JESÚS ANAYA GONZÁLEZ

Era el año de 1924 cuando el presidente del partido nazi, Adolf Hitler, escribía en el presidio de Landsberg su libro “Mein Kampf”, es decir “Mi Lucha”. En el transcurso de 8 meses de prisión se delineaba el pensamiento antisemita de uno de los más brutales dictadores de la historia. En las últimas líneas del capítulo segundo de la primera parte de su libro expreso lo siguiente: “Me hallaba en la época de las más honda transformación ideológica operada en mi vida: De débil cosmopolita debí convertirme en antisemita fanático”. Este exaltado orador cautivaba a su auditorio alemán aduciendo que la raza aria era superior y por ende merecía un mejor nivel de vida, pero tenía un problema: el pueblo judío.

El führer (líder) como le llamaban vehementemente sus fanáticos seguidores quedaron convencidos de “La Solución Final”, es decir el genocidio total de la comunidad judía. Los brazaletes amarillos con la estrella de David colocados en el brazo identificaban a los judíos y en las “marchas de la muerte” fueron llevados a los guetos primeramente y luego a los campos de concentración y exterminio.

En la “culta sociedad alemana” de Hitler se asesinaron de la manera mas cruenta cerca de seis millones de judíos. Niños, bebes, mujeres embarazadas, científicos, papas, mamas, religiosos, abuelos, artistas, empresarios, estudiantes, maestros, todos ellos y ellas que formaban parte de una sociedad pujante ahora tenían lágrimas en sus ojos, incertidumbre en su corazón y heridas y muerte en su cuerpo.

Cada persona muerta era una tragedia, pero en ese periodo funesto de la historia, ¿Qué hacía el resto de los mortales? ¿Qué hacían los cristianos evangélicos? (digo evangélicos porque muchos judíos no saben que somos diferentes a los católicos). Es más: ¿qué hacían los que sabían de esta barbarie? En el libro del Profeta Abdías verso 12, nuestro padre celestial señala lo siguiente: “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia.”

Nuestro Señor Jesús nos enseñó que la salvación viene de los judíos (Juan 4:22) y en el Libro de Génesis 12:3 D-os nos dice que debemos bendecir a la simiente de Abram: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Por ello, como siempre, hay cristianos y cristianas valientes ¡Gloria a D-os! que levantaron la voz a favor de la justicia, a favor de los judíos y en contra de la bestialidad humana a pesar de poner en riesgo su vida.

Tal es el caso de la Familia Scholl, el de la Familia Ten Boom y el Pastor Dietrich Bonhoeffer, entre otros.

La familia cristiana alemana Scholl se opuso al régimen nazi y el jefe de familia, el alcalde de Forchtenberg Am Kocher, Robert Scholl, fue arrestado por sus comentarios contra Hitler; sus hijos Hans y Sophie fueron sentenciados a morir por guillotina por ser activistas del movimiento opuesto a la guerra denominado “La Rosa Blanca” (recomiendo la película del mismo nombre).

La familia cristiana holandesa Ten Boom, dedicada a la relojería, fue muy activa salvando a los judíos ocultándolos en su casa; en sus mensajes internos decían en relación a sus refugiados judíos: “Los relojes están a salvo”. Más tarde, los nazis arrestaron a toda la familia en 1944 y fueron enviados primero a prisiones holandesas y finalmente al conocido campo de concentración Ravensbrück en Alemania. Corrie Ten Boom contó la historia de su familia y su trabajo durante la Segunda Guerra Mundial en el libro, “El Refugio Secreto”, el cual también recomiendo así como la película del mismo nombre.

Asimismo, el teólogo luterano alemán, el Pastor Dietrich Bonhoeffer enemigo declarado de Adolf Hitler y del régimen nazi se afilió a la Iglesia confesante, que se oponía al intento nazi de imponer el antisemitismo en la Iglesia y en la sociedad. Bonhoeffer se unió a la resistencia política contra Hitler, lo que le llevó a la cárcel de Berlín en abril de 1943. Dos años más tarde, el 9 de abril de 1945 murió ahorcado en el campo de concentración nazi de Flössenberg.

El presente escrito pretende hacer una solemne Conmemoración a las Víctimas del Holocausto y un solemne llamado para estar alerta en la contínua comunión con D-os para saber y hacer su voluntad. Más aún, cuando se levantan gobernantes que atentan contra la familia y la vida. O, como está ocurriendo con el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad quien, al igual que Hitler, amenaza desde hace mucho tiempo al pueblo judío, al decir: “Israel debe ser borrado del mapa”.