DALIA PERKULIS

25  de diciembre 2011-  El miércoles pasado fui voluntariamente a la escuela de mis hijas, cosa rara, por el puro gusto de asistir a la conferencia que impartiría a los alumnos la escritora Carmen Leñero, autora del cuento infantil Remedios y su Demonio, que los niños leyeron en clase. El evento tuvo lugar en el marco de la ambiciosa Feria del Libro que, con las principales editoriales y librerías, organizó la escuela en sus instalaciones.

No creo, con el protagonismo que nubla mi juicio, que ningún niño haya gozado el encuentro con la autora tanto como yo, porque aspiro a ser escritora. Bueno, si por ahí había algún niño aspirante a escritor, estoy segura que esta conferencia lo estimuló muchísimo.

Remedios y su Demonio no sólo es una emotiva historia sobre la empatía y la amistad, escrita por la invitada Carmen Leñero, sino una muy atractiva obra visual (premio Álbum Gráfico en la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, 2010) con ilustraciones de André Neve, basadas en los personajes de la pintora Remedios Varo, que nació en España en 1908 y vivió en México muchos años.

Al término de la lectura estamos familiarizados con el microcosmos de la emblemática pintora y con un enorme apetito de explorar su obra, uno de los objetivos del libro, suponemos. Historia e ilustraciones conforman un ambiente de lo más surrealista, que constituye una fiel traducción pintura-cuento infanil del mundo de Remedios Varo.

-¿Por qué decidiste ser escritora? -pregunta un niño.

-Para que mis historias llegaran a muchas personas, hasta a las que no conozco –responde la autora y añade que desde pequeña le gustaba escribir y contar historias.

No sé a los niños, a la mamá de mi hija, la respuesta le cala.

-¿Por qué un gato, por qué Demonio? –la cuestionan los alumnos. El libro va de una niña que se llama Remedios y de su gato-mascota llamado Demonio. No pueden separarse, pero también les cuesta ponerse de acuerdo porque ella siempre está inquieta, ávida de aventuras y él sólo quiere estar mimado y en paz.

-Ah, pues porque dicen que los artistas, los músicos, bailarines, pintores y escritores,  –explica paciente la autora- tienen un demonio que los está molestando para que expresen algo, para que inventen algo, a veces le llaman duende, a veces demonio, puede ser un gato o una mascota, la cosa es que se la pasa dándoles lata para que creen algo nuevo.

Agrega que también le gustó la idea de convertir en mascota a una parte que vive dentro de nosotros para poder identificarla.

Ignoro si los niños captan la idea, seguro mucho mejor que los adultos, pero la “arribafirmante” está extasiada.

En el clímax de la historia, Remedios y Demonio se mimetizan físicamente cuando, distanciados tras una rabieta, ambos comprenden el punto de vista del otro y deciden resolver sus diferencias con un “hogar-biciclo” (como los que pintaba Remedios Varo): para que el gato Demonio tenga el hogar que tanto anhela, pero que sea móvil para que la niña Remedios no se pierda de ninguna aventura (su prioridad).

El cuento tiene oraciones tan grandiosas como “(Remedios) Piensa que el mundo entero la está esperando en cada sitio, así que debe ir ‘allí’ cuanto antes”.

A preguntas directas de los niños, la escritora explica que las pinturas de Remedios Varo son como historias completas y que cuando ella las vio en el Museo de Arte Moderno se metieron en su cabeza, se desenvolvieron durante su sueño y la inspiraron a escribir la historia que les han leído a ellos.

-¿Te inspiraste mucho o poquito? –atina a preguntar un chiquito que quiero adorar. -Me inspiré poquito y trabajé mucho –afirma Carmen sin titubear. Les explica que la historia le llegó por inspiración y la escribió rápidamente, pero que luego hay que dejarla dormir también, volver a leerla y corregirla, hasta 15 ó 20 veces “porque cuando la estás escribiendo no te detienes a ver si está bien o mal”.

Además de éste y varios cuentos infantiles (uno sobre Frida Kahlo), Carmen Leñero (México, 1959) ha publicado profusamente poesía, ensayo y ha grabado varios discos porque también es compositora y cantante.

Quedaban pocos turnos para preguntar pero yo también me abalancé y levanté la mano, “me puse al nivel de los niños”, no estoy segura si ascendí o descendí: “¡Una mamá tiene una pregunta!”, de inmediato exclamó la directora de primaria.

-Yo también quiero ser escritora como tú –me presenté- ¿cuál es la diferencia entre escribir para niños y para adultos?

Medio segundo le tomó a Carmen reflexionar y respondió, contundente:

-Para los niños sólo se escribe lo importante; con los adultos puedes contar chismes y dar rodeos.

“Toing”, piensa la mamá de mi hija.

Preguntas más, preguntas menos concluyó la plática con un aplauso incitado por las maestras.

Me acerqué a la autora para felicitarla y formular la pregunta obligada -ya en plan de chisme, el territorio de los adultos, no enfrente de los niños-, si era pariente del maestro Vicente Leñero: periodista, escritor, dramaturgo, guionista, leyenda viviente.

Respondió que sí, “hija de su hermano, que es sociólogo”.

Me retiré realizada y muy satisfecha de pagar la colegiatura.

Fragmento de Remedios y su Demonio:

“Y es que Remedios y su Demonio deberían estar siempre juntos, digo yo. Se conocen desde que nacieron y se hacen mucha compañía. Tanto tiempo han vivido rondándose uno al otro que comienzan a parecerse, igual que les sucede a los esposos o a los hermanos gemelos.

“Hay tardes milagrosas en que incluso comparten los mismos sentimientos, como si fueran un solo cuerpo entre los dos. Un cuerpo raro, no lo niego. Pero ese extraño y feliz fenómeno ocurre únicamente cuando Remedios se queda por fin quieta, tranquila, acunando a su gato en el regazo. Él, en agradecimiento, le presta entonces sus siete vidas para que ella las disfrute todas juntas en un instante”.