STELLA AZKENAZI

Rozas con la mirada

las plazas vacías
el llanto de las ovejas
la tarde
donde resuena profundo
el dolor sobre las murallas

La casa paterna
cal y alumbre
diáfanas castañas
que chisporrotean
entre las brasas

Buscas con tu mirada
tu rostro de niña
el candor luminoso
que te arropó
cuando lo miraste a él
al extranjero
que descendió de las colinas
que te desposó
sin mesura

Al extranjero que
desde entonces
habita
la llanura inmensa
de tus ojos

Las tardes en que
bajo los escaños
le cantaban extrañas baladas
hechizos de amor y sal.

Mientras caminas tras él
la Sedom de tu infancia
crepita en fuego
en azufre
tus plantas se niegan
raíces que siegas
al andar

A espaldas de él
rozas apenas con la mirada
tu universo en llamas
En la ráfaga del istante
en su voz que clamó:
“no mires atrás, os ruego ”
tu cuerpo se desgaja de tí
se desmorona
se vuelve arena
manto de sal.