POR LEON OPALIN

Las previsiones de diferentes instituciones y organismos financieros internacionales sobre el desempeño de la economía global en el 2011 apuntan a un avance de 4.5%, comparado con 4.8% en el 2010 y un declive de 0.8% en el 2009. El mayor dinamismo se observará nuevamente en las naciones emergentes, las que de acuerdo a la OCDE por la crisis financiera del 2009 se aceleró la transformación estructural de la economía mundial, proporcionando mayor peso de la actividad de las mismas, las cuales en dos décadas más aportarán 60.0% del PIB mundial. En este grupo de países resaltará particularmente el crecimiento de India, con 8.4%, y el de China con 9.6%.

En China ante la evidencia de signos de sobrecalentamiento económico, su gobierno ha implementado diversas medidas para frenar el alza de precios, la cual se estima superó 3.0% en el 2010, frente a 0.7% en el 2009. Se anticipa que la política antiinflacionaria de China tendrá un efecto amortiguador en el adelanto de la actividad económica en el mundo. No obstante, la perspectiva económica para China en el mediano plazo es de fortaleza, porque a diferencia de lo que sucede en los países desarrollados, “la deuda gubernamental es baja en relación al PIB y tiene una sólida posición del sector externo; factores que la ayudarán a superar los problemas que experimenta el sector bancario y que podrían salir a flote si la economía modera su ritmo de avance más de lo previsto. Ciertamente, el aumento sin precedentes de los préstamos bancarios que se registró en China durante la crisis global, podría derivar en una carga de préstamos de mal desempeño que representarían un lastre para las finanzas públicas.

Para las economías desarrolladas se contempla un avance limitado en el 2011, sobre todo en las de Europa, por los problemas de deuda soberana que varias de ellas enfrentan. En este ámbito, existe el temor de que Portugal y España pudieran agregarse a la lista de países rescatados: Grecia e Irlanda, e incluso, no se descarta que Hungría y Polonia podrían ser blanco de los mercados en virtud de sus amplios desequilibrios fiscales. Asimismo, Grecia e Irlanda podrían tener dificultades adicionales en su dolorosa consolidación fiscal, ya que se considera que los paquetes de ayuda que han recibido con fondos europeos y del FMI “han sido improvisados bajo las presiones del mercado” y con tasas de interés onerosas, 5.2% y 5.8% anual, respectivamente; los préstamos a estas naciones más que una solución de fondo a sus desequilibrios sólo constituyen una ayuda coyuntural para respaldar la estabilidad financiera de la Unión Europea. Cabe destacar que la deuda externa bruta en la Eurozona pasó de 66.0% del PIB en el 2007 a 79.1% en el 2009 y 84.0% estimado para el 2010.

BBVA Research ha expresado que los programas de compra de deuda y otros medios de expansión monetaria en Europa, son un paliativo temporal para aliviar las tensiones financieras y que únicamente el establecimiento de un mecanismo permanente para reestructurar la deuda en crisis futuras, con normas claras, podría ofrecer una solución de fondo. En este sentido, para Barclays Capital, el factor clave para Europa, es evitar nuevos rescates sobre todo para economías tan grandes como España; el Fondo de Rescate para los países en apuros de la Eurozona por 690 mil millones de euros, sería insuficiente para salvar a España y Portugal si estos reclaman un rescate.

Por su parte el FMI ha advertido que la situación de Europa y que los efectos de la crisis financiera global están lejos de haberse terminado; considera, en general, que los niveles de deuda pública en las economías desarrolladas se están acercando a rangos insostenibles; es el caso de Japón que en el 2015 tendrá una proporción de 250.0% del PIB, Italia de 125.0% y EUA de 110.0%, entre otros países. El FMI evalúa que estos extraordinarios niveles de pasivos no sólo obedecen a la reciente crisis financiera, sino también a políticas fiscales inadecuadas en las décadas