Elías Farache / Solidaridad desvanecida

Albert Einstein decía que, si se trataba de resolver un problema aplicando siempre un mismo procedimiento y el problema no se resolvía, entonces el procedimiento es lo que no sirve. No por repetirlo funcionará. Estos últimos días, con decepción, pero sin sorpresa, hemos sido testigos de la presentación de una fallida fórmula para solucionar el largo y sangriento conflicto entre Israel y los palestinos.

La propuesta de dos Estados para dos pueblos luce lógica y sensata. Es la propuesta original de las Naciones Unidas de noviembre de 1947. El éxito de tal fórmula requiere que las partes la acepten, se reconozcan y estén en la disposición indeclinable de convivir en paz, sin ánimos de eliminarse uno al otro. Desde 1947 hasta el momento de escribir esta nota, los varios intentos de aplicar una solución de tal tipo han sido fracasos rotundos.

La negativa árabe de 1947 hasta 1967, las distintas iniciativas luego de la Guerra de los Seis Días, los Acuerdos de Oslo y dejemos de contar otros intentos, se han encontrado siempre con obstáculos. El verdadero problema ha sido, y sigue siendo, el no reconocimiento del derecho de los judíos a un Estado independiente.

Entre fracaso y fracaso, entre cambio de administraciones en los Estados Unidos y en Israel, con el pasar del tiempo, caen en el olvido algunas de las situaciones que ya ocurrieron. Antes del 7 de octubre de 2023, los Acuerdos de Abraham, la supuesta superioridad de Israel, la asumida pero inexistente disuasión en los grupos
radicales como Hamás y Hezbolá, hicieron que los acontecimientos de ese día tomaran por sorpresa a Israel, al mundo civilizado y a quienes pensaban en que el Medio Oriente se encaminaba a una paz necesaria para todos.

La solidaridad con Israel como parte agredida se hizo presente. No en el grado, intensidad y duración necesaria y merecida, pero sí existió. No había manera que no fuera así vista la brutalidad de la acción de Hamás. Israel, como víctima es tolerado. Las manifestaciones de dolor y de empatía se hicieron presentes y, por supuesto, se han ido desvaneciendo a medida que las acciones militares de la parte agredida tienen lugar y los daños colaterales, inevitables y provocados por quienes se refugian y esconden entre civiles, son explotados por una media cómplice de la campaña que se empeña en deslegitimar a Israel.

Lo anterior es harto sabido, y hasta se cansa uno de repetirlo. Ahora, el principal aliado de Israel ha optado por solicitar una solución de dos Estados. La misma fórmula que ha fracasado en varias oportunidades y que tiene su máxima expresión de fracaso en la Gaza de Hamás.

Gaza, desde 2006, es un Estado en todas las facetas de este. Igual que la Margen Occidental gobernada por la Autoridad Nacional Palestina. La diferencia, que en la Margen Occidental las FDI pueden y deben entrar a resolver temas de seguridad, evitar atentados, buscar a autores de estos. En Gaza, inexpugnable, Hamás tiene un
ejército, unas fuerzas militares en toda su dimensión. Ambos enclaves palestinos cuentan con aparato diplomático, armas, ministerios, parlamentos y poder ejecutivo sin elecciones. Cartas constitutivas que expresan sin tapujos sus
consideraciones respecto a Israel. Desde ambos enclaves, se planifican, ejecutan y celebran atentados contra Israel. Sus autores y sus familias son premiados con pensiones generosas. En las escuelas de ambos enclaves se enseña a odiar a Israel, en planes educativos que son del conocimiento público.

El 7 de octubre de 2023, se mostró la cara más horrible de aquellos palestinos que adversan a Israel. Asesinatos, violaciones, secuestros, crueldad filmada y cohetes sobre Israel. Los rehenes israelíes no cuentan con el respaldo del mundo para su liberación. Ni del mundo ni de las instituciones como la Cruz Roja o la ONU.

Nadie exige la rendición de Hamás como paso previo a cualquier solución. La Gaza independiente desde 2006, se convirtió en un poderoso Estado con redes de túneles a más de 20 metros de profundidad, cohetes para enviar a Israel sin restricción de número. Existen tres Estados, no dos. Uno judío, dos palestinos. Estos últimos no generan ninguna confianza a Israel. No en la teoría, no en la práctica. No antes ni después del 7 de octubre. ¿Cómo se le puede sugerir a Israel una fórmula probadamente suicida?

Nadie niega el drama de las poblaciones del Medio Oriente. No es justo ni práctico exigir a una de las partes asumir una responsabilidad de la cual no tiene el monopolio. Agradecidos de los Estados Unidos, de los gestos de Joe Biden y las visitas de Anthony Blinken, se percibe también una solidaridad desvaneciéndose.

Una solidaridad que sigue siendo siempre necesaria.

Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío

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