MARIA CH. DE AZAR

Pésaj es una festividad que conmemora la liberación del pueblo judío, sometido a esclavitud en Egipto por más de dos siglos, recuerda su éxodo masivo hacia una vida independiente.

Pésaj transcurre en el mes de Nisan, cuando comienza la primavera, época de las primeras flores en Israel. En el mes de Nisan se bendecían en el Templo los primeros gajos de cebada, a partir de ese momento se iniciaba la cuenta del Omer, las siete semanas hasta la cosecha del trigo, cuarenta y nueve días después, la recepción de la Torá, solemne celebración de Shavuot.
Un recorrido pensado en los procesos que rigen la producción de los frutos de la tierra, coronado con la recepción de las Tablas de la Ley en el Monte Sinaí. Según la Biblia el día 14 de Nisan, los israelitas llevaban al Templo un cordero macho de menos de un año de edad, para ofrecerlo en sacrificio, debían marcar con la sangre del animal las jambas de sus puertas. Se concretaba la última plaga.

Era la señal asignada; identificación que evitaba el cumplimiento de la amenaza: la muerte del primogénito. Es una profunda huella de la celebración del Seder. Durante muchísimos años los primogénitos de cada familia judía observaban el ayuno exigido.

La comunidad alepina sostiene su significado cumpliendo un rito, cada 15 de Nisan en la plegaria matutina, es costumbre en la sinagoga bendecir el vino y repartirlo, el pater familia llevara una parte a su casa, allí lo beberán los primogénitos.
Este sencillo ritual es respetado y temido si faltara; es sorprendente durante la cena de Pésaj, observar a los padres preocupados para que sus primogénitos tomen un sorbo de ese vino, reservado exclusivamente por el abuelo.

Otra costumbre de los judíos de Alepo, de observancia alájica, es el bedikat jametz, la búsqueda de restos de pan o producto leudado, practicada cuando ya toda la casa está limpia y liberada del jametz. En el atardecer del 14 de Nisan, se oscurecen las habitaciones y con una vela encendida en la mano, el jefe de familia, previas palabras de la liturgia, busca en los rincones de la casa un resto de jametz, una miga, previamente escondida por los niños, acompañan a su padre en el recorrido y entusiasmados participan de este acto tradicional, transmisión eficaz, significado activo, registro insoslayable de la prohibición de consumir alimentos leudados.

Antiguamente usaban una cuchara de madera y una pluma de ave para recoger las migas de pan que pudieron encontrar, estas serán quemadas a la mañana siguiente.

La vajilla de Pésaj es diferente a la que se utiliza el resto del año, no todas las familias tienen esta posibilidad y para usarlas durante ésa semana, cumplen una norma alájica. Su práctica me provocaba fascinación, una química especial, lo recuerdo como un acto de alquimia. Calentaban sobre las brasas piedritas de canto rodado que, al echarlas sobre el recipiente de agua hirviendo, provocaban una densa humareda y un ruidito burbujeante, escena imborrable que contemplábamos hechizados, como un proceso mágico que no alcanzábamos a interpretar. En ese recipiente fantástico y sonoro, sumergían los utensilios para casherízar la vajilla, hacerlos aptos para su uso durante la semana de la celebración.

Conducción del Seder:

El seder es el servicio religioso que incluye la cena festiva, significa orden y comparte la raíz de la palabra sidur, en hebreo: “libro de oraciones”, que contiene el orden de las plegarias.
Una variedad de alimentos son necesarios para cumplir el ritual: vino, tres láminas de matza, hierbas amargas, jaroset, una fuente con agua salada, una porción de carne asada, huevos duros y una copa diferente, a las que usarán los miembros de la familia.

En la época del Éxodo, consumada la ofrenda, se celebraba el Pésaj masivo donde todos debían servirse de la carne asada del sacrificio. En la actualidad, el zeroa, porción de carne o pollo asado se incluye en la bandeja del Seder.