LEO ZUCKERMANN/ EXCELSIOR

Idealista: Veo con preocupación que la mentira se ha apoderado de nuestra vida política .

Realista: Eres ingenuo o pretendes serlo. Bien sabes que la mentira es vital, como la sangre, en la política

I: Pero lo que estamos viendo en México es peor que la mentira. El mentiroso por lo menos sabe que está faltando a la verdad y, en este sentido, todavía le da cierto valor a ésta. Sin embargo, hoy los mentirosos ni siquiera tienen conciencia de que están engañando y, por tanto, desprecian aún más a la verdad. Toma el caso, por ejemplo, de los candidatos. Prometen el “oro y el moro” con tal de que los elijan. Luego llegan al poder y se dan cuenta de que gobernar es más complejo.

R: ¿Y qué quieres? ¿Que los candidatos digan la verdad? ¿Que hablen también de los costos que se necesitan para obtener beneficios?

I: Esa sería su responsabilidad moral.

R: En política, “la moral es un árbol que da moras”. La realidad es que el electorado no quiere escuchar la verdad. El candidato que se atreve a decirla es castigado en las urnas. Ahí tienes el caso de Carlos Castillo Peraza. Eso es lo que hizo en aquella elección histórica de jefe de Gobierno del Distrito Federal en 1997. Así le fue: a pesar de que comenzó con una gran ventaja en las encuestas, perdió la elección. Porque la política no es el ámbito de la gente comprometida con la verdad, concepto, por cierto, bastante relativo.

I: No me vengas con relativismos. Hay cosas que son absolutamente verdaderas. Nadie dirá, por ejemplo, que México ocupó militarmente Estados Unidos cuando lo contrario es verdad.

R: Bien sabes que toda esta discusión sobre la verdad y la mentira ha llenado tratados enteros de filosofía. Pero aquí estamos hablando del uso instrumental de la mentira para conquistar y ejercer el poder. Insisto: los que hablan con la verdad tienden a perder y, si bien les va, se retiran a dar clases para criticar la amoralidad de la política.

I: Pues yo sí aplaudo a hombres como Castillo Peraza. La historia quizá lo juzgue mejor que a otros que llegaron al poder con falsas promesas. Mira el caso de Fox. Pasará a la historia por la hazaña de haberle arrebatado el poder a los priistas aunque no haya cumplido lo que prometió. ¿De qué le sirvió a Fox llegar a ser Presidente?

R: De mucho porque para cualquier político es mejor tener poder que no tenerlo. La divisa de los políticos es el poder y, para ejercer éste, primero hay que conquistarlo. Y si eso implica faltar a la verdad, en cualquiera de sus variaciones, bienvenido. Repito: los que no lo hacen se quedan a ver por tele cómo gobiernan los que sí lo hicieron.

I: Eres un cínico. Tu realismo me enferma.

R: Y tú un soñador cuyo idealismo me divierte.

I: No entiendo qué es lo que te entretiene. Mira, por ejemplo, lo que está ocurriendo en el PRI.

R: Hace seis años, se atrevieron a ventilar públicamente sus pleitos internos. Y así les fue. Perdieron. Ahora ya aprendieron y todo en el PRI parece miel sobre hojuelas. Prácticamente todos ya se alinearon con Peña Nieto.

I: Y yo me pregunto: ¿qué querrá hacer Peña si llega a la Presidencia?

R: Yo tampoco lo sé. Lo que sí sé es que va a decirnos todo lo que la gente quiera escuchar para que voten por él. Y lo mismo hará el candidato del PAN. Ni se diga de López Obrador que ya nos dio una probadita hace seis años.

I: Lo recuerdo. Presentó 50 propuestas con las que prometía sacar al país del subdesarrollo y que incluían la construcción de un parque de diversiones en las Islas Marías.

R: ¿Y te acuerdas de su reacción al destaparse los escándalos de Ponce y Bejarano? ¿De verdad no sabía que el primero era un pillo apostador y el segundo traficaba con influencias? Es increíble ver cómo la izquierda, que siempre se siente moralmente superior, también se comporta igual que las otras fuerzas políticas.

I: Ya me estás convenciendo y deprimiendo. Caray: la mentira es una característica de la política mundial. Cómo olvidar, por ejemplo, la falacia de Bush hijo para invadir Irak.

R: Ya ves: los políticos mexicanos no son tan diferentes.

I: Menudo consuelo.