BECKY RUBINSTEIN F.

El sólo mencionar su nombre, causa polémica. Su historia de vida muestra caídas dolorosas y éxitos que lo colocan en el Olimpo junto a los “dioses” de la cinematografía actual. Pocos pueden vanagloriarse de haber destacado como actor, guionista y productor.

Su biografía, digna de ser resumida en una novela, o acaso, servir de material para una película inicia con una tragedia: la Segunda Guerra Mundial y la desaparición trágica de sus padres durante el Holocausto.

Su talento, tras estudiar cine en Lodz- lo lleva a Hollywood donde destaca por sus filmes, una de ellas, El bebé de Rosemary, protagonizada exitosamente por Mia Farrow. También destacan, en calidad de clásicos, Chinatown (1974) y El pianista, film merecedor de múltiples premios: la Palma de Oro en Cannes (2 000), el Goya por mejor película, el César de la actuación, dos Bafta y tres Óscar.

En Los Ángeles, la Meca del Cine, contrae matrimonio con la bella Sharon Tate –de quien esperaba un hijo-, quien muere trágicamente, asesinada por la secta encabezada por Charles Manson, hasta hoy día en prisión. Inculpado por mantener relaciones con una menor se le condena a arraigo domiciliario. Todo mundo lo señala.

Paria de la sociedad, a pesar del perdón de su víctima, el mundo está a la expectativa de su derrota, de un final esperado. No su muerte física, sino social.

Por años Polansky no se atrevió a poner un pie en suelo americano donde lo esperaba el rigor de la justicia.

Sin embargo, cual Ave-Fénix , renace de sus cenizas. El marco de su triunfo: el Festival de Venecia, donde el judeo-francés Román Polansky, recibe, según la crítica, “grandes aplausos” por Carnage su más reciente film, “fantástica historia que se sostiene sobre los hombros de cuatro enormes actores: Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly.”

Según los diarios “Winslet, Waltz y Reilly homenajearon a Polansky, ausente en el festival, a quien le atribuyeron todo el mérito en el estupendo resultado de una película que funciona como un mecanismo
de relojería y en el que cada frase y cada movimiento está estudiado hasta el más mínimo detalle.”

Para Winslet, la historia increíblemente compleja, que dio pie a una historia extraordinaria, resultó un éxito total. Por su parte, Christopher Waltz, alabó la precisión, exactitud, la microscópica forma de trabajar de Carnage, basada en la obra teatral de Yamina Reza, coproducida por España, Francia, Alemania y Polonia, sus avales.

“Es una historia increíblemente compleja en sus detalles”, explicó Winslet en conferencia; para quien trabajar con Polansky es gran privilegio, de ahí que comentara sin empacho. “Si te llama Polansky para cualquier proyecto, no dices no.” John Reilly, por su parte, externó a la prensa. “Cuando Román te llama, después de levantarte del suelo, dices sí.”Christopher Waltz, asimismo, manifestó: “Quiero a Roman Polansky y lo admiro”. Roman Polansky, el responsable de

Baile de los vampiros, película donde presenta un vampiro judío que nada teme a los crucifijos ni al agua bendita, enemigos de los vampiros hechos y derechos- hoy día, es objeto de encomio, y adoración. Bien se dijo que la vida es como la Rueda de la Fortuna: a Polansky, autor conocido por su humor negro y por plasmar en su obra el lado surrealista de las relaciones humanas.