ETHEL BARYLKA, MAALE ADUMIM

En las Escrituras, encontramos sueños de significados determinantes no sólo para quienes los recordaron, sino para todo sus entornos, los cercanos y lejanos. Tal es el sueño de Yaakov y tales son los sueños de Iosef, y los del copero y el panadero de Faraón.

Muchos investigadores, el más connotado fue Freud con su “Interpretación de los Sueños”, trataron de entender y explicar la naturaleza del sueño, ¿acaso manifiesta un aspiración del hombre? ¿es un reflejo de sus deseos, de sus pensamientos, de sus angustias? ¿es una profecía? ¿un oráculo? ¿La revelación divina que se presenta de una manera especial?

Sea cual fuera nuestra respuesta, parece estar relacionada de manera básica, con el intento de penetrar a través del sueño al maravilloso mundo del espíritu. “Y Faraón dijo a Iosef: He tenido un sueño y no hay quien lo interprete; y he oído decir de ti, que oyes un sueño y lo puedes interpretar” (Gén. 41:15).  Rashí explica acerca de este versículo: “que oyes un sueño” – que escuchas y comprendes cómo interpretar el sueño. Oyes – escuchas y comprendes…” la primera condición para la posibilidad de la interpretación está dada en la capacidad de escuchar, prestar atención y comprender. La percepción no es sólo la audición sino la comprensión profunda del significado de las palabras, a través del relato y los significados para el hombre que sueña.

Así los hechiceros de Egipto no logran “resolver” el sueño al Faraón.  Hubo abundantes interpretaciones pero no fueron adecuadas a quien soñó,  “lo interpretaban, pero no a Faraón, que no entraba su voz  a sus oídos, y no se sentía satisfecho con sus respuestas, que le decían siete hijas parirás, siete hijas enterrarás” (Rashí Gén. 41:8). Faraón comprendía su sueño pero le era difícil interpretarlo. El sabía que hay muchas interpretaciones posibles, incluso lógicas y coherentes y a pesar de ello no encontraba respuesta en ellas. Sabe que no se trata de eso. En el fondo de su corazón sabe que su sueño es en una dimensión diferente de sentido y también tiene claro que se trata de un solo sueño. Por lo tanto la interpretación de Iosef es preferible.  “Entonces José dijo a Faraón: Los dos sueños de Faraón son uno; Dios ha anunciado a Faraón lo que El va a hacer.” (Gén. 41:25).

Iosef sabe cuál es el significado del sueño del gobernante.  No se trata de un sueño personal, individual, sino de un sueño nacional, o incluso más que eso. Iosef, que sabe que el Faraón se concibe a sí mismo como gobernante de toda la tierra, como un dios en sí mismo y comprende de manera inmediata que también en su sueño proyecta su personalidad. El  gobernante del mundo sueña sobre cosas que hacen al mundo. Faraón está “parado sobre el Nilo”, se piensa a sí mismo como dios que domina la naturaleza, la fuente de vida de Egipto. Un hombre así sueña con connotaciones amplias de grandeza, majestuosidad y gobierno. Iosef sabe esto por que comprende con su inteligencia y su sensibilidad cuál es el status de Faraón y sabe que el sueño expresa “lo que Dios va a hacer”, o sea, el sueño tiene para Iosef características proféticas y entiende que Faraón ve en su sueño una insinuación de Dios. El sueño inexplicable, hace trastabillar la estabilidad de Faraón “y su espíritu estaba turbado” pero él a diferencia de otros, y de los hechiceros, está dispuesto a escuchar y aceptar la explicación de Iosef que incluye la presencia de un Dios que él no conoce porque está al tanto de su corazón.

“Dijo Rabí Shmuel Bar Najmaní en nombre de Rabí Iojanán: no se le muestra al hombre sino sólo acerca de los pensamientos de su corazón” (Brajot 55) por lo que la interpretación de los sueños inescrutables no está en los hechiceros, ni en la bola de cristal ni en los médium sino tan sólo en la posibilidad de la contemplación interior, en la auténtica atención, en el vínculo verdadero con las profundas comarcas de nuestro espíritu y nuestra alma. A  Faraón le fue difícil pero pudo hacerlo después que Iosef lo interpretó… a veces necesitamos de la inteligencia y la sabiduría para llegar a la verdadera resolución, pero es sólo nuestra. Dentro nuestro.

No es suficiente atrevernos a soñar y recordar lo soñado, debemos atrevernos a estar en contacto con la profundidad de  nuestra alma soñadora.