La ley que prohíbe el uso del velo islámico integral en los espacios públicos entró en vigor en Francia y dos mujeres que llevaban esta pieza fueron detenidas en una manifestación en contra de la normativa.

En la calle, transportes públicos, comercios, escuelas, oficinas de correo, tribunales, hospitales y administración pública está prohibido usar burka o niqab, velos islámicos integrales que cubren de la cabeza a los pies y tienen sólo una rejilla o apertura a la altura de los ojos.

La entrada en vigor de la ley cuyo incumplimiento acarreará una multa de 150 euros (216 dólares) o un curso de instrucción cívica no impidió que varias mujeres lucieran el velo integral en la vía pública.

Kenza Drider, de 32 años, que usa el velo desde hace 13 años, no dudó en subirse vestida con su niqab a un tren en Aviñón (sudeste) para dirigirse a París y asistir a un programa de televisión como invitada.

“Esta ley es una afrenta a mis derechos europeos. Y lo único que hago es defenderlos: es decir defiendo mi libertad de ir y venir, mi libertad religiosa”, afirmó a un grupo de periodistas antes de tomar el tren.

La mujer llegó horas después a París sin haber recibido ninguna multa, pero más tarde fue detenida en una manifestación frente a la catedral de Notre Dame, aunque, según la Policía, no fue por usar el niqab sino porque los organizadores no habían pedido autorización para manifestar en la calle.

Otra mujer que vestía el niqab, una que llevaba un velo que no ocultaba su rostro y un responsable de la manifestación frente Notre Dame fueron detenidos, indicó el comisario Alexis Marsan.

“No fueron detenidos por usar el velo islámico integral, sino porque no declararon la manifestación”, aclaró el responsable policial.

El Ministro del Interior, Claude Gueant, envió una circular a las comisarías con las consignas de aplicación.

“Será sumamente difícil aplicarla”, advirtió el subsecretario general del Sindicato de Comisarios de Policía, Manuel Roux, a la radio France Inter.

Cuando una mujer se niegue a quitarse el velo las cosas se complicarán pues la circular nos dice que no tenemos que usar la fuerza, que tenemos que intentar convencerla, agregó.

El texto, impulsado en el Parlamento por la gobernante Unión para un Movimiento Popular (UMP, derecha), fue inicialmente una iniciativa del diputado comunista André Gerin y retomada en 2009 por el Presidente conservador francés, Nicolas Sarkozy.

La aprobación de la ley en septiembre de 2010 fue resultado de un consenso político entre la mayoría de derecha y la izquierda opositora, aunque los socialistas se abstuvieron de votar el texto.

Francia, primer país europeo que pone en marcha el veto, aunque otros países estudian medidas similares como Suiza, Bélgica, Holanda, Dinamarca, España y Alemania, impulsó la adopción de esta ley en medio de polémicos y fracasados debates impulsados por el Gobierno sobre la identidad nacional, el lugar del islam, la inmigración y la delincuencia y el laicismo.

Asociaciones defensoras de los derechos de las mujeres apoyaron la prohibición aunque reclamaron medidas preventivas de acompañamiento.

“Si aceptamos este símbolo que convierte al cuerpo femenino en una amenaza diabólica, se habrá terminado la igualdad de sexos”, afirmaba la filósofa y feminista francesa Elisabeth Badinter.