Moshe Vainroj

Si viajas a Jamaica visita los antiguos cementerios judíos y te sorprenderás cuando veas tumbas abandonadas, casi totalmente derruidas pero que conservan grabados sobre las lápidas los nombres con caracteres hebreos, acompañados por símbolos piratas como tibias y calaveras y ¡hasta con la Estrella de David!

No te asombres. Son los sepulcros de los hebreos expulsados por los reyes de España y Portugal, que navegaron junto a los “descubridores” del nuevo continente y desarrollaron una nueva vida pese al freno de las leyes antijudías. En tierras de filibusteros muchos se hicieron piratas y corsarios que lucharon contra aquellos monarcas y contra la codiciosa Inquisición.

En el Siglo XVII, toda nave de la Armada Española a tiro de cañón era atacada por piratas judíos en un acto de venganza contra quienes les expulsaron y humillaron. Orgullosos de su origen e identidad, daban a sus naves nombres como: “Samuel, el Profeta”, “La Reina Esther” o “El escudo de Abraham”.

Entre los piratas judíos se destaca el portugués Don Moisés Cohen Enriques, quien en 1628 se alió con el almirante holandés Piet Hayne y abordaron barcos españoles que procedían de Cuba y se dirigían a Cádiz cargados de oro y plata producto de sus “esquilmas civilizantes” a los indígenas antillanos. Con estos ataques los piratas concretaban su venganza y evitaban que el oro del Perú, la plata de México y las esmeraldas de Venezuela (Nueva Granada) llegaran a España y se repartieran con El Vaticano. Esta operación fue uno de los golpes más fuertes que recibió la “gloriosa Armada Española”. Asolaban las costas sembrando terror entre los navegantes españoles y portugueses que se creían dueños y señores de los mares, “La Armada Invencible”.

Es difícil conocer cuántos piratas judíos hubo en el Caribe, aunque los viejos cementerios están “sembrados” de sepulcros con escrituras hebreas y símbolos de piratería, como la tumba de Yacoob Mashaj y la de su esposa Deborah en el cementerio judío de Bridgetown, Barbados. Cabe mencionar también a Yaakov Koriel, comandante de tres naves corsarias furiosamente activas. Yaakov abandonó más tarde sus actividades de navegante y se retiró a Safed para estudiar la Cábala como alumno del Rabí Isaac Luria, junto a quien fue enterrado.

David Abrabanel, de la dinastía rabínica española a la que perteneció Rabí Isaac Abrabanel, logró zafarse de las garras inquisidoras, llegó a las Antillas, se convirtió en bucanero y se unió a los “privateers” ingleses asolando las costas sudamericanas con el seudónimo de Capitán Davis.  Su nave se llamaba “The Jerusalem” y uno de sus compañeros fue el pirata Subatol Deul. El Capitán Davis trabó relación con el hijo del corsario Sir Francis Drake con quien estableció una alianza anti-española conocida como la “Fraternidad de la Bandera Negra” (Black Flag Fraternity).

Los piratas judíos no atacaban en “Shabat”; sus víveres eran “casher” y la bitácora estaba escrita con caracteres hebreos.

La persecución a los judíos se trasladó de España y Portugal a las colonias donde “ser judío era un estado delictivo” y los piratas preocupaban a los marinos españoles. Los archivos se cerraron con triple vuelta de candado, pero algunos datos demuestran que la rebelión proviene de la remota antigüedad. Flavio Josefo relata que piratas judíos partían de Jaffa y acosaban al enemigo romano. En el Siglo VI d.C., en la costa de Cairruán, un centro de cultura judeo-sefaradí de Túnez, los piratas capturaron al obispo Sinesio en represalia por encarcelar a sus hermanos de sangre.

PATRIA JUDÍA