MAX DANIEL H.

El Sr. Kohn va a emigrar a Israel. En la aduana descubrieron cinco cajitas iguales en su equipaje. Cuando abren la primera cajita, vieron que el contenido era una valiosísima prótesis dental completa de puro oro.

– Sr. Kohn, quiero comunicarle –dice el aduanero- que está prohibido sacar del país metales preciosos.

– Pero mi querido oficial –dice Kohn- yo soy un judío ortodoxo y la carne kosher casi siempre es muy fibrosa y no me es posible masticarla bien, por lo que es indispensable que tenga una prótesis de buen metal. Por favor permítame que la lleve conmigo.

– Está bien llévesela –dice el aduanero.

Pero cuando abren la segunda cajita, descubren una prótesis igual.

– Señor –dice el oficial- esto ya no lo entiendo, ¿por qué quiere usted otra prótesis de oro?

– Quiero explicarle –dice Kohn- que según las leyes de nuestra religión no debemos comer carne y lácteos juntos o del mismo recipiente. Por este motivo debo de tener una prótesis para carne y otra para lácteos.

– Está bien, respeto su religión, así que le permito llevarla también.

Pero cuando abren la tercera y cuarta cajita, para sorpresa de los aduaneros –espero que el querido lector también lo adivine- nuevamente encuentran sendas prótesis de oro puro.

– ¡Ahora si Sr. Kohn, esto ya es imposible de creer! ¿Para qué necesita usted tantas prótesis?

– Sabe usted –dice Kohn- tenemos nosotros una fiesta que se llama Pésaj, adonde usamos trastes diferentes. Por tal motivo debo usar en estas fiestas otras prótesis, tanto para carne como para lácteos aparte. Ni lo piense que voy a comer en Pesaj con las mismas prótesis con lo que comí el Jametz.

Los desesperados aduaneros cedieron a la petición del Sr. Kohn. Pero al abrir la quinta cajita también apareció una prótesis completa de oro puro. Viendo esto el oficial aduanero arremete contra Kohn.

-Sr. Kohn ¡ya es más que demasiado! Ahora sí que ya no entiendo. Tiene usted una prótesis para comidas de carne y otra para lácteos, además otras para carne y lácteos kosher, así como la de Pesaj. Pero ¿para qué diablos quiere usted esta quinta prótesis?

Muy digno, como ofendido en su amor propio, Kohn le contesta:
-Quiero que sepa usted, señor oficial, que con la quinta prótesis como el jamón y el tocino.

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Sucedió en 1936, que David Ben Gurión, entonces presidente del
Partido Socialista Sionista, se encontró en París con León Blum, entonces primer ministro de Francia, de descendencia judía. Ben Gurión trató de tocar las fibras y sentimientos judíos de León quién así le contestó:

Le suplico que comprenda bien que yo primero soy francés, después socialista y por último judío.

Ben Gurión no se molestó, lo tomó con tranquilidad y así le contesto:
Mi querido León, usted sabe perfectamente que tanto en hebreo como en idish, siempre leemos de derecha a izquierda, por lo que así leeré estas declaraciones también.