ALAIN GRANAT /JEWPOP

En 1936, Suleiman al-Assad,  notable sirio alauita y padre de Hafez al-Assad, se dirige por carta conjuntamente con 5 personalidades alauitas a León Blum, presidente del Consejo francés. Los términos de esta carta extraordinaria, y en particular, la visión de éstos líderes alauitas sobre el ” Hogar Nacional Judío“de Palestina, son relatados  en un libro de reciente publicación,” El Otro Lado del Espejo: Un americano viaja  a través de Siria”, de Allen Brooke, del cual hasta el New York Review of Books se ha hecho eco.

La Política francesa después del colapso del Imperio Otomano, es exactamente la contraria a la que propugnan los británicos,  los cuales buscan apoyarse en el nacionalismo árabe unitario de los sunitas aunque suponga el aplastamiento de los otros componentes de la sociedad, como recuerda Henry Laurens en su libro de referencia: “El Oriente Árabe, Arabismo e islamismo de 1798 a 1945 “.

En Siria, Francia tratará de extender su política favorable a una minoría de las comunidades musulmanas, las no sunitas, es decir, los drusos y alauitas, creando, como en Líbano, y dentro del auspicio de Naciones Unidas, un estado sirio artificial después de la conquista militar del país en 1921.

Cuando Suleiman al-Assad, escribe a León Blum en 1936, mientras reinaba una situación casi insurreccional en la región, le plantea la cuestión de la integración de los drusos y alauitas en el Estado sirio y su protección por el Ejército francés.

Con el fin de influir en las autoridades mandatarias en vista del tratado franco-sirio, que será ratificado el 27 de diciembre de 1936, los seis autores de la carta explican por qué sería conveniente y sabio conservar una entidad alauita separada de la entidad de mayoría sunita.

Uno de sus principales argumentos toma como ejemplo la situación de la minoría judía en Palestina.

“Hoy”, explican en su carta, “la condición de los judíos en Palestina es la más evidente manifestación de la violencia de la política islamista de cara a los que no pertenecen al estilo de religión del Profeta. Esos buenos judíos contribuyen a la evolución de la sociedad árabe y a la paz, invirtiendo dinero, estableciendo la prosperidad en Palestina sin el  pecado de la violencia y sin tomar por la fuerza ningún tipo de poder. Sin embargo, los musulmanes declaran su Guerra Santa y no dudan en masacrar a sus esposas e hijos, y ello a pesar de la presencia de los británicos en Palestina y los franceses en Siria. Por esa razón, un destino funesto espera a los Judíos y a todas las demás minorías en Siria si el mandato se suprimiera, y si Siria musulmana se une a una Palestina Musulmana…, objetivo último de los árabes musulmanes”.

El tratado franco-sirio, finalmente establecerá la unidad siria con gran daño para las minorías de drusos y alauitas, quienes rechazaron reconocer al nuevo poder, a pesar de las promesas de protección militar de los franceses.

Se conoce el resto de la historia, con la llegada al poder en 1970 de Hafez Assad, y después con su hijo Bashar, quienes obviamente no heredaron los sentimientos pro-sionistas de su padre y abuelo.