HAMODIA

La financiación de las ONG’s israelíes de extrema izquierda por instancias y organismos europeos, estadounidenses y onusianos suele copar regularmente en estos dos últimos años las primeras páginas de los diarios israelíes.

En el marco de las diferentes encuestas e investigaciones, se ha establecido que las cancillerías europeas, pero igualmente varios fondos americanos, especialmente la Fondation Ford – afiliada a la CIA – financian esas ONG’s israelíes en base a varios millones de euros por año. Cara a esto, existen movimientos, como por ejemplo Im Tirtsou, que han establecido una relación o conexión directa entre una de esas macro ONG’s (la reina madre de muchas otras), el NIF (New Israël Fund – Keren Ha’hadacha LéIsraël) y el informe Goldstone sobre la operación “Plomo Fundido”.

Las acusaciones promovidas por los activistas de esas organizaciones contra Israel han conducido hace algunos meses a que varios diputados israelíes exijan un control activo sobre el sostén financiero del que gozan esas ONG’s por parte de países extranjeros.
Asimismo, otra organización, NGO Monitor, ha intentando averiguar las fuentes de financiación de las organizaciones más descaradamente pro-palestinas, las cuales, bajo la excusa de la lucha por los derechos del hombre, contribuyen decididamente a la demonización del Estado de Israel sobre la escena internacional.

Pero existe un punto sobre el cual las investigaciones llevadas sobre esas ONG’s aún no han trabajado, el de los confortables salarios recibidos por un buen número de los empleados de dichas organizaciones y remunerado indirectamente por los contribuyentes europeos.

En un editorial que hace los efectos de una autocrítica, un activista de izquierdas, Yotam Feldman, ocasionalmente periodista de Haaretz, pone el dedo en la llaga de este fenómeno. Así escribía en un blog de ​​Internet:

“La manifestación más evidente del desarrollo de la comunidad de los defensores de los derechos humanos en Israel se puede percibir en mi billetera. En los años 80 y 90, no solamente esta comunidad no dejo de crecer, sino que sus miembros han comenzó a ganarse la vida de esa forma. Así es como yo cambié el viejo Subaru de mi padre por un Peugeot, el Peugeot por un Honda y después el Honda por un BMW. Así es como también cambié mi alquiler en Jaffa por un confortable apartamento en el corazón de Tel Aviv. No cabe duda de que un grupo relativamente ingenuo y genuinamente comprometido con los principios de la justicia y la democracia ha comenzado a constatar que sus esfuerzos obtienen sus frutos, financieramente hablando”.

Cuando llegó el momento de satisfacer mis necesidades“, prosigue Feldman, “me volví de una manera natural y lógica hacia esas áreas relacionadas con la defensa de la democracia y los derechos humanos. Escribí artículos para Haaretz sobre dicho tema, y aparte del hecho de que el trabajo me gustaba, también recibí a cambio un sueldo considerable. Y así fue como percibí la relación indefectible que une a la comunidad de los defensores de los derechos humanos y los periodistas. Resulta que todos los que han optado por vincularse al destino de las ONG en Israel se aseguran también así una remuneración durante una buena parte de su vida adulta“.

Según Feldman, “es de notoriedad pública que una buena parte de los activistas de izquierda de Tel Aviv obtienen sus ingresos de sus actividades de defensa de los derechos del hombre. Esta es una situación un tanto incómoda, porque no sabemos si el portavoz de tal o cual ONG, durante una manifestación, se queda ronco gritando consignas porque realmente cree en lo que hace y dice o bien porque le pagan por ello“.

Los salarios de los líderes de las ONG ha sido objeto de una investigación por parte del Haaretz. Nosotros sabemos que la directora de B’Tselem, Jessica Montel, recibió en el 2008 como salario unos 236.000 shekels (53.000 euros) y el salario promedio de los cinco empleados clave de esa ONG era, para el mismo año, de unos 180 000 shekels (unos 40.000 euros). Con respecto a la organización Médicos por los Derechos Humanos, se conoce que su director, Hadas Ziv, recibió 259.000 shekels en sus emolumentos de 2007 (unos 58.000 euros). El promedio de los cinco mejores salarios de esta ONG era de unos 178 000 shekels (unos 39.900 euros).

Al director de Adala, Jabrin Hassan, se le abonó 225.000 shekels en 2007 (unos 50.000 euros) y sus cinco empleados más importantes tuvieron un salario promedio de 156.000 shekels (unos 35.000 euros).

Todas estas cifras no tienen en cuenta los múltiples beneficios obtenidos por los miembros de estas ONG: coche, viajes al extranjero, ordenadores, móviles…, además por supuesto de beneficios colaterales como conferencias, paneles, libros, películas…

Para concluir, volvamos a Feldman, quien terminaba su nota diciendo que “sin las iniciativas neo-colonialistas de la Unión Europea para resolver el conflicto (Israel y Palestina), es probable que gran parte de mis conocimientos me servirían para estar en el paro…

En resumen, ser de izquierdas es “padre”, pero  además ser un activista de izquierdas en Israel te proporciona unos estupendos dividendos.