ABC.ES INTERNACIONAL

Con un ojo en Ankara y otro en El Cairo, desde el 11 de septiembre se celebra en Herzliya (Israel) el undécimo encuentro mundial del Instituto israelí Contra el Terrorismo (ICT). Tres cuestiones preocupan a los militares y expertos reunidos en el salón del Museo del Ejército del Aire: las consecuencias de una proclamación de un Estado palestino, la «primavera árabe» y la yihad global.

Turquía, que no estaba en la agenda, se ha colado en el debate de un foro que en anteriores ediciones recibió a Aznar o Blair. El director del ICT, Boaz Ganor, ha asesorado en varias ocasiones al Gobierno de Israel. Respecto a los últimos movimientos diplomáticos y militares del viejo aliado musulmán de Israel asegura: «Erdogán está acelerando ahora su política de neo-otomanismo tras las revueltas árabes. Turquía trata de competir con Irán por hacerse con el control de este proceso».

—¿Qué consecuencias tiene la «primavera árabe» para Israel?

—Es un proceso que ha favorecido a los yihadistas y fundamentalistas. Hablo de Al Qaida y sus filiales, Hizbolá o Irán. En algunos casos están tratando de contactar con organizaciones locales como los Hermanos Musulmanes en Egipto. Si las revueltas acabaran con liderazgos democráticos y pacíficos en Egipto y Siria, la «primavera árabe» sería muy beneficiosa. Pero me temo que estos liberales tienen un mínimo poder. La verdadera llave del poder la tienen ahora los fundamentalistas, islamistas y yihadistas. ¡Hasta hemos visto buques de guerra iraníes atravesando el Canal de Suez!

—¿Cómo valora el ataque a la Embajada israelí en El Cairo?

—Es consecuencia del incremento de la presión de los Hermanos Musulmanes, una organización negativa para la región y para el país porque tratarán de crear un califato islámico. Otro riesgo en Egipto es que existen vacíos de poder como en la península del Sinaí que se ha convertido en tierra de nadie. Esto es muy peligroso para Israel.

—¿Es posible la democracia árabe?

—EE.UU. cree que la democracia es la respuesta a los problemas de los radicalismos. Desde luego el proceso de la «primavera árabe» puede derivar en democracias, pero ello no tiene por qué ser mejor.

—¿Y Libia?

—Sabemos ya que algunos elementos yihadistas se han establecido en el país, algunas tribus están conectadas ya con Al Qaida y me temo que veremos un situación más y más deteriorada que degenerará en una guerra civil entre grupos ligados a Al Qaida y otros elementos libios. Del proceso de la primavera árabe hay dos países que nos deben preocupar: Libia y Yemen, con estructuras tribales ligadas a Al Qaida.

—¿Cómo influye la muerte de Bin Laden en la lucha contra el terrorismo?

—No está influyendo mucho. Al Qaida es mucho más que Bin Laden, y la yihad global es mucho más que Al Qaida. Sus posibilidades de causar terror no han disminuido en exceso.

—¿Cuál es el papel de Irán en el terrorismo global?

—Está involucrada en el terrorismo de Oriente Próximo. Vemos su influencia en Líbano vía Hizbolá, en Gaza con Hamás, o en otros escenarios de la escena palestina con los Comités de Resistencia Popular o la Yihad Islámica Palestina. Tratan de expandirse en Siria, en el Cuerno de África y en Sudamérica. Irán está esperando tener el arma nuclear para extender la influencia de estas redes y facilitar sus intereses.

—Debe hacer algo la comunidad internacional para evitar que Irán se haga con la bomba atómica

—Sin duda. El mundo será diferente si Irán alcanza la bomba atómica.

—¿Sigue siendo España objetivo de Al Qaida?

—Por supuesto, siguen creyendo que Andalucía debería convertirse en un territorio islámico, y no sólo Andalucía sino gran parte de la UE.

—¿Cómo es el mundo diez años después del 11-S?

—Mucho más peligroso de lo que solía ser. Por otro lado hay más cooperación internacional para acabar con la lacra del terrorismo.