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Ferdinand Porsche, el ingeniero que dio nombre a la marca de deportivos alemanes y que diseñó el que luego sería el coche más fabricado de la historia, el Volkswagen Escarabajo, fue un activo colaborador de Hitler, que le concedió en 1937 el Premio Nacional de las Artes y las Ciencias. El control de la industria automovilística fue una de las obsesiones de los nazis, conscientes de la importancia estratégica del sector. Las plantas de producción de coches se transformaron para fabricar vehículos militares, aviones y tanques.
Tras la derrota nazi, Porsche fue encarcelado en Francia y obligado a trabajar precisamente para Renault. De sus manos salieron los esbozos del que fue uno de los mejores coches de la marca francesa, el Renault 4CV, que fue conocido popularmente como ‘cuatro-cuatro’.