THE JERUSALEM POST/ TRIBUNA ISRAELITA

El ‘Día de la Nakba’ se ha expandido al ‘fin de semana de la Nakba’ y, a juzgar por las posibles consecuencias diplomáticas y militares de los incidentes en el Norte, ahora amenaza con ocupar nuestra atención en los días venideros.

Pero si bien los acontecimientos en Majdal Shams y Maroun a-Ras distinguieron la “Nakba” de este año de la de los anteriores, la forma preferida de conmemorar la supuesta “catástrofe” infligida al pueblo palestino desde la creación del Estado de Israel sigue siendo la misma: violencia, incitación y provocación.

En la mañana del domingo (por ayer), un hombre de 22 años de Kafr Kasim eligió conmemorar el intento fallido de hace 63 años de acabar violentamente con el emergente Estado judío en su nacimiento con más muerte y destrucción. Repitiendo los errores de las anteriores generaciones árabes, el conductor del camión de Kafr Kasim escogió el camino de la violencia y el odio. Se subió a la cabina de su semirremolque y se embarcó en una juerga de colisiones a lo largo de un trayecto de dos kilómetros de autopista en Tel Aviv, usando su gran vehículo como arma mortal. Cuando su camión finalmente se vio obligado a parar al chocar con un autobús, el conductor continuó de todos modos con su locura, golpeando a jóvenes mujeres.

Al momento de haber sido reducido, el conductor del camión, que sólo había sido moderadamente herido por una multitud indignada, había dejado tras de sí un muerto y al menos 17 heridos, uno de ellos de gravedad.

En el Norte, por su parte, Bashar Assad, en un cínico intento de distraer la atención del mundo árabe de las atrocidades y abusos a los derechos humanos que está perpetrando contra sus ciudadanos -incluyendo a centenares de muertos a balazos durante manifestaciones callejeras y a miles de desaparecidos- orquestó una provocación intencional en el más improbable de los lugares.

Cientos de sirios, muchos de los cuales viven como palestinos en campamentos de refugiados (porque Assad se niega a integrarlos a la sociedad siria), fueron transportados en coordinación con las fuerzas militares de Siria hasta la frontera con Israel en las Alturas del Golán. Desde allí descendieron en masa a la tranquila aldea de Majdal Shams (foto), un poblado druso cuyos ciudadanos son generalmente leales a Israel y rechazan la conmemoración del establecimiento de Israel como una “Nakba”.

En la anarquía posterior, que incluyó pedradas y enfrentamientos violentos, soldados de la FDI (Fuerza de Defensa de Israel) abrieron fuego en un intento de evitar que los sirios cruzaran la frontera. Por desgracia, al menos un sirio murió y otros resultaron heridos.

Los soldados de la FDI parecieron haber reaccionado razonablemente a juzgar por las circunstancias. La frontera en el Norte se extiende por más de 200 kilómetros. El ejército nunca podría esperar a colocar la cantidad de soldados necesaria para enfrentar a cientos de infiltrados. Los 30 a 40 soldados que estaban en Majdal Shams reaccionaron tan apropiadamente como pudieron. Y estaban respondiendo a un fenómeno nuevo, aparentemente inspirado en las manifestaciones de la “Primavera Árabe” que han tenido lugar en Egipto y Túnez.

En la frontera libanesa, en la localidad de Maroun a-Ras, mientras otros centenares de palestinos se dirigían al límite, entre tres y cinco palestinos fueron muertos a tiros. En el Sur, en la frontera con la Gaza gobernada por Hamas, hubo intentos similares para infiltrarse en Israel. Dentro de Israel estallaron incidentes en los alrededores de Jerusalem, desde Kalandia a Silwan, A-Tur e Isawia, aunque estos disturbios eran “habituales” en las manifestaciones anuales por la “Nakba”.

La “Nakba” de este año proporciona una amarga evidencia adicional de que, lejos de preparar a su pueblo para la paz con Israel, el liderazgo palestino sigue alentando a las posiciones más extremistas e intransigentes. Los palestinos han sido alentados a centrarse exclusivamente en su sufrimiento y victimización, en lugar de advertir sus propios y trágicos errores históricos. Éstos incluyen la oposición al plan de partición de la ONU de 1947 y el lanzamiento de una infructuosa guerra contra el naciente Estado judío y continúan con el rechazo a las propuestas de paz, como las presentadas en 2000 por el primer ministro Ehud Barak y en 2008 por el primer ministro Ehud Olmert, y el voto por una mayoría de Hamas en su Parlamento en 2006.

Este mismo fin de semana, Abbas, supuestamente en representación del liderazgo palestino más moderado, prometió que la AP (Autoridad Palestina) nunca renunciaría al “derecho de retorno”.

Dado que Abbas sabe que la plena implementación de este “derecho” pondría fin a la mayoría judía en Israel, implícitamente estaba llamando a poner fin a Israel como Estado judío. Al mismo tiempo, un funcionario de alto rango de Fatah declaró este fin de semana que el programa político de su organización es idéntico al de Hamas. En cuanto al programa de Hamas, su primer ministro en Gaza, Ismail Haniyeh, conmemoró el “Día de la Nakba” prediciendo “el colapso del proyecto sionista en Palestina”.

¿Cuánto tiempo más los palestinos se permitirán estar cautivos del extremismo y la intransigencia y ser peones de Estados rufianes como Siria? El único camino a su independencia está vinculado a la reconciliación con el Estado de Israel. Ése fue el mensaje de la comunidad internacional en 1947. ¿Por cuántos muchos años más van a rechazarlo?