COMUNIDAD JUDÍA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS

Uno está tentado a declarar que “Torn“, el documental del cineasta israelí Ronit Kertsner que debuta en los EEUU en el Festival de Cine Judío de San Francisco, trata sobre la pregunta “¿Quién es un judío?“. De eso trata. Pero también es algo más que eso.
La película cuenta la historia de Romuald Jakub Weksler-Waszkinel, un sacerdote católico polaco y profesor de filosofía de 60 y muchos años que decide que quiere emigrar a Israel. En lo que es probable que sea el último caso de un sacerdote europeo que conoce que nació de padres judíos asesinados durante el Holocausto, Weksler-Waszkinel ha decidido abrazar su identidad judía y realizar aliyá sobre la base de la Ley del Retorno.

Como lo hizo con el hermano Daniel ante un hecho similar en 1962, el gobierno israelí se ha negado a conceder a Weksler-Waszkinel la ciudadanía, argumentando que un judío que practica otra religión no entraría dentro de la Ley del Retorno. En cambio, le concedió a Weksler-Waszkinel, cuyos padres de adopción fueron reconocidos como “Justos entre las Naciones” por Yad Vashem, una residencia temporal con una visa de trabajador religioso.

Weksler-Waszkinel, que sigue dedicado al aprendizaje del hebreo y de las prácticas religiosas judías, ha decidido quedarse en Israel a pesar de su decepción por la decisión del gobierno. Yaakov, como se le conoce ahora, no es, de hecho, un sacerdote más. Después de estudiar en un ulpán en un kibutz religioso, ahora vive en Jerusalén y trabaja en los archivos de Yad Vashem.

Nadie se muere y cae gravemente enfermo en esta película, sin embargo, resulta desgarradora. Un desastre, de hecho, es lo que le sucede al protagonista. En su vejez, él niega y abandona la identidad de toda su vida para asumir otra, una que nunca le será verdaderamente reconocida y aceptada. No en Israel, y no en la mayoría de las comunidades judías de todo el mundo.

Weksler-Waszkinel se ha comprometido a renunciar el catolicismo, pero no va a renunciar a su creencia en Jesús. Ahí radica la razón por la cual no se le reconoce como un judío por sus compañeros judíos. Lo que él denomina fanatismo, otros lo contemplan como seguir la orden rabínica que trata de mantener un anillo protector alrededor de la Torá. El temor al sincretismo religioso es todavía tan fuerte que puede ahogar las excepciones de carácter humanitario.

Resulta difícil de contemplar la historia de cualquier judío de nacimiento converso a otra religión y que trata de regresar finalmente al judaísmo. Pero aún resulta más difícil de contemplar a un hijo de Dios someterse a un tan difícil y frustrante viaje.

El ministerio del Interior de Israel no parece estar preparado para pronunciarse a favor de Weksler-Waszkinel, pero su presencia tranquila y su fe inquebrantable ha hecho mella no sólo en en el cineasta isrealí Ronit Kertsner, sino también en algunos del kibutz religioso con los que el ex sacerdote vivió y oró durante buena parte del año. El cineasta lo recuerda: “Uno de ellos habló durante la proyección de la película en Jerusalén y dijo que lo que aprendió de Yaakov fue el poder de la fe, y aunque sabía que no era el lugar para decir esto, sintió que había aprendido de Yaakov que no importa en que Dios crea, siempre y cuando usted crea sinceramente“.