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El año pasado,Sebastián Nájera ganó la beca del Instituto Weizmann.

Hoy, sentado sobre la banca de uno de los salones de la Facultad de Ciencias de la UNAM, donde actualmente cursa el segundo semestre de la carrera de Física, recuerda cómo la competencia para ganar la beca y la convivencia en Israel con otros compañeros, más estudiados, le ayudó para reafirmar su pasión por las ciencias.

“Cuando llegas allá y conoces a todos los demás candidatos te das cuenta de lo mal que estamos en México en educación, había compañeros que ya habían visto cosas que aquí ves hasta segundo o tercer año de la licenciatura.

“Cuando vi eso, dudé si había elegido la carrera correcta, pero estando allá empecé a trabajar y me di cuenta que sí era lo que me gustaba, entonces a pesar de que en la prepa no vi todo lo que supuestamente debía de haber visto, me di cuenta que era algo que tenía que estudiar porque es lo que me apasiona”, relató Sebastián, quien cursó sus estudios de preparatoria en el Colegio Kipling.

Al igual que él, Alejandro Verde asistió al campamento de 2011. Para el alumno de Física, la diversidad de culturas y nacionalidades de los más de 70 alumnos que se reunieron para el grupo de verano en Rehovot, cambió su perspectiva del mundo.

“Me dejó una perspectiva muy distinta, mucho más amplia de la gente de la educación y de los puntos de vista, eso me gustó mucho y me dejó con ganas de eso”, expresó.

Verde decidió aplicar a la Universidad de Amsterdam para cursar la carrera allá, al no obtener respuesta de la institución, ingresó a la Facultad de Ciencias.

Aldo Carmona, también ex becado, coincidió en destacar la relevancia de la convivencia con personas de todo el mundo, pues ello le permitió entender a cada país con todas sus aristas.

“Cuando viajas se te olvida que hay problemas en ese país, hay muchísimas otras cosas. La cosa que más me gustó (de Israel) fue el país, que es padrísimo, la cultura, todo lo histórico que tienen, los mares, la naturaleza”, recordó.

En su estancia en el campamento pudo convivir incluso con ganadores del Nobel como Ada Yonath, premio Nobel de Química en 2009, lo que marcó su vida.

“En México es más difícil tener contacto con un premio Nobel y a veces cuando estás en las clases el maestro te dice ‘Él es mi ídolo y descubrió tal cosa y eso es muy difícil’, de cierta forma eso te hace pensar en un límite pero no, me hizo pensar en que sí hay oportunidad”, aseguró.

A su regreso, Aldo inició la carrera de Ciencias Genómicas a través de la cual quiere mejorar al mundo entero