CARLOS LORET DE MOLA/INFORMADOR.COM

Sin que se sepan sus nombres, sin que se hayan divulgado sus historias, discretamente hospedados en un hotel de lujo de la Riviera Nayarit, desde el fin de semana están en México personas como las siguientes:

El contacto de los rebeldes de Siria y Libia con gobiernos de Europa, el hombre que cabildea políticamente detrás del millonariamente visto video de Kony-2012 para que caiga el ugandés Joseph Kony en manos de la Corte Penal Internacional, un príncipe de los Países Bajos, el opositor que quiere tumbar de la presidencia a Mugabe en Zimbabwe.

Está la primera mujer africana en la televisión del Estado chino, el abogado que desde su despacho en Washington logró liberar a la premio nobel de Birmania, el niño soldado de Sudán del Sur que de adulto se volvió cantante de hip-hop, el chavo con discapacidad que unió a toda Venezuela cuando completó el maratón de Nueva York en 15 horas.

Todos tienen menos de 40 años de edad y forman parte del grupo de los Jóvenes Líderes Globales del Foro Económico Mundial, cuya reunión se lleva a cabo desde el lunes en Puerto Vallarta, Jalisco.

—Perdón que te lo pregunte— se muestra apenado uno de ellos —pero, ¿es seguro estar aquí?

—Cuando le dije a mi familia que venía a México todos se asustaron muchísimo— se incorporó otro a la conversación.

Los guías del transporte que los lleva rumbo a una caminata por Las Ánimas se apuran a responder que en la zona de Vallarta y la Riviera Nayarit no hay problemas de seguridad. Que las playas, los restaurantes, los hoteles, los bares son confiables. Que se puede caminar por las calles y tomar un taxi sin miedo. Que “la bronca del narco” está más bien en los estados del Norte, y algunos otros como Guerrero y Veracruz.

Lo escuchan atentamente. Al llegar a su destino, bajan del autobús para abordar cuatro lanchas tipo pescador que usan para transportar turistas. El recorrido de la Marina a la zona de Las Ánimas demora como media hora. Durante el trayecto por el mar, custodian al grupo tres lanchas de guerra de la Marina Armada de México y un elemento de seguridad va como parte de la tripulación de cada embarcación de los visitantes.

Más tarde, se atoraron en la ruta del hotel sede de la reunión al Centro de Convenciones de Vallarta: duró más del doble de lo previsto porque un retén de la Policía Federal generó una cola de tráfico de varios kilómetros.

Por la noche, en el coctel de bienvenida en la playa, elementos del Ejército coordinados con la policía local custodiaban con vallas metálicas colocadas sobre la arena para aislar el sitio. Para llegar hasta ahí, cualquiera debía sortear retenes con elementos del Estado Mayor Presidencial.

—Si es tan seguro, ¿por qué tanta seguridad?— preguntó, asfixiado y asustado por el despliegue, uno de los invitados.

Un extranjero se apresuró a contestar que el país no se podía dar el lujo de un incidente en una reunión de tal tamaño. Una mexicana dijo que no era para tanto, que el despliegue era innecesario.