DANIELLE WOLFOWITZ EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

El derecho a la vida que conlleva el derecho al trabajo y a la salud, es inherente a todos los seres humanos. Para el Creador del Universo todos son iguales ante Él. Y el pueblo judío tiene el mismo derecho de vivir que todos los demás. A los judíos se les ha reprochado injustamente el considerarse como el pueblo elegido. Es un error. Los judíos dicen que fueron elegidos por Dios para dar ejemplo a los demás pueblos del mundo en materia moral y de justicia social y que, por este motivo (1), les impuso mayores deberes y obligaciones que a los otros pueblos. Cuando se considera la situación social y moral de las sociedades contemporáneas de Moisés, cuando recibió la Tablas de la Ley en el Sinaí, es fácil darse cuenta del progreso que representaron los Diez Mandamientos que Israel regaló al mundo entero.

Por lo tanto, resulta inexplicable y nefasto el intento del mundo árabe de aniquilar a Israel.

Cuando las huestes romanas de Tito y Adriano arrasaron el Segundo Templo, sembraron sal en la tierra para que se volviera estéril para la agricultura y exiliaron a toda la población hacia la Diáspora; permanecieron sin embargo, varias familias en la asolada tierra y allí vivieron continuamente hasta la llegada del movimiento de regreso a Sión (1868) y se incorporaron al mismo.

La Diáspora, que duró cerca de dos mil años, fue una experiencia muy amarga para el pueblo judío, con persecuciones, expulsiones, matanzas y martirio permanentes, con muy escasos períodos de tranquilidad, como en Provenza. En el Occidente, hubo a partir del Siglo XIX muchos intentos de aculturación y asimilación en el medio ambiente. La mayor asimilación tuvo lugar en Alemania. Empero, con el advenimiento del nazismo, esta asimilación desembocó en el Holocausto que mató a 33 por ciento de toda la población judía mundial, entonces de 18 millones. Hoy todavía no recupera el nivel de 1939, los judíos son apenas 13 millones.

En Europa Oriental (Polonia, Rusia, etc.) las persecuciones constantes obligaron a las comunidades judías a llevar una vida aparte, centrada sobre su fe y cultura. A mediados del siglo XIX, varios jóvenes de esas comunidades, hartos del maltrato e injusto menosprecio hacia sus semejantes, decidieron regresar a su tierra ancestral. Los Jovevé (amantes de) Sión iniciaron este regreso hacia el año 1868. Se establecieron en una tierra prácticamente despoblada (el escritor Chateaubriand reporto en su viaje, en 1828, sólo 28 mil habitantes en Palestina bajo el dominio otomano). Los Jovevé Sión encontraron una tierra erosionada y desertificada por todos los conquistadores e invasores que arrasaron el país durante diecinueve siglos. El desierto ni siquiera era de arena, sino de piedras, que tuvieron que desalojar a mano para hallar un poco de tierra. A los pocos años, los Jovevé Sión habían plantado viñedos que empezaron a producir un vino apreciable, Fue Rishón-le (Primero en) Sión. No hay espacio aquí para enumerar sus esfuerzos y la ayuda de varios filántropos judíos, en esta tierra entonces infestada de paludismo y otras enfermedades. Sólo diré que cada metro de suelo yermo fue comprado a precio de oro a sus dueños absentistas que no se ocupaban de sus tierras,

Con los años se establecieron más asentamientos. Cabe mencionar que judíos y árabes se llevaban bien entonces, pues el incipiente comercio e industria que trajeron los judíos europeos eran fuentes de trabajo e ingresos para los últimos, que también se beneficiaron con las instalación de los primeros centros de salud y atención médica, hasta entonces inexistentes.

A finales de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones declaró Palestina Hogar Nacional Judío. A raíz de los problemas económicos, sociales y políticos que siguieron a la Primera Guerra Mundial y de los incipientes movimientos de autonomía arábiga, surgieron  problemas en Palestina. El antisemitismo musulmán cobró nuevos bríos. El Gran Muftí de Jerusalén fue devoto adepto de Hitler. Empezaron los ataques a los asentamientos judíos que culminaron con muchos asesinatos de gente indefensa. Los judíos organizaron entonces brigadas eficientes de defensa, que luego participaron gloriosamente al lado de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Terminado el conflicto, los árabes, apoyados en la enorme fuerza del petróleo, desplegaron todos sus esfuerzos para impedir el nacimiento del Estado de Israel, atacándole con ocho de sus recién creados países, al día siguiente de la proclamación del resucitado Estado, después de haber rechazado la propuesta de la ONU de crear dos Estados, uno para los judío y otro para los palestinos. Inclusive, poco antes de la proclamación del Estado de Israel, los israelíes propusieron a la población árabe, entonces de 600 mil almas, el permanecer con ellos gozando de igualdad absoluta de derechos ciudadanos. Pero los árabes, azuzados por los egipcios, libaneses, sirios, jordanos, etc. – que les aconsejaron retirarse “momentáneamente” mientras ellos “arrojarían a los judíos al mar”, para regresar después – ignoraron la oferta de Israel y, al quedar vencidos los árabes, permanecieron como refugiados en los países árabes que los trataron como indeseables, creándose así el problema de los refugiados que hoy superan los cuatro millones, y que los inmensos y riquísimos países árabes dejan podrirse en la miseria, para dizque apoyar su “derecho al retorno”. Por otra parte, en represalia por la creación de Israel, los 18 países árabes desencadenaron una serie de pillajes, matanzas y expulsiones que culminaron en la desaparición de todas las comunidades milenarias de dichos territorios, con la confiscación de sus propiedades, cuya superficie es mayor que el área actual de Israel y que entonces se refugiaron en Israel, que acogió a todos los ochocientos mil, haciendo un enorme esfuerzo y sin pretender compensaciones ni retorno.

A pesar de ser acosado por sus enemigos y tener que defenderse constantemente, Israel se ha vuelto una nación de vanguardia científica y tecnológica, donde hasta sus enemigos vienen a aprender. Desde su creación en 1948, ha recibido diez Premios Nobel y tiene preeminencia mundial en rehabilitación de tierras y aprovechamiento de aguas, compartiendo sus descubrimientos con todos los países. Por ello, es insensato y calumnioso el ataque propagandístico de presentar a esta nación como discriminadora e injusta, mientras es en realidad el único país realmente democrático de la región, con libertad de cultos y un 20 por ciento de ciudadanos de otras religiones que disfrutan de igualdad absoluta con los judíos.