Investigadores de la Universidad de Tel Aviv (Israel) están trabajando en una vacuna de administración nasal que podría proteger frente al Alzheimer y al ictus, además de funcionar cuando los pacientes ya presentan síntomas de la enfermedad. La investigación con esta nueva tecnología se publicará en ‘Neurobiology of Aging’.

Estos científicos han modificado una vacuna cuya tecnología pertenece a la farmacéutica GSK, activando un mecanismo natural del organismo que lucha contra el daño vascular en el cerebro.

En concreto, la nueva vacuna activa los macrófagos, que son proteínas grandes del organismo que se traga a los antígenos externos. Cuando la vacuna activa un gran número de estos macrófagos, elimina el daño que provocaron las proteínas amiloides en el sistema vascular del cerebro.

Se ha demostrado en animales que, una vez que estas proteínas son despejadas del cerebro, se evitan daños mayores y aquel daño realizado antes del ictus puede repararse. La vacuna no ha mostrado signos de toxicidad en animales.

Según explica el investigador Dan Frenkel, del Departamento de Neurobiología de la Facultad George S. Wise de Ciencias de la Vida en la Universidad de Tel Aviv, quien colabora en este proyecto, “usando parte de un fármaco robado antes como un medicamento para la gripe se ha conseguido inducir una respuesta inmune contra las proteínas amiloides en los vasos sanguíneos”.

“En los primeros estudios preclínicos, hemos visto que esta vacuna puede prevenir el daño de los tejidos cerebrales y restablecer el daño cognitivo”, añade Frenkel, que trabaja en este proyecto junto al profesor Howard L. Weiner, del Brigham and Women’s Hospital, de la Facultad de Medicina de Harvard.

Para Frenke, este avance podría generar la aparición de una vacuna y una cura para el Alzheimer. “Hemos encontrado una forma de usar la respuesta inmune estimulada por este fármaco para prevenir los ictus que generan un daño cerebral permanente”, ha dicho.

Este investigador dice que esta futura vacuna debería administrarse a gente en riesgo, con los primeros síntomas o a los pacientes que hayan sufrido ictus, para reparar cualquier daño vascular. Además, considera que esta nueva aproximación podría generar una cura, o al menos un tratamiento efectivo, para la demencia vascular, presente en el 80 por ciento de los casos de Alzheimer.

Uno de cada ocho americanos podrían desarrollar Alzheimer en algún momento de sus vidas. Dado que el Alzheimer está asociado con el daño vascular en el cerebro, muchos de estos pacientes podrían sufrir un doloroso y potencialmente mortal ictus.