POR SAL EMERGUI.

El primer ministro israelí considera “totalmente inaceptable” prohibir la venta o alquiler de casas a árabes.  50 rabinos de distintas localidades israelíes han firmado un documento en el que se establece que no hay que vender o alquilar casas a los árabes.

Tan claro como la protesta de muchos líderes religiosos y políticos en Israel contra el discriminatorio contenido.                                                                                                                                                                                         El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha salido al paso para “condenar rotundamente esas expresiones”: “Es totalmente inaceptable y va contra la Torá”.  ¿Qué sentiríamos si alguien exigiera no vender una casa a los judíos?                                                                                                                                                          “No hay lugar para estas expresiones en un Estado democrático”.

El manifiesto religioso, que se reparte esta semana en medios ultraortodoxos, indica que la venta o alquiler a un árabe sería considerado pecado como por ejemplo lo es no respetar el Shabat, el día más sagrado de la semana para el judaísmo.

“Quien incumpla este edicto debe ser aislado por la sociedad”,  se lee en una iniciativa que ha cosechado muchas críticas en particular de otros rabinos que lo definen como “interpretación vergonzosa de la Torá”.

Rabinos, asociaciones civiles, alcaldes y diputados condenan el contenido. Ilan Gilon, miembro del partido de izquierdas Meretz, ha enviado una carta al asesor fiscal del Gobierno, Yehuda Wainstein, para que destituya a los rabinos firmantes.

“Van contra el espíritu judío.  Es una declaración de guerra contra la minoría árabe y por tanto contra la democracia en Israel”, ha declarado a la radio militar.El diputado árabe israelí, Ahmed Tibi, apunta más alto recordando que muchos cobran un sueldo del Estado.  “Lo preocupante no es este documento racista sino que las autoridades no hacen nada para atajar este fenómeno”.  Uno de los firmantes, el rabino Shlomo Aviner, se justifica: “No podemos colaborar para que los árabes acaben ocupando la tierra de Israel.    Ellos tienen muchos países y nosotros sólo uno y muy pequeño”.    Tras repetir que: “la tierra de Israel fue dada al pueblo de Israel”, el rabino de Ashdod;  Yosef Scheinen, aporta otro argumento a favor del llamamiento: “Yo solo quiero evitar en el futuro conflictos entre judíos y árabes.

La mejor solución es que vivamos separados. Ya tenemos suficientes problemas con los árabes de Cisjordania, Gaza o Siria”. En amplios sectores religiosos, el debate está abierto.

En el Gran Rabinato de Israel no ha gustado en absoluto el texto firmado. Yo no creo lógico irme a vivir a una aldea árabe o que un laìco viva en un barrio muy religioso, ellos no pueden vivir en nuestros barrios. Me contestaron que es la realidad y que me acostumbre.

Los judíos somos tan tontos que no lo vemos. Poco a poco, los árabes compran y alquilan con dinero saudì y los judíos huyen porque no quieren vivir a su lado”.

Eliahu concluye con su interpretación de la democracia:

“Un Estado democrático permite al dueño de una casa decidir a quien alquila o vende.   Estoy orgulloso que los habitantes de Safed sean conscientes del peligro y no vendan a los árabes pese a las tentaciones económicas”.