ELENA ACHAR EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

25 de agosto 2011- Tanto una relación amorosa, como en una relación padres e hijos y a nivel social, el mérito tiene una función muy importante como incentivo social para que una comunidad crezca.

La meritocracia (del latín mereo, merecer, obtener) es un valor en el que los individuos se diferencian entre sí por su talento y motivación y de esta forma obtienen alguna distinción o posición social.

En un sistema político , la meritocracia puede chocar con la democracia, ya que el criterio de elección se basa en las preferencias políticas de los votantes y no necesariamente en los méritos de los candidatos a elegir.

Un gobierno meritocratico es el gobierno de los más capaces de gobernar, sin embargo, en una democracia el más apto para gobernar no es el que la sociedad elige a través de su voto; los gobernantes son electos en virtud de las preferencias políticas de los votantes.

La principal problemática de nuestra administración pública es que no se manejan premios y castigos bajo el valor de la meritocracia. En otras democracias, como Chile, EUA o Nueva Zelanda, los puestos de la administración pública son propuestos por el ejecutivo y ratificados por el ejecutivo, por lo que el congreso controla y ratifica la estructura que ejecuta los planes de gobierno.

El problema de la administración pública mexicana es que sus puestos se determinan por la designación del poder ejecutivo en turno y el criterio normalmente es el clientelismo y no el mérito.

Desgraciadamente la cultura clientelar permanece en el sistema educativo y su sindicato; en ese sentido, podemos tener algunas respuestas de por qué nuestra educación, siendo de las que mundialmente se le asigna mayor presupuesto, es de las que peor calidad mantiene.