Cambio símbolo milenario por ciudad nuevecita

Jorge Marirrodriga

Que la realidad supera a la ficción está claro. Aunque no lo está tanto el que los documentos revelados hoy por The Guardian (Al Jazzera un servidor no la ve, sepan disculparme) sean veraces. El que las relaciones entre el Gobierno de Jerusalén y la Autoridad Palestina son mucho más fluidas de lo que nos creemos aquí es algo lógico. Basta darse una vuelta por Israel para ver que la “interacción”, que dirían los finos, entre israelíes y palestinos es infinitamente mayor de lo que nos vende en Europa la propaganda flotillera. También es verosímil que la parte palestina haga una arriesgada oferta de intercambio de territorios. Alguna vez tenía que ser. Otra cosa es el intercambio que revelan los documentos de prácticamente la totalidad de Jerusalén para Israel (menos una parte testimonial) a cambio, entre otras poblaciones, de Ariel.

Verdaderos o falsos los papeles, no dejan de formar parte del run-run de que ambas partes discuten desde hace tiempo con un bolígrafo sobre el mapa. Es decir, que aquello de las “fronteras de 1967”, cantinela que se repite insistentemente en Occidente –confundiendo además una “frontera” con una “línea de armisticio”–, nada de nada. Israel y la Autoridad Palestina saben que las fronteras definitivas no serán las de la Línea Verde y llevan años regateando sobre el tema. Habrá que escuchar aquí los gritos de protesta de la industria de la paz el día que se anuncie un resultado definitivo y se echen a las calles (perdón a los medios) diciendo aquello de “no es esto, no es esto”.

Pero de ser cierta la propuesta palestina no deja de tener su punto de ironía. Resulta que los palestinos cambian la perla de sus reivindicaciones, con su piedras milenarias y sus instalaciones de agua y luz que si no son milenarias a veces lo parecen, por una ciudad nuevecita, bien situada, geográficamente, bien construida y con todos sus servicios en perfecto funcionamiento. Cambio casa familiar solariega a reformar por moderno apartamento. Razón en La Mukata. No es extraño que nieguen en público haber propuesto ese intercambio. ¿Pragmatismo palestino? Cualquier cosa es posible. Al fin y al cabo la encuestas revelan que la mayoría de los palestinos de Jerusalén quieren ser israelíes.

Israel, siempre según los mismo documentos, se negó aceptar. Lógico también. El bolígrafo hace mucho que deja a Ariel dentro de las futuras fronteras definitivas de Israel. Veremos qué pasa con los boicoteadores el día que Ariel sea anexionada oficialmente a Israel previa cesión escrita palestina.

Pero, desde luego si Israel llegara a aceptar, fijo que el Gobierno palestino se instala en Ariel. Vamos, no tardan ni diez minutos. Aunque seguramente los periodistas, sin duda cabreados por la “traición” palestina de alcanzar la paz con Israel, diríamos “Palestina, capital Ramallah”. Por joder, más que nada. Igual que hacemos con “Israel, capital Tel Aviv”.

FUENTE: SOBRE ISRAEL OPINAMOS TODOS

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