“Entre la piedra y la flor”, que relata la extraordinaria historia de Genie Milgrom, se proyecta en México

El 19 de marzo, gracias a la Fundación Hispanojudía (FHJ), el Festival Internacional de Cine Judío en México (FICJM) y el  Comité de Arte y Cultura Monte Sinaí, se proyectó en México el filme “Entre la piedra y la flor”, que relata la extraordinaria historia de Genie Milgrom.

El evento se realizó en el Centro Cultural Monte Sinaí, en presencia de Genie Milgrom, protagonista del filme.

También presentes estuvieron Jenny Shrem y Shula Serur de Shrem, directora y presidenta respectivamente de la FHJ   Fredel Zaed, directora del FICJM; Perla Dana y Mónica Daniel, presidentas de Arte y Cultura Monte Sinaí.

 

 

La piedra y la flor son las distintas maneras cómo judíos y católicos abordan las visitas al cementerio. Representa la dualidad de los conversos y el dolor de quienes llevan a cabo la búsqueda de su identidad, sin ser “de aquí ni de allá”, pues la fe en la que nacieron es “como ropa que no les acomoda”.

En el caso de Milgrom, todo inició con las extrañas costumbres culinarias de su abuela, que la exhortaba a separar parte de la masa y quemarla al hacer el pan, así como buscar rastros de sangre en el huevo antes de utilizarlo.

Como esta, fueron muchas las señales que guiaron a Milgrom hacia el judaísmo. A los 28 años, casada y con hijos, decidió darle un giro a su vida adoptando el judaísmo; y se lanzó a la búsqueda de sus raíces por línea materna. Encontró su línea judía con 22 abuelas y a antepasados quemados en la hoguera de la Inquisición.

En el camino, Milgrom hizo impresionantes descubrimientos: la mikve de una sinagoga en una casa remodelada; un idioma judío desconocido, el mirandés; y en una torre, los procesos de 220,000 personas acusadas de judaizantes… Lo anterior, recorriendo las calles de Europa donde, desde las piedras, la Inquisición mira pasar a los habitantes de pueblos pacíficos.

También encontró el amor de su vida. Ante una sala llena, Milgrom contó cómo conoció a Michael, un judío ortodoxo, con quien compartió la segunda parte de su vida.

Allí no se detuvo. Se prometió digitalizar los archivos de la Inquisición para que otros, con las mismas inquietudes, no tuvieran que realizar los periplos de esta mujer incansable.

Y hace poco, este prodigio de la naturaleza se entrevistó con el Papa Francisco para pedirle ayuda con sacar a la luz los archivos del Vaticano.

El hecho es que Genie Milgrom ha abierto una grieta hacia un mundo apasionante y desconocido: el de los criptojudíos. Y esta grieta se ensancha cada vez más para mostrar nombres, caras y peripecias de esta parte oculta de la fabulosa historia del pueblo judío.

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