MARÍA D. VALDERRAMA

“La educación contra lo que pensaba Kant, no protege de la barbarie… El pueblo más cultivado votó en un 80% a Hitler”.

Entrevista al Filósofo y autor del libro ‘La revolución transhumanista’.

P. ¿Transhuma qué?

El transhumanismo es un movimiento que aparece en EE.UU. hace ya más de 20 años, financiado a golpe de millones por las grandes empresas de Sillicon Valley y, en particular, por Google que creó en 2008 la Universidad de la Singuralidad y en 2013 una filial que se llama Calico, Californian life company, para intentar aumentar la longevidad humana y luchar contra la vejez y la muerte. Se trata de pasar de una medicina terapéutica a una de la mejora del ser humano. Al igual que mejoramos especies de animales o de harina, podemos mejorar la especie humana. Nunca hemos aumentado realmente la longevidad humana sino erradicado las muertes precoces que hace que nuestra media de vida sea más amplia que en 1900 pero seguimos muriendo en torno a los 100 años. El proyecto de Calico es llegar hasta 200, 300 años, puede que más. Gracias a la ingeniería genética, a la biocirugía, biotecnología, nanotecnología… será posible. Además, pretende crear un nuevo eugenismo, opuesto al del nazismo, para luchar contra la desigualdad natural, es decir, pasar del azar a la elección. Los transhumanistas creen que llegaremos a corregir cualquier anomalía genética notablemente gracias a la edición de genes, lo que hoy ya es relativamente barato.

P. ¿Hablamos de ciencia ficción?

No. Lo haremos. Es una cuestión de tiempo. Por tanto, es necesario anticipar las preguntas morales y políticas que supondrá. En EE.UU. y Alemania ya lo están haciendo, pero aún no en la vieja Europa.

P. ¿Por qué diría que Europa se mantiene en la nostalgia?

Porque somos viejos estados atacados por la globalización. Toda la innovación es americana: Google, Amazon, Facebook, Apple, la Tercera Revolución Industrial, la del big data, la nanotecnología, la inteligencia artificial… todo viene de EE.UU. Después de ellos están los chinos, israelíes y suizos pero nosotros sólo tenemos migas.

P. Usted acusa directamente a los políticos de una falta de valor e innovación. ¿Por qué?

Nuestros políticos no conocen nada de lo que le estoy contando. Nicolas Sarkozy descubrió la existencia de Le Bon Coin [popular página web de compra-venta de Francia] hace dos semanas. ¡Es alucinante! No saben nada ni de Ciencia ni de Economía. Si se toma de referencia a los grandes intelectuales franceses, aunque sean mis amigos, se trata de gente culta a la que respeto, pero no conocen nada de esto. He pasado cuatro años para escribir este libro tratando de comprender lo que pasa y me he dado cuenta que nuestros políticos, en Europa, están a la cola de la innovación.

En lo que a la población se refiere, habla de una “impotencia ciudadana” donde el mercado es mundial pero las políticas son locales.

Es el fondo del problema de la globalización. Nuestros líderes políticos y las políticas económicas se han quedado en lo nacional mientras el mercado es mundial. Los GAFA -acrónimo de Google, Apple, Facebook, Amazon- son mucho más potentes que los estados hoy. Defiendo que hay que hacer frente con urgencia a la regulación de economías colaborativas pero una regulación nacional no tiene sentido. Prohibir un servicio que está permitido en Berlín, Madrid o Londres no sirve. Es importante entender que estas empresas, esta economía no apunta a un fin del capitalismo, sino a una mercantilización del mundo donde cada uno pone en venta sus medios. Es un hipercapitalismo en el que la regulación será vital.

Los británicos acaban de votar su salida de la Unión Europea. Los nacionalismos se levantan cada día más fuertes contra Europa. ¿Qué hacer con la Unión Europea?

Creo que la crítica a Europa es justa pero la conclusión es errónea. Europa está lejos de la población, no es democrática, nadie entiende sus instituciones, no hay una armonización fiscal. La única solución es el federalismo. De lo contrario no tendremos la potencia para hacer frente a Daesh, a la guerra, a otras economías, ni siquiera a la inmigración en lo que estoy de acuerdo con la señora Merkel. Si fragmentamos Europa, vigilar las fronteras será mucho más difícil, exigirá más dinero y más efectivos. Hay que crear un parlamento de la zona euro, hay que crear una política de inversión en la innovación para compensar las políticas de austeridad contra las que se rebelan Tsipras, Podemos y los rebeldes de la izquierda en Francia. Hay que multiplicar Erasmus por 10. Hay mil cosas inteligentes que se pueden hacer: acercar los parlamentos nacionales a los europeos, todo en un sentido federal. Si nos alineamos con los antieuropeos estamos muertos. Para ser claros, la civilización europea desaparecerá si no construimos una Europa federal y hoy esto solo es posible a 12, no a 28. La ampliación ha sido la gran catástrofe de la Unión.

¿No cree en la inclusión de los países del Este?

No debíamos incluirlos, había que hacer dos Europas, dos círculos. Hay que hacerlos.

¿Y qué piensa de una posible entrada de Turquía?

Hubiera sido más inteligente meter a Turquía que a Polonia o Hungría. Para empezar porque no es un país árabe, es musulmán, pero es un puente entre occidente y el mundo árabe. Hemos enviado a Turquía hacia la islamización radical.

¿El transhumanismo es también “transpolítico”? Hay en él corrientes liberales, socialdemócratas…

Es un movimiento libertario: la idea de pasar de la autonomía al control de su destino gracias a la ciencia y la técnica. Todos los movimientos sociales han consistido en pasar de la heteronomía a la autonomía, de lo que nos gobierna del exterior hacia el interior.

