“60 Voces por Israel” editorial Keren Kayemet Leisrael en México.

FRANCISCO GIL WHITE

El Estado judío celebra sus 64 años sin distraerse mucho de un proceso diplomático, desprendido de los Acuerdos de Oslo, que colmará lo sucedido en Gaza, dándole Judea y Samaria a la OLP (Organización para la Liberación de Palestina). Este comportamiento tiene una implicación política, y a menudo se le invoca para justificar el proceso. Dice así: (1) los judíos sionistas injustamente arrebataron las tierras del ‘pueblo árabe palestino’; (2) aquello causó el conflicto árabe-israelí; (3) el conflicto, por ende, se solucionará haciendo justicia: entregándole aquellas tierras a la OLP de Mahmoud Abbas, representante de los árabes palestinos.

Aquí demuestro que son incorrectas las dos premisas, y también la conclusión.

Primero, ¿de dónde viene la OLP? El historiador Howard Sachar escribe que, para 1970, Al Fatah había absorbido a la OLP; a partir de ahí hubo “una reencarnación total de membresía y propósito bajo el liderazgo de Yasser Arafat.” Ostentándose como federación guerrillera, “en su forma resurrecta la OLP estaba casi completamente dominada por Al Fatah, y Arafat mismo fungía como presidente de su ejecutivo.” OLP = Al Fatah. ¿De dónde viene Al Fatah? “Fatah… [fue] organizado por veteranos del Alto Comité Árabe del Mufti [de Jerusalén].” Y ¿quién era el Mufti de Jerusalén? Hajj Amín al Husseini, fundador del ‘movimiento árabe palestino.’

Ahora bien, antes de Israel, argumentando que los judíos le robaban sus tierras a los árabes de ‘Palestina’, Husseini lanzó en 1936-39 su cuarta oleada terrorista, la más grande, con armas que enviaba Adolfo Hitler (entonces a punto de lanzar la Segunda Guerra Mundial). Ardiendo la así llamada Revuelta Árabe, el gobierno británico (soberano de ‘Palestina’) envió en 1937 un equipo de investigación encabezado por Lord Peel. “Su Eminencia nos dibujó un escenario de árabes que eran expulsados de sus tierras, y de pueblos que fueron destruidos,” le dijo Sir L. Hammond al compareciente Mufti. “Lo que quisiera saber es si el Gobierno [Británico] de Palestina, la Administración, adquirió la tierra y luego se la dio a los judíos.” Eso en realidad lo hacía la Agencia Judía—el ‘gobierno’ de los sionistas—pero la pregunta era la misma: las tierras que ahora cultivaban judíos, ¿habían sido arrebatadas por la fuerza o adquiridas en transacciones comerciales?

MUFTI: En la mayoría de los casos la tierra fue adquirida.

HAMMOND: Quiero decir adquirida por la fuerza—con compulsión, como si hubiese sido adquirida para uso público.

MUFTI: No, no fue así.

HAMMOND: ¿No fue adquirida por la fuerza?

Mufti: No.

HAMMOND: ¿Pero entonces estas tierras que ascienden a los 700,000 dunams de hecho fueron vendidas?

MUFTI: Sí, fueron vendidas, pero el país fue puesto en condiciones para facilitar aquellas adquisiciones.

HAMMOND: No estoy seguro de estarle entendiendo. Fueron vendidas. ¿Quién las vendió?

MUFTI: Los terratenientes.

Hammond: ¿Árabes?

MUFTI: En su mayoría eran árabes.

HAMMOND: ¿Hubo alguna compulsión para que vendieran? Y si así fue, ¿quién lo hizo?

MUFTI: Como en otros países, hay gente que se ve forzada por las circunstancias, las fuerzas económicas, a vender su tierra.

Los musulmanes y cristianos que conquistaron África, América, y gran parte de Asia asesinaron, esclavizaron, saquearon, y arrebataron tierras por la fuerza. Los judíos, que habían sido esclavos en todas partes, se interesaron nada más en lo que un día fue su diminuta patria independiente, y donde habían mantenido una presencia continua. ¿Qué hicieron? Pagaron su tierra. No lo digo yo; lo dice el Mufti Hajj Amín al Husseini, fundador del así llamado movimiento árabe palestino.

Según Husseini, la población árabe fue “forzada por… las fuerzas económicas, a vender su tierra.” Pero fueron los riquísimos señores feudales de ‘Palestina’—que extorsionaban y esclavizaban a los pobres—quienes la vendieron. “Mientras que en público los líderes arremetían con su propaganda feroz contra los sionistas, denunciando cualquier transferencia de tierra ancestral a los judíos como una traición, en secreto se enriquecían por medio de las operaciones mismas que tan furiosamente denunciaban.” ¿Qué sucedía? “Las guerrillas de Husseini de hecho ejecutaban ‘traidores,’ sin embargo al mismo tiempo un familiar cercano del Mufti comerciaba con brío en estas transacciones supuestamente criminales, pero con una diferencia notable: esta persona forzaba las ventas de pequeños campesinos árabes a precios despreciables y revendía después la tierra a los judíos a precios altísimos…” O sea que el supuesto ‘nacionalismo’ del señor feudal Hajj Amín al Husseini en realidad era un nuevo fraude para enriquecerse a costa de los pobres. No lo digo yo; lo dice el historiador Nathan Weinstock en su libro Sionismo: Falso Mesías (que no simpatiza mucho con el sionismo).

