final feliz, qué pasa con las de quienes no pudieron superar sus retos, “pero son parte de esa humanidad, en esa perspectiva…”

La autora de Ese instante es clara en su posición: los protagonistas de esas pesadumbres no se vuelven figuras que la motiven, no se conecta con quien claudica. “Me gusta la gente fuerte, que ve la esperanza y no la olvida, como dijo Octavio Paz, quien ve la esperanza, la busca bajo todos los cielos y sueña que la va a encontrar y se esfuerza para ver donde está, para tratar de ser a partir de lo que le pase, otro hombre y otra mujer…Es lo que me pasa y me mueve a admirar a la persona”.

Interviene el editor, con el reloj en la mente, y decide terminar la presentación, leyendo un párrafo del libro, que está en los agradecimientos que hace Silvia: “Hoy, cuando la vida está en pausa, hoy que nos mantenemos en vilo constreñidos a una hibernación forzada; hoy, cuando cada uno de nosotros tendremos que sacar nuestra mejor versión, primero para sobrevivir, luego para reinventarnos como humanidad, aventuro a que los protagonistas de Ese instante, serán nuestro asidero.”

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío

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