¿Cree que puede servir para solucionar problemas geopolíticos?

Sí, pero hay peligros también. Habrá una competición entre los ejércitos y las familias. Imagine que en 30 años somos capaces de hacer un injerto electrónico en el ojo tan potente que le da una vista de águila. En el ejército formaremos escuadrones enteros con soldados que tengan esta vista porque necesitaremos francotiradores y aviadores. Después en las familias haremos lo mismo para no dejar a nuestros hijos en desventaja frente al de otros.

¿Cómo es la adaptación en otros lugares? ¿Qué pasa con Asia?

Chinos o coreanos no tienen el mismo sistema de representación moral que nosotros. Por ejemplo, Corea del Sur está implantando un enorme programa para aumentar la inteligencia. China no sigue en la época de la Revolución Industrial, ha hecho muchos progresos pero sigue siendo un país no democrático y sus valores no son los nuestros. En China la idea de manipular el genoma humano para hacer más inteligente la población no molesta a nadie, como lo haría a un cristiano en Europa o un cristiano secularizado educado en el cristianismo.

¿Hablamos entonces de valores cristianos o republicanos?

Son los mismos. ¿Qué son los derechos humanos sino la religión de los laicos? La igualdad a ojos de Dios se ha convertido en la igualdad ante la ley… Las religiones odian el transhumanismo porque prosperan sobre el miedo a la muerte. Este movimiento lucha contra la vejez y la muerte. No lo logrará pero podrá aumentar tanto la vida como para que las religiones se preocupen por el transhumanismo, por tanto diría que es una nueva religión laica.

¿Qué papel da a la educación como lucha contra el terrorismo?

No soy optimista. Lo que demostró el nazismo es que el pueblo más cultivado, con los filósofos más importantes del siglo XX, votó al 80% por Hitler a pesar de que Mi lucha ya había sido publicado y la barbarie antisemita se perfilaba. Bin Laden o los líderes de Daesh han sido gente muy culta que cuenta incluso con doctorados.La educación, contrariamente a lo que pensaba Kant o Victor Hugo, no protege de la barbarie. La corrupción de los mejores es la peor. Soy favorable al cierre de puntos de propaganda salafista, creo que hay que ser duros y que cuando estamos en guerra no hay que dejar salir a aquellos que han sido condenados por yihadismo. Vamos a tener Daesh durante 20 años. Atentados como el de Orlando o Bataclan se reproducirán en Francia, España o Italia, es inevitable. Cualquier imbécil puede coger una kalashnikov, entrar en un tren y masacrar cientos de inocentes. No hay nada más fácil en la vieja Europa, dulce y blanda.

¿Importa quién gobierne?

No. Lo que cambiará es que vamos hacia sociedades que se parecerán a Israel, muy democratizadas pero blindadas. En Israel todo el mundo protege a todo el mundo, verifica los paquetes en el suelo, está atento a todo el mundo y, por tanto, sí hay accidentes, atentados, pero no enormes. Un Bataclan sería inimaginable en Israel. Desafortunadamente nos veremos abocados a renunciar a ciertas libertades para tener un poco de seguridad. La solución es la prevención, los servicios de inteligencia, la seguridad y no dejar salir a los que han cometido actos de guerra, a alguien que ha ido a Siria y ha matado a gente. Cuando vuelven no les condenamos a tres años de prisión, los mantenemos en centros de retención hasta que termine la guerra. Si no tenemos pena de muerte, contra la que estoy totalmente en contra, al menos no soltemos a los guerrilleros.

¿Los defensores de los derechos humanos estarán de acuerdo?

Yo defiendo los derechos humanos. Si hubiéramos retenido al tipo que ha matado a los dos policías ni siquiera él estaría muerto.

Va a ser duro para los europeos aceptar que vamos hacia una sociedad como la de Israel.

Sí. Hemos perdido la costumbre de la guerra que ha desaparecido de Europa gracias a la democracia. Pensábamos que la pacificación de las relaciones franco-alemanas era el modelo de toda Europa y que después de tres guerras terribles con los alemanes, esta reconciliación era la paz para la eternidad. Ahora descubrimos que estamos de nuevo en guerra, en una asimétrica contra la gente, no contra los Estados, y no sabemos qué hacer. Israel lo conoce bien, nosotros todavía no. Nos llevará un tiempo comprenderlo y además, como la izquierda no comprende nada de lo que está pasando, tendremos que esperar a tener un segundo o un tercer Bataclan antes de despertarnos. Pero nos despertaremos.

¿Apoya a Alain Juppé como candidato de Los Republicanos frente a Sarkozy para las elecciones presidenciales francesas de 2017?

No, yo apoyo un eje izquierda-derecha. Francia está dividida en: 33% izquierda, 33% derecha, 33% Frente Nacional (Le Pen).El presidente que llegará al Elíseo técnicamente solo representará al 20% de la población. Como será elegido en segunda vuelta, con un 52%, tendrá la ilusión de ser elegido por mayoría pero no, habrá sido por eliminación. Cuando uno representa sólo al 20%, se va a llevar todas las reprimendas. Juppé es el único que podrá ofrecer un plato electoral más amplio que los otros. El primer ministro que salga deberá elegir un hombre de izquierdas como primer ministro.España tiene el mismo problema. En un contexto en el que los países están divididos en tres no nos podemos permitir tener un tipo que represente sólo al 20%. No funciona. Merkel representa al 65% de la población porque el sistema obliga a la SPD y la CDU a trabajar juntos. Una vez que ha pasado los acuerdos con la izquierda, Merkel representa incluso al 70% y puede hacer lo que quiera, por eso Alemania va mejor que España o Francia.

 

Fuente:elmundo.es