RÓDICA RADIAN GORDON/ EXCELSIOR

Ante los cambios profundos en Oriente Medio y los retos que nos esperan en el marco de la Asamblea General de la ONU, me parece interesante reflexionar sobre los ideales que guiaron a los “padres de la nación” en el exitoso proceso de la “construcción de una nación”, de una sociedad, una nueva cultura e instituciones científicas y académicas que han convertido a Israel en el Estado que es hoy. El ejercicio es interesante, teniendo en cuenta el esfuerzo palestino de construir instituciones efectivas, fortalecerlas y mostrar habilidad de gobernanza, representación efectiva y adhesión al Estado de derecho, entre otros.

El sionismo, es decir, el movimiento nacional judío, comenzó por un renacimiento cultural que incluyó el renacimiento de la lengua hebrea, y por ideas y debates intelectuales que representaron la vanguardia del pensamiento político de la época que, más adelante, conllevaron a la concreción de un ordenamiento político. Los líderes comunitarios judíos tuvieron la visión de construir una nueva sociedad, establecida sobre justicia e igualdad social, con un liderazgo moral e intelectual que sirviera como OR LAGOIM (Luz hacia los Pueblos).

En los círculos intelectuales sionistas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, encabezados por Martin Buber y Haim Weizmann, se discutió la idea de establecer la primera universidad judía. Es fascinante seguir los argumentos de este grupo, preocupado por los criterios educativos de la futura universidad, donde, por un lado, personas como Weizmann apoyaban el modelo alemán (europeo) de una universidad, que enseñara tecnología, a la cual se adhiriera una preparatoria técnica; y por otro lado, personas como Ze’ev Jabotinsky, apoyaban el modelo estadunidense de una universidad global. Estos debates resultaron en la inauguración, en 1924, de la Universidad Tecnológica conocida como el Technion de Haifa y, en 1925, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dedicada a la investigación y educación, así como a materias científicas, tecnológicas y prácticas. Debemos destacar la importante contribución de Albert Einstein para la constitución de ambas universidades.

En retrospectiva, estos fueron los pilares de la excelencia académica, educativa, científica y de investigación que caracterizan a Israel hasta el día de hoy.

En el marco de la construcción de una nueva sociedad, se destaca la aparición del Kibutz, posiblemente el experimento innovador más importante de vida colectiva y de construcción socialista que ha conocido el mundo moderno. La vida del Kibutz contribuyó, sin lugar a dudas, con elementos importantes de la emergente cultura israelí, como lo son la tierra y el trabajo agrícola.

El proceso de “construcción de la nación” incluyó el establecimiento de una sociedad civil fuerte, en paralelo con el establecimiento de autogobierno frente a las autoridades del Mandato Británico. Durante los mismos años en que se constituyeron las instituciones políticas encabezadas por la “Agencia Judía” (1922), como representante del pueblo judío ante las autoridades británicas, así como ante gobiernos extranjeros y la comunidad internacional, la comunidad judía en Palestina y su diáspora invirtieron en infraestructura física, social y cultural/educacional.

En mayo de 1948, al concluir el Mandato Británico, la población judía ya tenía instituciones políticas, sociales y económicas bien desarrolladas, que permitieron el nacimiento de un Estado democrático. La visión del pueblo y su credo aparecen en la Declaración de la Independencia (15 de mayo de 1948) “El Estado de Israel… estará basado en los principios de libertad, justicia y paz… asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo y garantizará la libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura”.

La idea de Luz hacia los Pueblos se encuentra también en la decisión del gobierno israelí, ya en los años 50, de compartir la experiencia científica y tecnológica, acumulada por su sociedad, con países en vías de desarrollo. Quizás esta idea refleja de un modo ejemplar la idea de “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.