PETRA MARQUARDT-BIGMAN

“Si alguien desea (practicar) una religión diferente del Islam, nunca se le aceptará, y en la otra vida se le contará entre los perdedores”.

Este duro mensaje, en árabe y en inglés, da la bienvenida a los turistas y peregrinos cristianos de todo el mundo cuando acceden a la famosa Iglesia de la Anunciación de Nazaret, la cual se cree que está situada en el lugar donde el arcángel Gabriel anunció a la Virgen María que daría a luz a Jesús.

Tomé esta foto del mencionado cartel (con la Iglesia de la Anunciación a la derecha) a finales de junio, durante una visita a Nazaret, y me acordé entonces de una columna reciente en el JPost de Ray Hanania, en la cual hablaba acerca de una iniciativa jordana para convencer a los cristianos del Oriente Medio para que no abandonaran la región donde se originó su fe.

Hanania señalaba que “el porcentaje de cristianos entre la población de Oriente Próximo se ha reducido del 20% de hace 100 años a un 5% en la actualidad”. En su opinión, “las amenazas de los extremistas, judíos y musulmanes, destinadas a los cristianos con unos puntos de vista generalmente moderados”, constituían la “mayor amenaza a la minoría árabe cristiana”.

Hanania también lamentaba la gran debilidad de los grupos que apoyaban a los cristianos, argumentando que “en las últimas dos décadas, con el surgimiento del nacionalismo judío en Israel y con el auge islámico en el mundo árabe, las organizaciones cristianas han sido dejadas de lado”.

Creo que Hanania tiene razón al señalar que el éxodo de los cristianos del Oriente Medio es un tema, por desgracia, ampliamente ignorado, pero yo diría que una de las razones de ese descuido las demuestra el mismo Hanania cuando insiste en lo que implica una equivalencia completamente falsa entre extremistas judíos y musulmanes y entre el nacionalismo judío y las políticas islamistas.

Como sabe muy bien Hanania, Israel es el único país en el Oriente Medio donde la población cristiana ha crecido relativamente en las últimas seis décadas, pasando de 34.000 en 1948 a unos 160.000 personas en la actualidad. Citando a un informe del Departamento de Estado de EEUU, Giulio Meotti señalaba en un artículo apropiadamente titulado “Un Oriente Medio sin cristianos”, que “el número de cristianos en Turquía se redujo de dos millones a 85.000, en el Líbano se ha pasado del 55% a 35% de la población, en Siria, de casi la mitad de la población se ha reducido a un 4%, y en Jordania, del 18% al 2%. En Irak, podrían ser (dentro de poco) exterminados”.

De una manera más que obvia, ni los extremistas judíos ni el nacionalismo judío son los culpables de estos hechos, los cuales se deben al islamismo y a la supremacía musulmana que tan claramente se refleja en el cartel que fotografié en Nazaret. Siempre y cuando la raíz y la causa del problema sea silenciada, será difícil abordar el problema con eficacia.

Inevitablemente, algunas personas bien intencionadas considerarán que el cartel de Nazaret y su mensaje tal vez se pueda atribuir exclusivamente a algún grupo marginal, el cual no es representativo de ninguna manera de las principales creencias musulmanas. Si este fuera el caso, yo no estaría escribiendo sobre ello. En primer lugar, cabe señalar que el cartel ya estaba colocado a tiempo de las vacaciones de Pascua de este año, tal como se documenta en el blog Elder of Ziyon de abril.

Su mensaje también se vincula a la historia de otro cartel anterior, el cual fue colocado en el mismo lugar para la Navidad de 2008. De acuerdo con un informe del Catholic News Service, la facción norte del fundamentalista “Movimiento Islámico cambiaba de vez en cuando su contenido con diferentes pasajes del Corán”. Al parecer, tanto los residentes de Nazaret como los funcionarios locales creyeron que mientras esos mensajes no incitaran a la violencia, lo mejor era no reaccionar ante dicha provocación, pues ese era el objetivo buscado.

