Alejandro Mellincovsky / Will Smith, Israel, Chris Rock y Hamás

Enlace Judío México e Israel – Cuando ponemos el foco y todas nuestras energías en condenar una reacción, a sabiendas de cuál fue la acción y sin haber hecho nada, estamos avalándola con complicidad tácita, por acción u omisión. Esto es lo que sucedió en la entrega de los premios Oscar, cuando desde el estrado se ejerció violencia institucional, primero enunciada y luego ejecutada. El autor de ese ataque fue Chris Rock, convocado por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos en Hollywood, que aprobó lo que iba a decir, tal como lo acredita Axel Kuschevatzky, los periodistas acreditados tenían acceso al guión y sabían lo que iba a decir Rock, reportó visavis.

Llegó el momento, dijo que lo que estaba escrito, que era lisa y llanamente bullying, una burla contra la esposa de Will Smith por su padecimiento, por su alopecia.

Ahí Will reaccionó. Se levantó y le dió un cachetazo.

¿Fue simpático lo que hizo Smith? No.

¿Hizo lo que tenía que hacer?

Para responder a esta pregunta tenemos que saber antes a quién se debe. Él se debe a su familia, a Jada, su esposa, y a sus hijos. Y es por eso que no pudo permitir que se burlen libremente de la patología de su pareja, ni que ella quede expuesta ni que sus hijos vean como hablan de su madre. Hizo, lo que pudo, y no fue premeditado a diferencia de la ofensa, que fue planificada, aprobada y ejecutada.

Si Will Smith no le pegaba a Chris Rock, su chiste, que en realidad fue una humillación, pasaba desapercibido para todo el mundo, menos para Jada Pinkett, Will y su familia. Ahora todo el mundo sabe que no tiene que meterse con las desgracias físicas de los demás.

Will Smith cumplió con las personas para las que se debe.

El caso de Smith en los Oscar, no fue el único en el que se omite la sucesión de los hechos y el mundo le da luz verde a la agresión (acción) y salta solo para condenar la reacción, no por la reacción en sí, sino para apuntar al que reacciona.

Organización terrorista palestina Hamás

Lamentablemente ya son cíclicos los ataques de la organización terrorista palestina Hamás al Estado de Israel, y si bien no tienen relación directa con el hecho de Rock y Smith, su matriz rectora es exactamente la misma.

Hamás desde la franja de Gaza ejerce violencia institucional, primero enunciada y luego ejecutada. Primero la escribió y la publicó en su Carta Fundacional, pregonando el exterminio del Estado de Israel. Luego la ejecutó al atacar deliberadamente a poblaciones civiles israelíes.

¿Qué hace Israel entonces? Ataca a los sitios donde se originan los lanzamientos.

¿Esos sitios son aislados? No, ya que Hamás utiliza escudos humanos, niños, ancianos, mujeres, se esconde en hospitales, orfanatos y por eso es responsable de las muertes, independientemente de quién haga el contraataque.

¿Es simpático lo que hace Israel? No.

¿Israel hace lo que tiene que hacer? Para responder a esta pregunta nuevamente tenemos que saber antes a quién se debe. El Estado de Israel se debe a todos sus ciudadanos y tiene la obligación de proteger su integridad y darle seguridad para que pueda continuar la rutina diaria.

Y es por eso que no pudo permitir que ataquen a la gente, que pongan en peligro sus vidas, que los chicos dejen de ir a las escuelas y los adultos no puedan trabajar.

Ahora todo el mundo sabe que no tiene que meterse con Israel

Israel hace lo necesario como reacción para proteger a su gente, pero la agresión por parte de Hamás sí fue planificada, aprobada y ejecutada, al igual que la de Rock.

Si Israel no se defiende y neutraliza los disparos, el ataque del grupo terrorista palestino, pasa desapercibido para todo el mundo, menos para las numerosas familias que están bajo el ataque de cohetes y misiles, refugiándose, corriendo riesgo sus vidas. Ahora todo el mundo sabe que no tiene que meterse con Israel, porque desde 1948 ya no es gratis matar judíos.

A pesar que el periodismo es el único género literario que se da el lujo de contar una historia sin principio y sin final, aunque no respetan la sucesión de los hechos y solo alumbren a la reacción, la agresión previa existe.

Y ante todo, uno tiene que cumplir con los de uno, porque si solo quiere parecer, va a dejar de ser. Tal como decía Golda Meir, «prefiero el repudio de todo el mundo y no sus condolencias».

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