JOSÉ KAMINER

El noveno día del mes hebreo de Av (en hebreo Tisha B’av) inicia en el 2011 al atardecer del ocho de agosto y  termina al atardecer del día nueve del mismo mes, coincidiendo este año, el calendario hebreo y gregoriano en la fecha del nueve.

A lo largo de la historia judía, el nueve de Av ha sido reconocido como un día de turbulencia. Muchos acontecimientos terribles ocurrieron o se iniciaron en este día en la historia, incluyendo la destrucción del primero y segundo templos (586 A.E.C. y  516 A.E.C.), la destrucción de Jerusalén por los romanos (70 E.C.), el comienzo de la Inquisición española (1492) y el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914), que presagiaba acontecimientos que condujeron al Holocausto.

Durante la Primera Cruzada, 10.000 judíos fueron asesinados en Tisha B´av (1095). En 1290,en la misma fecha, los judíos fueron expulsados de Inglaterra. También se dice que es el día en que Moisés regresó del Monte Sinaí con los Diez Mandamientos y descubrió a su pueblo adorando ídolos. Durante el Holocausto, las deportaciones del gueto de Varsovia al campo de exterminio nazi de Treblinka comenzaron en Tishá Be Av (1942). Más recientemente, el atentado mortal a la Asociación Mutual Argentina, un centro comunitario judío en Buenos Aires, tuvo lugar en Tisha B’av (1994).

Además de ayunar durante Tisha Be Av, los judíos observantes se abstienen de lavar, trabajar, beber, usar la electricidad, hacer compras y tener relaciones sexuales. Muchos judíos se sientan en taburetes bajos o duermen en el suelo. Se abstienen de saludar a los visitantes y leen el libro de Eija (Lamentaciones). Durante las tres semanas antes de este día de fiesta, los judíos no pueden celebrar matrimonios. Este período de duelo inicia con otro día de ayuno, el del 17 de Tamuz,  las paredes del Segundo Templo de Jerusalén se rompieron en el año 70.

Los judíos ortodoxos creen que Tisha B’av seguirá siendo un día de luto hasta que llegue el Mesías y se lleve a cabo la reconstrucción del templo; a partir de este momento, se convertirá en un eterno día de celebración. Aunque el  judaísmo reformista nunca asignó  importancia a la destrucción del templo, Tisha B’av sigue siendo observado como un día para recordar las tragedias judías.

Llegar a un acuerdo con el desastre nunca es fácil. No hay raza o la religión que no haya tenido más experiencia histórica con la aflicción que el pueblo hebreo. En repetidas ocasiones, los judíos han sido conquistados, esclavizados, masacrados, torturados y expulsados. De alguna manera, a pesar de todos los esfuerzos para destruirlos, han encontrado una manera de sobrevivir e incluso prosperar.

El pueblo judío encontró una manera de convertir el desastre en la supervivencia y la supervivencia en una nación nueva, reconstruida sobre las ruinas de los antiguos reinos judíos de David y Saúl.

Han pasado más de 2.000 años desde la destrucción de los templos en el antiguo Israel. Durante ese tiempo, miles de judíos han sido sacrificados por los griegos, los romanos, las Cruzadas, la Inquisición española y el Holocausto. A pesar de la indignidad de la perspectiva histórica, judíos siguen existiendo. Adoran al mismo Dios, practican las mismas oraciones, observan los mismos días festivos y realizan los mismos ritos. Esta crónica asombrosa de supervivencia podría ser una de las más grandes leyendas de la historia humana.

A pesar de que  Tisha B’av es el día más triste del calendario judío, puede ser considerado, a través de una cuidadosa reflexión, como un día para estar agradecidos por la supervivencia del pueblo judío. No obstante los persistentes intentos de destruir la civilización judía, este pequeño y persistente grupo humano ha encontrado una manera de sobrevivir, prosperar y contribuir a la cultura de innumerables sociedades.

En este sentido, Tisha B’av también puede ser observado como un día para estar agradecidos por la flexible resistencia del “pueblo elegido”,  siempre perseguido y amenazado con la destrucción.

El pueblo judío sigue su marcha a lo largo de la historia, sin cesar, sin inmutarse y siempre agradecido por la influencia de sus antepasados.