Sin duda, una actitud prudente, y es que no existe ninguna duda de que si hubiera carteles similares que expusieran reclamaciones de una supuesta supremacía cristiana cercanos a importantes lugares sagrados musulmanes, como la mezquita de Al Aqsa, cualquier tipo de violencia que pudieran derivarse se achacaría, y se culparía, a aquellos que pusieron los carteles.

Pero vamos a echar un vistazo más de cercano al mensaje actualmente expuesto en Nazaret: “Si alguien desea una religión diferente del islam, nunca se le aceptará, y en la otra vida se le contará entre los perdedores”. El contenido es una cita del Corán, lo cual es confirmado por una web dedicada a explicar el Islam a los no musulmanes en varios idiomas.

Entre las muchas web que ofrece esta cita está GainPeace, bajo este lema: “ganar la paz a través del Islam…”[sic], donde se afirma alegremente que el Islam es “la culminación final y el cumplimiento de la misma verdad básica de que Alá (Dios) se ha revelado a través de todos sus profetas a cada pueblo”. Esto también significa que “todos los profetas [específicamente Abraham, José, Jacob y Jesús] fueron de hecho musulmanes porque eran los fieles remitentes y depositarios de la voluntad de Dios, el Creador”.

El grupo GainPeace se describe como “una organización sin fines de lucro cuyo objetivo principal es educar al público en general sobre el Islam y aclarar muchos conceptos erróneos que puedan tener” – y cualquiera que así lo desee también puede consultar la web del grupo con el fin de aclarar cualquier “conceptos erróneo” que posea acerca de Jesús.

Una vez más, este grupo no puede ser considerado como un grupo marginal ya que afirma trabajar “bajo el paraguas del Círculo Islámico de EEUU”, que se estableció a finales de 1960 y se describe a sí mismo como una organización “que lidera grupos de base de la comunidad musulmana americana”, aunque la Liga Anti-Difamación haya acusado al grupo de colaborar en eventos que promueven el antisemitismo y el extremismo.

Teniendo en cuenta el hecho de que ese mensaje tan provocativo de una supremacía islámica también es ampliamente destacado en las principales web musulmanas en inglés, quizá sea hora de cuestionar si es realmente tan prudente hacer caso omiso de este mensaje con el fin de mantener una fachada de convivencia.

De hecho, una encuesta reciente del Pew Research Centerindicaba de una manera poco sorprendente “que el público musulmán y occidental seguían viendo las relaciones entre ambos como malas” y que “ambas partes seguían confirmando los estereotipos negativos de la otra”.

Pero no es un “estereotipo negativo” considerar que la supremacía musulmana es una manifestación frecuente, ya que es un hecho fácilmente documentable. E incluso el propio Pew Research Center se ve obligado a reconocer que “como en el pasado, los musulmanes expresan opiniones más desfavorables acerca de los cristianos que los estadounidenses o los europeos acerca de los musulmanes”. Y ni que decir tiene, las opiniones sobre los judíos son “uniformemente bajas” entre los musulmanes.

Por otra parte, muchos musulmanes sienten “que los estadounidenses y europeos se muestran hostiles hacia los musulmanes”, y aquellos que consideran las relaciones con Occidente como muy malas “abrumadoramente culpan de ello a Occidente”, y de una manera muy reveladora, entre los estadounidenses y europeos existe un número significativo que “acepta de hecho esa culpabilidad”.

Muchos de estos estadounidenses y europeos que están tan ansiosos por tener la culpa de las malas relaciones con el mundo musulmán suelen ser progresistas laicos a los que no les importa demasiado la religión, y pocos de ellos suelen ser conscientes – o están interesados – en la frecuente afirmación de una supremacía islámica, tal como se refleja en el cartel de Nazaret.

Por lo tanto, siempre y cuando tales afirmaciones sigan formando parte de las principales creencias musulmanas, los esfuerzos occidentales para mejorar las relaciones con los musulmanes nunca satisfacerán lo bastante a aquellos que alimentan un persistente sentimiento de agravio musulmán, y ello por el hecho de que judíos y cristianos rechazan la idea de que el Islam de alguna manera supera e invalida su fe, y de que conviertan a sus propios profetas en musulmanes con carácter retroactivo.