ENRIQUE RIVERA

El secreto de un Templo: la pasión.

 

Saber a ciencia cierta cómo, de una lista de sólo 50 personas que degustarían un chont, se pasó a más de 120 personas; saber cómo se ha rescatado no una sino ya dos veces a un Templo que se ubicó en lo que se conoció, hace décadas, como el Shtetl de Álamos; cómo explicar que los hijos apoyen a los padres en el sostenimiento de una obra de más de 70 años …Hay muchas preguntas en torno al Templo de Los Milagros, es decir,  el Shul de Álamos, que el domingo 18 de septiembre se reinauguró, estrenando pisos y otras mejoras.

Ahí, en la mañana, encontramos a la Sra. Sarita Nurko, en los preparativos del tradicional y ya famoso chont; nos expresó su deseo de conservar este espacio como sinagoga y no como garaje. Recordó al bienquerido Don Abraham Nurko, z”l., a los muchos que antes y los pocos que ahora hacen todo lo posible por que el Shul del Álamos continúe.

Y, es que siempre es  fácil recordar y mirar el Shul de Álamos como una joya, aunque siempre es más difícil imaginar a quienes la pulen. “Toñito” Sánchez, cuyos nietos ya son parte del davenen (rezo) de este Templo, acertó, emocionado, al expresar: “Me ha costado mucho, pero B”H he podido apoyar al templo y lo seguiré haciendo”, afirmo a enlacejudio.wpengine.com.

Niños, jóvenes, adultos, adolescentes, madres, savtas otrora quinceañeras y demás personas que se congregaron en el Shul de Álamos, disfrutaron tanto de la vista de este templo, tan europeo, como de la calidez, tan judía y mexicana, que las horas pasaron sin sentir. “Chucho” Stremling, nos comentó que sus recuerdos se remontan a hace 70 años, cuando él y sus amigos jugaban en donde esta el área del templo..

Su hijo, Samuel, nos comentó que de sus recuerdos atesorados era el acudir al rezo y jugar hasta donde llegaban los cánticos de los mayores. “La gente comía chont en unos  platos enormes”, rememora.

Alfredo Bistre, por muchos años fue quien nos regalaba parashiot y “cuentitos”, como él les decía, en Shabat o en las Fiestas. Cuántos y cuántos hombres y mujeres han pasado por estas paredes y se han quedo prendados a ellas. Uno de ellos es el Sr. Manuel Taifeld, quien, como alguien mencionó, es una especie de “Ministro sin Cartera” del Shul. Nos relató: “Yo aquí hice mi Oif Fruf, pero después no volví a poner un pie en él, hasta que falleció mi padre”.

En fin, todos, incluso la Sra. Gerarda y sus hijos, quienes cuidan de esta joya, tienen una característica básica, esencial: los mencionados, los no mencionados, los que están pero no vinieron, los que ya no están, todos han sentido , alguna vez, pasión por el Shul de Álamos.