JORGE MARIRRODIGA
El periodista que escribe esto entrevistó en 2004 al primer ministro sirio. Fue citado un lunes a las ocho de la mañana en Damasco –hubo que llegar allí desde Gaza pero eso es otra historia– y como en casa nos han enseñado a ser puntuales allí estaba a la hora prevista con su grabadora, su bloc y su corbata. “Vuelva a su hotel y ya le avisaremos”, indicaron desde el ministerio de prensa. Y para que la espera no se hiciera larga me asignaron un “acompañante”. Un tipo que hablaba español con acento cubano, aprendido en La Habana, ciudad a la que le enviaron a estudiar, donde se casó y de donde tuvo que volver de un día para otro dejando todo porque el régimen se lo exigió. “No te imaginas lo que he llorado”, confesó a los pocos días. La entrevista finalmente se produjo… el viernes a las once de la noche.
En Túnez o en Egipto podía haber dictadura, pero en Siria se siente la dictadura. Y se siente de verdad. Desde el control de pasaportes si uno es periodista hasta la inevitable visita al ministerio de prensa donde un bigotudo repanchingado detrás de un escritorio te decía mientras le explicabas que querías viajar a la zona kurda del país “¿Y para qué? Aquí no pasa nada. Le aconsejo que no pierda su tiempo”.
Sin la dictadura siria Hizbullah no es nada, o no será lo que es ahora. Porque ya no tendrá quien le provea de armas y dinero sin límite. Sin la dictadura siria Líbano dejará de ser un protectorado de los Al Assad supervisado desde Teherán y volverá a ser, por fin, la democracia que nunca debió dejar de existir. Sin la dictadura siria Hamas se queda sin uno de sus principales patrones. Y sin la dictadura siria por primera vez desde 1948 existirá una posibilidad real de un tratado de paz con Israel. Y es cierto que tanto la dictadura siria como sus aliados morirán matando. Ya lo están haciendo y puede ser mucho peor si Hizbullah decide tirar hacia adelante y atacar Israel o lo hace el propio régimen sirio. Pero eso no cambia el beneficio final de una democracia en Siria para Israel y para toda la región. ¿Porqué entonces seguimos empeñados en repetir con saña que Israel tiene mucho que perder si caen las dictaduras árabes? La pregunta del millón es ¿Quién pierde de verdad con una democracia en Siria?