SALOMÓN LEWY

EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Algún artículo anterior de este escribidor reseñaba cierta parte de su vida diaria en esta caótica ciudad, pero lo hacía de pasada, como incidente de fondo a sus actividades.

Describía su trayecto al trabajo y el impacto que causaban  los diversos fenómenos que encontraba en su ruta: los ríos automovilísticos, la contaminación, el desorden, la anarquía, la absoluta carencia del más elemental civismo en el comportamiento de quienes aquí vivimos(¿?), las penalidades y tribulaciones de la gente “pequeña” que procura llegar a sus labores, y describió sus impresiones del desorden, las fritangas, los paraderos, la inoperancia e ineficiencia de las “autoridades” encargadas del tránsito, la proyectada inutilidad de los “segundos pisos”, la prepotencia de ciertos miembros de esta sociedad, etc.

En total, el resumen de su frustración y la inutilidad de sus quejas.

Le surgía la pregunta: ¿Quién rayos puede gobernar esta ciudad? ¿Quién tiene la capacidad física y moral, la inventiva, la planta para responder a las necesidades de esta Hidra de Lerna?

Asimismo cuestionaba: ¿Quién será la persona que no tenga compromisos políticos que impidan la aplicación de medidas cuya finalidad sea administrar correcta y eficientemente esta ciudad?

¿Quién tendrá la fuerza moral necesaria y suficiente para rodearse de gente capaz que lleve a cabo sus tareas sin pensar en su propio bolsillo o intereses personales?

El escribidor no puede evitar el recuerdo de meses (¿años?) de molestias, atrasos, contaminación, costos innecesarios de su vida en esta atmósfera inestable, en una ingrata sinfonía de inestabilidad, como tampoco quiere hablar del costo en tiempo y recursos propios.

Así se presenta 2012. Los medios, esos inefables portadores y explotadores de nuestros peores defectos sociales, se revuelven anunciando candidatos (¿precandidatos?) a la jefatura de gobierno del D.F., dando nombres, apellidos y afiliaciones políticas partidarias y, sesgadamente, mencionan a tres mujeres: Alejandra Barrales, Beatriz Paredes e Isabel Miranda.

De inmediato surge la cuestión: ¡Cómo! ¿Tres mujeres compitiendo por ese puesto? ¡No es posible! ¿Quiénes son?

Alejandra Barrales, sobrecargo de profesión, luchadora política y líder de su gremio, Presidenta de la Comisión de Gobierno de la Asamblea del D.F.; Beatriz Paredes, política por naturaleza, ex gobernadora del Estado de Tlaxcala, ex presidenta de su partido, con una trayectoria política que data desde 1974; Isabel Miranda, líder social, promovió el esclarecimiento del secuestro y asesinato de su hijo, obligando a las autoridades a cumplir con sus funciones;  coadyuvó a reformar la legislación penal sin tener ningún cargo oficial. (Estas descripciones son sólo esbozos de las labores por ellas realizadas).

Pero vayamos al tema.

Nuestro México tiene por partitura el famoso machismo. ¡Aquí se hace lo que yo digo porque para eso soy el hombre y “te aguantas”!

(No menciono otras “culturas” por no desviarme del tema).

Las estadísticas – revisadas por el INEGI – indican que el 56% de los hogares de México están encabezados y sostenidos por mujeres, sin mencionar niveles económicos. Desde “la señora de las quesadillas” hasta “la directora de la empresa”, todas ellas funcionan y lo hacen muy bien.

Por fortuna – o no – la vida ha cambiado en los recientes cincuenta años. Las dóciles amas de casa se han convertido en fuertes impulsoras sociales y de negocios. La dependencia se ha convertido en interdependencia.

El tema da para mucho más, pero volvamos al D.F.

La imaginación del escribidor lo lleva al lujoso restaurante del espléndido hotel frente a la Alameda donde, ocasionalmente y por la gentileza de amigos, lo invitan al desayuno. Trajes y corbatas, lociones caras, diálogos discretos; “guaruras”, camionetas blindadas esperando en doble fila. ¿Sería más de lo mismo si una mujer ocupara el puesto de Jefe de Gobierno? No lo sabemos, pero lo que nos llama la imaginación es contrario a la leyenda. “Nomás le doy ‘lana’ a la vieja y se la gasta”. No hay tal, y nos consta. El dispendio no es inherente al género. Este es otro tema que conocemos y podemos bordar posteriormente.

¿Obras monumentales, faraónicas? Ninguna mujer desde las alturas del gobierno ha hecho construir algo así. Ruth, Cleopatra, Elena, Indira, Golda, Margaret, Corazón y tantas otras gobernantes en sus tiempos influyeron las vidas de millones, pero no hicieron ni dejaron construcciones a su memoria, mas lo que influyeron en la vida de sus pueblos fue fundamental, moral, cívico e incluso, religioso.

¿Desalmadas? Sí, algunas, pero comparadas con ciertos gobernantes no hay proporción.

Nuestro México requiere urgentemente de cambios. No nos vendría mal variar “la tonadita”.

Esto no es una apología. Tampoco es plegado de banderas. Es simplemente la ilusión, el ánimo para que cambie el estado de cosas.