JORGE RICARDO

De Friedrich Katz (Viena, 1927-Filadelfia 2010), el austriaco expulsado de Alemania, de Francia, de Estados Unidos, cientos de historiadores hicieron su punto de encuentro. Entre 1970 y 1990 uno de cada 10 doctorados y maestrías en historia de América Latina obtenidos en Estados Unidos era entregado por la Universidad de Chicago, donde era profesor.

“Katz era un imán, todos queríamos ir a estudiar con él”, según Javier Garciadiego, el presidente de El Colegio de México y uno de los coordinadores de Revolución y exilio en la historia de México, un voluminoso libro con dos subtítulos: “Homenaje a Friedrich Katz” y “Del amor de un historiador a su patria adoptiva”, con 45 textos de autores, de Cuauhtémoc Cárdenas al australiano Alan Knight, en 850 páginas.

“Y nos faltaron hojas”, dice el historiador. Un año antes del fallecimiento, en octubre, del autor de La guerra secreta en México y Pancho Villa, el Colmex empezó a planear la publicación del libro.

Se recuperaron las ponencias presentadas en tres seminarios: “México: país de exilios”, organizado en 2002 en la Universidad de Chicago y coordinado por el propio Katz, y “Tierra, política y revolución”, de 2007 también en Chicago, con motivo de sus 80 años, y “Del amor de un historiador a su patria adoptiva”, en el Colmex. La compilación será presentada hoy por ocho investigadores en el INEHRM, a las 18:00 horas.

“Es un homenaje en el más amplio sentido de la palabra”, dice en entrevista Garciadiego. Un homenaje a quien llegó a México a los 13 años, en 1940, luego que su padre, un intelectual austriaco, judío, opositor socialista a la Primera Guerra Mundial, se fuera al exilio siete años antes.

Katz fue inscrito en el Liceo Franco-Mexicano, después estudió en el Wagner College de Staten Island de Nueva York, en la ENAH y en la Universidad de Viena. En esta última se doctoró con la tesis: Situación social y económica de los aztecas durante los siglos XV y XVI.

La tesis, publicada en alemán en 1958 y en castellano en 1966, anunciaba su manera de abordar la historia. En 1969 publicó Las antiguas civilizaciones americanas y entonces planteó que la sociedad azteca evolucionaba siguiendo líneas comparables a las de Europa occidental en el momento de la conquista: alta militarización, una incipiente propiedad privada, comercio a larga distancia y sometimiento de poblaciones, y la comparaba con las culturas maya e inca.

Eso mismo, la rigurosidad en el dato, la historia local en un contexto global, hizo con su obra más conocida, Pancho Villa.

“Katz trasciende a sus libros. Es el principal representante de la búsqueda de una historia científica y es un sobreviviente, perseguido por comunista, por judío”, asegura Enrique Semo, quien lo conoció un campamento de Boy Scouts, cuando el austriaco traía un acordeón con que tocaba sólo canciones de la Guerra Civil española.

En La guerra secreta, Katz puso a la Revolución Mexicana en el contexto internacional de la Primera Guerra Mundial. Los intereses que Alemania, Inglaterra o Estados Unidos se jugaban, añade Garciadiego. “Hizo que la Revolución fuera vista como un capítulo de la historia mundial y no como asunto de un país del Tercer Mundo”.

Después de la muerte de Katz, la Universidad de Columbia le organizó un homenaje en el que participó Enrique Semo, también exiliado europeo, quien habló de su amistad. “Es una amistad basada en las mismas experiencias dramáticas vividas desde niños. Del enfrentamiento con ellas y de la capacidad intelectual y física de sobrevivir, de no perder la vida, la dignidad, ni la esperanza”.

REFORMA