¿De qué te ríes, México? Enrique Peña Nieto se ha convertido en presa de la sorna pública, luego que hace unos días en la Feria Internacional del Libro en la ciudad de Guadalajara, fue cuestionado sobre cuáles eran tres libros que le habían influenciado en su vida. El Sr. Peña Nieto tuvo un pequeño lapsus donde no pudo recordar correctamente los libros que encabezaban su formación, más que la Biblia.

El libro presentado en la Feria —motivo por el cual el Sr. Peña Nieto acudió a su presentación— está titulado “México, la gran esperanza: Un Estado eficaz para una democracia de resultados” y es el libro donde el Sr. Peña Nieto realiza el trazo de los desafíos y necesidades del país en su propia perspectiva, en línea con la sólida disciplina partidaria de la que se distingue el Partido Revolucionario Institucional, donde incluye la meta de convertir a México en una potencia cultural iberoamericana, entre otras estratégicas propuestas políticas de acción y rescate del dañado país que poseemos, detalle mínimo en la lluvia de noticias de sorna sobre el evento, cuando no es bastante ‘educado’ preguntar sobre otros libros cuando se es invitado a la presentación oficial de otro.

Pero es preciso que primero hablemos de compromisos tornados logros. A la gente se le olvida que el Sr. Enrique Peña Nieto mandó hacer un libro conmemorativo de su gestión gubernamental en el Estado de México que constó de dos tomos titulado “Memoria de la Administración Pública del Estado de México 2005-2011” en el que narra una síntesis global de los más de 600 compromisos de gobierno e institucionales hacia todas las ramas de la administración, desde infraestructura pública, salud, el sector agua, comunicaciones y transportes, vivienda, programas sociales en beneficencia de la población, seguridad pública, y muy importante, de la educación y la cultura. Es de señalar que no mandó hacer el recuento de hechos y compromisos de seis años de gobierno en una página web, como bien lo hace el otro partido, el cual todos sabemos cuál es. Tampoco imprime gacetas sin secuencia y sin juicio editorial distribuidos durante la madrugada en distintos puntos del país que sólo escupen propaganda política en favor de cierto dirigente popular que ha resultado un disgusto electoral y social.

Además, nadie habla de los más de seis mil libros editados durante la gestión gubernamental del Sr. Peña Nieto en el Estado de México, principalmente bajo la Biblioteca Mexiquense del Bicentenario y la Colección del Estado Mayor. Y estos libros, si usted lector no ha tenido contacto con ellos, son libros donde no se escatimó en contenido, diseño y promoción cultural. Son libros bien hechos, redactados por profesionales en el rango literario y académico, que demuestran al Sr. Peña Nieto como un hombre que ha dado cobijo y patrocinio a intelectuales desconocidos oriundos del Estado de México y de sus instituciones culturales.

Hablemos de logros. Mandar hacer libros es de buen gusto. El hecho de que su administración fue narrada en libros, habla de una candidez refinada y un enfoque a la permanencia. Patrocinar la cultura es bastante loable. Siempre será preferible un hombre que patrocine la cultura a que forme parte de ella. No es correcto exigirle a un político a que esté obligadamente involucrado en un contexto académico, puesto que son ambientes distintos, aunque se pueden relacionar entre sí.

Hablemos ahora de la periodística mexicana actual, la cual no informa, sino que entretiene. Las noticias giran entorno al ‘escándalo del día’, laxas de análisis, prolíficas en crítica. Tristemente, las redes sociales se han convertido en espacios de ‘pesca’ de anomalías y ridículos para nuestros afamados reporteros. Se suscriben al Facebook y Twitter de los demás con motivo de desvalorizar y desprestigiar el poder político.

¿De quién te ríes, México? No es correcto insultar al Sr. Enrique Peña Nieto por un desliz común puesto que nadie puede confiar en su memoria. El evento ocasionó un traspié válido dado que el ser humano puede llegar a cometer errores involuntarios. En adición, puedo declarar que si la periodística mexicana es aguda, sabrá predecir que de tal error saldrá algo bueno: el Sr. Peña Nieto no tardará en lanzar un plan estratégico que sorprenda al tener como meta el innovar aspectos retrógrados en el sector educativo que impulsen a la lectura. El Sr. Peña Nieto es un hombre sensato que aprende de sus errores.

Lo que sí es correcto pedir, es controlar la ira repentina y protectora de Paulina Peña Nieto Pretelini, su hija, quien ha provocado el sentir de una población mayoritaria en este país a través de la red social Twitter. Esta acción genera un resentimiento de las masas hacia la élite política, y una ocasión ad hoc para que la ‘gran’ periodística mexicana aproveche para cosechar escarnio en las figuras públicas, puesto que es la única forma de que venda noticias hoy en día, lamentablemente.

Recordemos que nuestra Constitución Mexicana es un conjunto de leyes que permiten que un hombre sencillo sin estudios de posgrado, pueda llegar a tomar parte del poder. Nosotros elegimos a nuestros gobernantes no por el título que puedan ostentar, sino por el valor, juicio y coraje que pueden proveer ante las circunstancias políticas del país, y por su habilidad en la resolución de problemas. Exigirle un conocimiento cultural avanzado cuando no lo necesita es un abuso público. Es bien sabido que el Sr. Enrique Peña Nieto no es un hombre sencillo, pero es un hábil estratega en esta gama de grises políticos. Permitirle a él serlo para México.

Finalmente, agrego que es lamentable que tanta desconfianza que se implanta en la sociedad de parte de los medios de comunicación hacia nuestras figuras políticas genere un clima de eterna insatisfacción, un bajo patriotismo y un constante agobio social. Es ya común encontrarse con ciudadanos deslindados del encanto cívico y de ejercer la democracia con ganas. Sí, la misma democracia que permite la existencia de un bando de aprobación y otra banda de oprobio. ¿De que ésto es natural? Sí, sí lo es. Lo que no es natural es que no acabe la sorna, puesto que ya se agotó el chiste.

¿De qué te ríes, México?