LIOR HAIAT/LA RAZON.ES

Una vez más el duelo por el zarpazo del terrorismo islámico une Jerusalén con todas las capitales del mundo. La sociedad israelí y todas las comunidades judías vivieron ayer con intensidad la ceremonia de despedida de las cuatro víctimas del colegio Ozar Hatorah. El hecho de que los funerales se produjeran en Israel aporta un valor especial al corazón del pueblo judío. Israel supone el último refugio para el pueblo judío y si no existiera no habrá un lugar seguro. El antisemitismo y el radicalismo islámico demuestran ser un problema para la sociedad europea, que está obligada a luchar contra esta lacra que todavía sigue viva en pleno siglo XXI.

El pretexto del conflicto palestino israelí es una falsa excusa para los fanáticos y los extremistas religiosos que llevan el mensaje del odio a cualquier rincón del planeta. Hasta el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, Salam Fayad, ha deplorado el mal uso de la «causa palestina» en el atentado de Toulouse. El mundo occidental en bloque ha sido el blanco del terrorismo islámico, que debe ser combatido. Para ello, se debe practicar la tolerancia cero hacia quienes utilizan la excusa del Corán o del islam para perpetrar atentados.

Tolerancia cero para todo rasgo de fanatismo y fundamentalismo por mínimo que sea. Tenemos que luchar todos unidos contra esta amenaza global.