JULIÁN SCHVINDLERMAN/REVISTA COMPROMISO

“[Debemos] revisarnos nosotros, empezando por el liderazgo de mí mismo”. La frase, transmitida por la televisión estatal venezolana el viernes 29 de julio, pertenece a Hugo Chávez. Confrontado a su propia mortalidad, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela decidió renovar su atuendo, sus slógans y las lecturas de algunos pronunciamientos de los padres del Cristianismo.

“¿Por qué tenemos que andar todo el tiempo con camisa roja?” preguntó retóricamente el día de su cumpleaños número 57 al mostrarse con una camisa amarilla, por motivos espirituales, según dejó saber. “Esa gente que se viste ropa interior roja es sospechosa”, agregó. El lema “Patria socialista o muerte”, hasta entonces usado insistentemente, será cambiado por “Patria socialista y victoria”, anunció. Chávez añadió que la cita bíblica atribuida al apóstol San Pablo -“me consumiré gustosamente al servicio del pueblo sufriente”- demanda asignarle otro sentido pues “consumirse es acabarse y yo no me voy a consumir y mucho menos gustosamente”. Mostrándose ante las cámaras con los signos de la quimioterapia, Chávez declaró: “Este es my new look”.

Estrambótico como siempre, en los que parecen ser sus tiempos finales de liderazgo político, el presidente venezolano parece estar dispuesto al cambio. Pero se requerirán modificaciones más que ornamentales si él espera salvar a su país del legado de su propia revolución. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), el año pasado la economía venezolana se contrajo el 1,6%, mientras que las economías latinoamericanas crecieron, en promedio, el 6%. Venezuela tiene uno de los índices más altos de inflación regional, si no el más alto: 23,6% anual. Tal como ha publicado el diario La Nación, la escasez de alimentos, estimada en el 18%, alcanza a productos básicos como la leche en polvo, el aceite de maíz, el azúcar, la carne y el pollo.

Habiendo sido en el pasado el quinto exportador mundial de café, Venezuela hoy debe importar café de Nicaragua. Casi el 7% de la población no tiene vivienda, en tanto que el servicio eléctrico es deplorable. Cuando Chávez llegó al poder en 1998 hubo 4.550 homicidios; una década después el guarismo era de 14.589 según el Observatorio de Violencia Venezolano. El gobierno ya no publica estadísticas sobre el crimen.

En el área de la salud la situación es especialmente calamitosa. Conforme ha informado Mary Anastasia O´Grady en las páginas del Wall Street Journal, en las clínicas privadas el costo de los servicios hospitalarios crece un 39,7% anualmente, los costos de los servicios médicos y paramédicos crecen un 21,5% y los costos de los remedios y de los equipos médicos lo hacen al 17,4%.

En los hospitales donde los precios no pueden ser aumentados, la calidad y el servicio han caído, resultando en faltantes desde aspirinas hasta pastillas para el colesterol. Con sueldos promedio de 325 dólares mensuales, los doctores que pueden abandonar el país lo hacen; la Federación Médica Venezolana reportó que hay 130.000 pacientes en espera parar ser operados en hospitales públicos. Este cuadro podría explicar la razón por la que Chávez eligió viajar a Cuba para ser atendido médicamente.

La isla comunista tiene la reputación de ser un paraíso de la salud. Con 73.000 médicos con licencia, posee la mejor tasa de médico por paciente en el mundo (1/170). Sin embargo, puede que Hugo Chávez tampoco confié demasiado en el sistema de su amigo Fidel Castro. Como ha observado O´Grady, su cirujano es español.

Junto al deterioro en la salud física del presidente se advierte un deterioro en la salud institucional del país, y ello puede verse de manera particular en la situación de su comunidad judía. Diariamente son hostigados los judíos en la prensa oficial y semioficial venezolana. El padecimiento es continuo y el tipo de retórica pública que deben escuchar puede verse en apenas dos citas de años dispares: en la Navidad del 2005 Chávez aseguró, elípticamente, que “algunas minorías, entre ellas los descendientes de los asesinos de Cristo, se han apoderado de las riquezas de este mundo”, y en junio de 2011 proclamó, ya sin ambigüedades, “¡Maldito eres, Estado de Israel!”. Una de las sinagogas fue profanada y una institución central que oficia a la vez de escuela y de club deportivo fue dos veces allanada bajo pretexto. En poco más de una década de gobierno, Chávez logró que alrededor de la mitad de la comunidad judía emigrara.

Hugo Chávez está enfermo, y Venezuela también. La salud del presidente está siendo debidamente atendida. Ya es hora de que también esa hermosa nación reciba la oportunidad de recuperarse.