LA RAZON.ES

Christopher B. Krebs sigue la pista de «Germania», la obra que Tácito escribió en la época romana y que Hitler utilizó para afianzar los principios de la superioridad de la raza aria

Con la rapidez de quien sabe que sus días están contados, el destacamento de la SS cruzó a paso de carga el holladero cubierto de grava y arena». Era otoño de 1943 y así comienza a narrar Cristopher B. Krebs la incursión que los alemanes, a las órdenes de Himmler, realizan en una villa italiana a orillas del Adriático. ¿Qué interés inducía al segundo hombre más poderoso de la Alemania nazi a tal registro? Buscaba un valioso documento, miran centímetro a centímetro, tratan de encontrar un manuscrito del siglo I que conservaba la única transcripción de la «Germania» del historiador romano Cornelio Tácito, el único texto medieval copiado a mano de un breve tratado, «Del origen y costumbres de los pueblos germánicos», escrito en el año 98 de la era cristiana. Dada por desaparecida, la obra había permanecido en silencio durante la Edad Media, pero al ser encontrada de forma casual en la biblioteca de un monasterio casi mil quinientos años después de su composición –ya en el Renacimiento–, Tácito volvía a hablar de nuevo.

Guerreros y libres

Krebs, profesor de Clásicas de la Universidad de Harvard, sigue la historia de este peligroso libro que entusiasmó a los alemanes desde Lutero a Hitler haciéndoles creer que descendían de un pueblo guerrero y amante de la libertad, muy superior al decadente Imperio romano. Con apenas treinta páginas, serviría de inspiración a los fundadores del Tercer Reich. Se enseñaba en los colegios, se citaba en los artículos nazis. Era la única crónica general de estos pueblos legada por la Antigüedad, pese a ser ilegible. Se le juzgaba un histórico pasado alemán, aunque la realidad diga que ni es un relato fidedigno de la Historia, ni aborda un pasado común germano. Lo que Tácito escribió sobre estos pueblos no se corresponde con la interpretación y la manipulación ideológica que se hizo en los siglos venideros.
«La línea cronológica que media entre el pasado germánico y el presente alemán se halla fracturada: los germanen no eran los primeros alemanes», sostiene el autor en su libro. En Alemania siempre se pensó que el texto de Tácito venía a arrojar luz sobre la vida y costumbres de un remoto pasado alemán, de ahí que desde el descubrimiento de la germanía comenzaron a destilar adjetivos que se hicieron habituales para referirse a sus antepasados: sencillos, valerosos, leales, puros, justos y honorables. Cuando Himmler leyó esto durante el traqueteo de un viaje en tren efectuado en 1924 –veinte años antes de la incursión italiana–, quedó impactado. Algo profundo caló en su fibra sensible que le llevó a afirmar: «Así volveremos a ser», a lo que añadió un grotesco «o al menos algunos de nosotros».

Sin pisar Alemania

Él era uno más en la larga lista de lectores seducidos por la obra. Krebs asegura que «si la obra de Tácito estaba llamada a ejercer una influencia tan notable y a lo largo de un periodo de tiempo tan prolongado –cuatrocientos cincuenta años– sería debido a que la propia Germania llevaba siglos no siendo otra cosa que un producto de la imaginación». Tácito, que probablemente nunca pisó Alemania, no lo escribe como un informe. Su obra fue escrita recurriendo a autores griegos y romanos. En realidad, el texto es una imaginativa reflexión romana sobre los valores humanos y una declaración política. Esta es una de las grandes ironías de la Historia. Cuenta los orígenes de un pueblo que describe como orgulloso, valiente y virtuoso. Hace un retrato complejo, una lista de las diferentes tribus de aborígenes e indígenas que habitaban en las afueras del Imperio, pero no habla de una nación. La lectura que se ha hecho desde el siglo XV al XX es la que ha querido hacer de forma interesada desde el prisma ideológico, queriendo ver en ella un verdadero pasado común del pueblo alemán que, en realidad, nunca existió. En su interpretación se despreció cualquier apreciación negativa y se destacaron elogios como «no contaminados» y «puro» por los teóricos nacionalistas alemanes.

La ideología nazi lo aprovechó para conseguir sus propios fines. La convención del Partido Nazi celebrada en Nuremberg en 1936 disponía de una «sala germánica» decorada con alusiones a Tácito como la que rezaba en el dintel: «Sabe esto, joven alemán: la viril lealtad era la virtud de los antiguos germanen. Sobre esa virtud se alza el nuevo estado». De ahí que el autor afirme que si la «Germanía» era –y sigue siendo– un libro extremadamente peligroso, no es porque encajara en el marco del nacionalsocialismo, sino porque éste contribuyó a generarlo. Y no solo él. Tras el desplome del régimen nazi, el historiador Arnaldo Momigliano creyó también que la Germania merece ocupar un lugar más que destacado entre «los cien libros más peligrosos que jamás se hayan escrito». Y no le faltaba razón, no sólo porque los nacionalsocialistas no dejaran de citarlo para respaldar sus planteamientos ideológicos y para recomendarlo  como «biblia» de la causa, sino porque durante siglos será calificado como «obra admirable», como «libro de oro» y «texto inmortal que nos llena de orgullo al constatar el superior carácter de nuestros antepasados». No es cierto que el libro contenga ideas nacionalsocialistas, pero sí que recurrieron a él para sustanciar unas nociones que acabaron considerando propias. «Ex nihilo nihil fiti», nada surge de la nada. Por eso, el profesor Krebs concluye: «No ha sido el historiador romano Tácito quien ha escrito el libro más peligroso del mundo, han sido sus lectores quienes así lo han hecho».
Seis ideas que  encandilaron  a Himmler
1. Aspecto físico.  El no mezclarse hace que la mayor parte tengan la misma disposición y talle, los ojos azules y fieros, los cabellos rubios, los cuerpos grandes y fuertes.
2. Casamientos. Son castos. Nunca se unieron con otros pueblos. Se han conservado puros y sencillos.
3. Valores humanos. La libertad, el valor, la lealtad, el coraje, la honra, la moralidad, la sencillez y el honor. No son ostentosos, no persiguen el lujo y rechazan vicios lascivos.
4. Vida militar. Dispuestos a entregar su vida en nombre del honor y la lealtad.
5. Vicios. No se ríen de ellos.  Beben mucho.
6. Tribus. Son autóctonos y puros.