El tránsito de los siglos XVIII al XIX marca un giro trascendental en la historia de la humanidad. Es el punto de inflexión en el que la civilización occidental se consolidó de ese modo al que llamamos “modernidad”.
En ese proceso, la Revolución Francesa juega un papel decisivo, no tanto por sus resultados inmediatos —que no fueron los deseados por ningún revolucionario—, pero sí por lo que representa. Sin duda, es el momento emblemático de los grandes movimientos libertarios de aquellas épocas.
Por supuesto, todos esos cambios tuvieron un impacto en la vida de los judíos europeos. Irving Gatell nos explica cómo se gestó esta transformación social, política y económica, y de qué modo se vieron afectadas —a veces para bien, a veces para mal— las comunidades judías.
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