VICENTE OLVERA

El próximo 27 de abril tendrá lugar en el Auditorio Alejandra Jaidar del Instituto de Física de la UNAM, la ceremonia de constitución de la “Fundación Marcos Moshinsky”, así como la develación de la placa del edificio principal que llevará el nombre del destacado físico mexicano judío fallecido hace 2 años y cuyas investigaciones en el campo de la física de las partículas elementales, lo hicieron acreedor al Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1988.

Nacido el 20 de abril de 1921 en la ciudad de Kiev (Ucrania, en ese entonces parte de la URSS) en el seno de un matrimonio de origen judío. A la edad de tres años emigró como refugiado a México, país donde realizó sus estudios y en donde se le otorgó la ciudadanía en 1942. Tras obtener la licenciatura en física en la Universidad Nacional Autónoma de México, se doctoró en la Universidad de Princeton (Estados Unidos) bajo la supervisión del Premio Nobel de Física, Eugene Paul Wigner.

En la década de los cincuenta dedicó sus investigaciones al estudio de las reacciones nucleares y a la estructura de los núcleos atómicos, introduciendo el concepto de paréntesis de transformación para funciones de oscilador armónico, el cual, al igual que las tablas que elaboró en colaboración con Tomás Brody, ha facilitado los cálculos en el modelo de capas del núcleo y se ha convertido en referencia indispensable para la comprensión de las estructuras nucleares. Conoció al físico Albert Einstein y con él realizó algunos estudios.

Tras realizar estudios postdoctorales en el Instituto Henri Poincaré de París, regresó a la capital mexicana para laborar como catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1967 fue electo presidente de la Sociedad Mexicana de Física y en 1972 fue admitido a El Colegio Nacional, institución en donde continuó presentando u organizando presentaciones para la divulgación de su disciplina. Fue editor de varias revistas científicas internacionales y autor de más de doscientas publicaciones técnicas y cuatro libros.

En 1961, fue ganador del Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias. En 1968 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en 1971 el Premio Luis Elizondo, en 1985 el Premio Universidad Nacional (UNAM) de Ciencias Exactas (el cual donó a los damnificados del sismo de septiembre de ese mismo año) y en 1988 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica. Fue miembro del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República y fue nombrado Investigador Nacional Emérito por el Sistema Nacional de Investigadores de México en 1996.

Adicionalmente a su trabajo como físico, Moshinsky escribió semanalmente una columna en el periódico Excélsior, en donde mantuvo una posición conservadora respecto a la política mexicana.

Moshinsky dijo en una ocasíon: “Gracias a la ciencia, podemos protegernos de las calamidades naturales, las inundaciones, huracanes, tornados. Pero el peligro más grande para el futuro de la humanidad son los seres humanos. La falta de convivencia. Si pudiéramos tener la misma confianza para resolver la discordia con la que podemos enfrentar los fenómenos naturales y las enfermedades, las condiciones de vida serían más satisfactorias para todos.”