MARIA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ

El discurso de Barack Obama ha sacado al Gobierno israelí de su silencio. Ha reaccionado con dureza a la alusión del presidente norteamericano a las fronteras de 1967 para la creación del Estado palestino. Lo que expresó el jueves pasado Obama en su rueda de prensa, ya lo habían afirmado anteriormente los ex presidentes Clinton y Bush hijo en sus negociaciones con los israelíes. La Unión Europea declaro a través de Catherine Ashton que le “da la bienvenida a la importante declaración entregada por el presidente Obama. Creemos que las acciones llevadas a cabo por Obama y los objetivos encontraran una clara resonancia en el trabajo que la Unión Europea esta realizando”.

La canciller alemana Angela Merkel, fue una de las primeras en expresar su opinión: “Creo que la propuesta de tomar la frontera de 1967 y de considerar el intercambio de territorio, seria un buen camino […]. El proceso de paz en Oriente Medio y la evolución de la zona árabe están estrechamente vinculados”. Turquía opina que Estados Unidos mantiene una política errónea en lo concerniente a Israel. Su ministro de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglu declaraba en CNN Türk que “hay una referencia a las fronteras de 1967. Es una importante entrada de oportunidades”.

A pesar de estas declaraciones, el Primer ministro israelí remarcó que no se retirara a las fronteras de 1967 aunque afirmo que haría algunas concesiones, pero no retornando a las líneas trazadas décadas antes por considerarlas “indefendibles”. ¿Han llegado las negociaciones de ambos mandatarios a una vía muerta. Que es lo que Obama “oculta” detrás de ese nuevo giro en su política externa? El presidente norteamericano ha reconocido que los cambios llevan tiempo: “No será fácil. No hay una línea recta hacia el progreso, y la dureza acompaña siempre a la temporada de esperanza”.  Estados Unidos tiene sus aliados en Oriente Medio y no los va a plantar de súbitamente.

Si es cierto, que en los países árabes EE.UU es un sinónimo de hipocresía, como manifestó en su discurso, donde hablaba de democracia mientras aun mantienen muchos frentes bélicos abiertos y financia regimenes dictatoriales en Oriente Medio. El Nobel de la Paz puede realizar el intento de hacer ver, que el conflicto palestino – israelí como elemento central de los eventos sucedidos en Oriente Medio. En la única intervención importante que ofreció en junio de 2009 en El Cairo, Obama se comprometió a tener como meta durante su legislatura, resolver ese conflicto de larga duración.

En 2012 afronta EE.UU sus elecciones a las cuales el actual presidente se presentaría. Antes de la muerte de Osama Bin Laden, las encuestas realizadas por Reuters/Ipsos, señalaban que únicamente el 17% de los estadounidenses consideraban a su presidente como un líder militar sólido. Un 48% percibía al presidente como “cauteloso”, el 36% como “indeciso y titubeante” y el 17% como “fuerte y decisivo”. Para redondear estos datos, Obama rondaba su mínimo histórico cuando la encuestadora Harris descubrió que el 67% de los estadounidenses no tenían una opinión positiva sobre la labor realizada por su “macho alfa”. Con la muerte del terrorista mas buscado, su índice de aprobación ha subido hasta el 80%. ¿Cuál seria la respuesta en popularidad, si consiguiera su propuesta efectuada a Israel? Podría hacer alarde, durante su campaña electoral, de haber logrado la propagación de la democracia en el Oriente Medio, de lograrse, sería el resultado más importante de toda su legislatura y no tendrá que afrontar problemas de financiación electoral, para continuar en la Casa Blanca.