LEÓN OPALÍN EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

La difusión de mensajes gubernamentales en medios de comunicación sobre la captura de individuos que encabezan a diversas organizaciones criminales en la República y sobre el “creciente” decomiso de armas, drogas y dinero a las mismas, busca reforzar la imagen del Ejecutivo frente a la ciudadanía en relación a la eficiencia de la estrategia del gobierno en el combate a los grupos delictivos. Diferentes analistas consideran que los avances en la materia en buena medida derivan del apoyo al Ejército y a diferentes policías de México que han otorgado varias dependencias oficiales de inteligencia de EUA, hecho que ha sido criticado vehementemente por legisladores y políticos de izquierda al considerar que la ayuda estadounidense implica la violación de la soberanía interna, incluso mencionan que agentes de EUA han participado directamente en operativos contra los delincuentes. Cabe destacar que la discusión entre el gobierno y las diversas fuerzas políticas sobre la participación extranjera en la lucha contra la delincuencia organizada resulta intrascendente en virtud de que a la luz de que en una época de globalización la cooperación internacional resulta vital para abatir la criminalidad.

En este contexto, el gobierno de México ha señalado que con la captura de los principales “capos”, las organizaciones criminales se han debilitado; sin embargo, en la realidad se observa que han surgido nuevos líderes de las bandas y sus actividades ilícitas se han extendido en el país; sobresale que cada vez más realizan acciones típicas de grupos terroristas. Las actividades de los carteles se han diversificado, además del tráfico de drogas, armas y personas, comprenden los secuestros, extorsiones, asaltos en carreteras, entre otros delitos, con ello ha aumentado el clima de incertidumbre entre la población y se ha afectado negativamente los flujos de turismo y de inversiones; lo que ingenuamente es negado por las autoridades. La delincuencia organizada ha cobrado vigor con el uso de armamento sofisticado y la incorporación a sus filas de soldados desertores de elite del ejército mexicano que fueron capacitados en EUA.

Es importante hacer notar que la participación del Ejército en acciones para la seguridad y la lucha contra el crimen organizado ha causado importantes “daños colaterales” y una preocupante violación de los derechos humanos; en este sentido, el Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha consignado que “la intervención del Ejército en tareas de seguridad pública ha implicado un aumento de las quejas por violación de los derechos humanos hasta en 500.0% en los últimos cinco años”. De aquí que la reciente decisión de la Corte Suprema de Justicia de México de delegar a tribunales civiles casos de violencia de militares, podría ayudar a atenuar la impunidad de la que frecuentemente gozan diversos miembros del Ejército; no obstante, los tribunales tendrán que manejarse con imparcialidad y objetividad para que no se beneficie a delincuentes que argumenten falsamente la falta de respeto a sus derechos por parte de los militares.

El reto de vencer a las organizaciones criminales no sólo se ubica en una estrategia para enfrentarlos directamente; quizá sea más trascendente el crear condiciones económicas más favorables para el desarrollo de la gente para que pueda incorporarse al mercado laboral formal de manera digna y no se vean atraídos por la ilegalidad. México no podrá superar el virtual estancamiento económico que vive, mientras “las remuneraciones en 40.0% de los hogares sean insuficientes para cubrir sus necesidades y que para sobrevivir y complementar su ingreso, dependan principalmente de las transferencias del gobierno, de las remesas, becas, donativos y regalos en especie”.

Las cacareadas reformas estructurales en materia laboral, política y educacional, son fundamentales para que la población de México goce de niveles decorosos de bienestar; no obstante, en tanto la clase política, y los gobernantes, no adopten una mística de servicio y honestidad hacia la comunidad y prevalezcan la corrupción y el narcisismo, muchos mexicanos, especialmente jóvenes que no pueden incorporarse a la actividad productiva, habrá desesperanza y frustración ante las cuales puede resultar más atractivo el desempeño de actividades delictivas.