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La invasión de Praga por los nazis vista desde la mirada de un niño de 14 años es el punto de partida del documental “El último viaje de Petr Ginz”, cuyo estreno Europeo se celebró hoy en la capital checa.

Antes de su trágica muerte, Ginz narró e ilustró durante dos años, primero desde la capital checoslovaca, y luego desde el campo de concentración de Terezin, un mundo de fantasía que guardó analogías con lo que estaba sucediendo bajo el dominio nazi en parte de Europa y África.

En la cinta, codirigida por Sandy Dickson y Churchill Roberts, se hace mención a las novelas ilustradas que escribió Ginz, inspirándose en las obras de Julio Verne y en el mundo de los animales prehistóricos, del que surge el malvado robot Ka-Du, una analogía del dictador Adolf Hitler.

Ginz fue trasladado con catorce años al campo de Terezin, donde desarrolló una intensa actividad creativa, dirigiendo con los chicos del barracón L-147 la publicación “Vedem” (Dirigimos), y que tenía como ejes la sátira y el humor.

“En el dormitorio ‘Heima’ vivían con Petr varios muchachos muy talentosos. De los supervivientes destacaría sobre todo a Zdenek Ornest, que luego fue un actor del Teatro de Vinohrady”, declaró a Efe el vicepresidente de la Cámara de Comercio checo israelí, Hanus Holzer, que también estuvo en Terezin en esos años.

“En colaboración con ellos Petr publicaba la revista ‘Vedem’, cuyo nivel era muy elevado, a juzgar por la juventud del autor y el hecho de que desde 1940 no tuvo casi acceso a la formación”.

El joven murió asesinado en Auschwitz en septiembre de 1944 con 16 años.

Se menciona que, entre los libros que Ginz leía con fruición, estaban “El Discurso sobre el método” de René Descartes, y las obras del otro padre de la ciencia ficción -junto con J.Verne-, el británico H.G.Wells.

El documental ha contado también con el auspicio de Naciones Unidas y el programa de formación y propagación sobre el Holocausto.

Los diarios de Petr Ginz se publicaron en la República Checa en 2005 después de su descubrimiento en 2003.

El primer astronauta israelí, Ilan Ramon, llevó al espacio una réplica de un dibujo de Ginz en la que se ve la tierra desde la luna “para rendir homenaje a todas las víctimas del holocausto”.

La suerte de Ramon, al igual que la de Ginz, fue trágica, ya que murió en la explosión del transbordador espacial Columbia en 2003.