A los sionistas les vendían tierra que nadie usaba ni quería. Weinstock escribe: “No hay la menor duda de que los pioneros judíos sí limpiaron los pantanos, rescataron tierra abandonada y reforestaron los montes, y lo hicieron todo verde otra vez con el uso cuidadoso de técnicas avanzadas basadas en la irrigación racional e intensiva.” La explosión económica que produjeron, como documentó la investigación de Peel, atrajo enormes oleadas de fuereños musulmanes (son la gran mayoría de los ‘palestinos’). Muchos sionistas eran socialistas, y su ideología, abiertamente expresada, era solidarizarse con los trabajadores árabes. Por ende hacía falta entusiasmo para atacar a los judíos, y Husseini tuvo que importar ‘rebeldes’ de Siria e Irak. Los ‘soldados’ palestinos de la ‘Revuelta Árabe,’ explica el historiador Maurice Pearlman, eran en su mayoría “campesinos inocentes forzados a participar a cañón cortado,” y las operaciones “se financiaban con redadas contra los pueblos árabes y con ‘donativos’ extorsionados de árabes ricos.” Los “líderes árabes que se le oponían [a Husseini]—alcaldes, jefes de clan, miembros de consejos municipales, etc.—, entre ellos miembros prominentes del Partido de Defensa Nacional Nashashibi, fueron asesinados o forzados a huir del país.” La investigación de Lord Peel reportó así: “cualquier árabe sospechado de apoyar tibiamente la causa nacionalista [es decir, el terrorismo antijudío] está pidiendo que lo visite un grupo de pistoleros.” Muchos árabes pedían la protección de las autoridades británicas. Y con razón. En lo que duró la ‘revuelta,’ escribe el historiador Kenneth Levin, “las fuerzas del Mufti mataron a más de cuatrocientos judíos, y a varios miles de árabes” (énfasis mío)”.

En 1947, después del Holocausto—es decir, luego del exterminio gozoso del pueblo judío europeo—las Naciones Unidas aprobaron dividir ‘Palestina’ para crear un Estado judío y otro árabe. Se partía un predio irrisorio porque lo bautizado originalmente como ‘Palestina’ se le había dado ya casi todo a los musulmanes en 1922 (en la creación de Transjordania, ahora Jordania). Ahora se les daría también más o menos los territorios de Gaza, Judea, y Samaria. Husseini, dominando todavía con terror la política de los ‘palestinos,’ rechazó el voto de la ONU. El mundo musulmán lo apoyó: Azzam Pasha, secretario general de la Liga Árabe, anunció así lo que sería el ataque combinado de los Estados árabes contra la diminuta y mal armada población judía en la Guerra de 1948: “Ésta será una guerra de exterminio y una tremenda masacre que será recordada como las masacres de los mongoles y las cruzadas.” Pero ganaron los judíos. Durante la guerra fueron expulsados o asesinados los judíos que se habían asentado en Gaza, Judea, y Samaria; luego Jordania y Egipto ocuparon ilegalmente aquellos territorios (hasta 1967, cuando los perdieron al fracasar un nuevo intento de exterminar a los judíos israelíes).

Para entender por qué Husseini, en vez de crear un Estado árabe palestino, prefirió exterminar a los judíos israelíes, hay que conocer lo que hizo durante la Segunda Guerra.

A finales de 1941, Husseini fue recibido en el Tercer Reich con todos los honores que correspondían a semejante antisemita. Se entrevistó con Adolfo Hitler el 28 de noviembre y según las minutas de los nazis, el führer prometió destruir a los judíos en Oriente Medio y colocar a Husseini como el “vocero con mayor autoridad para el mundo árabe.” Husseini pasó toda la guerra en la esfera nazi. A menudo se menciona que ‘colaboró’ con propaganda, y organizando tropas musulmanas nazi en Bosnia. Con mucha menor frecuencia se menciona su papel en el Holocausto.

Los historiadores están de acuerdo: antes del otoño de 1941, los nazis no habían optado todavía por el exterminio total, y buscaban expulsar a la mayoría de los judíos ; fue en la Conferencia de Wannsee, escasos dos meses después de que llegara Husseini a Berlín, que decidieron matarlos a todos. Esto empata bien con el testimonio de Dieter Wisliceny: “El Mufti es uno de los progenitores de la destrucción sistemática del pueblo judío europeo por los alemanes, y se ha convertido en el colega permanente, socio, y consejero de [Adolfo] Eichmann”—el reconocido arquitecto de la Solución Final—“en la implementación de este programa.” Presentado en Nuremberg, y luego también en el juicio de Adolfo Eichmann en Jerusalén, es el testimonio de una persona informada: Wisliceny había dirigido para Eichmann (y Husseini) mucha de la gran matanza.

En 1946 Husseini se refugió en Cairo, Egipto.

Después de la Guerra de 1948, explica Benjamín Netanyahu en Una Paz Duradera, “los jóvenes que luego constituyeron el liderazgo de la OLP—incluidos Arafat, Abu Iyad, y Abu Jihad—todos recibieron su primer entrenamiento militar en unidades especiales antiisraelíes creadas [en Egipto] e indoctrinadas por Nasser en los 1950s.” Pero omite decir cómo fueron indoctrinadas y entrenadas: “[Otto] Skorzeny… [y] docenas de envejecidos nazis,” escribe el historiador Timothy Naftali, “en efecto fueron a Cairo en los primeros años del régimen de Nasser a preparar a los árabes para una batalla contra el nuevo Estado judío.” Supervisándolo todo estaba el Mufti Husseini, autor de la Solución Final nazi, y opresor de los árabes. Es tabú en la prensa atar todos los cabos, por lo cual sorprende un artículo de David N. Bossie en el Washintgon Times: “[E]l Mufti… convirtió a Yasser Arafat, entonces viviendo en Cairo, en su protegido …[e] importó un oficial de comando nazi a Egipto para que le enseñara a Arafat y a otros reclutas adolescentes como se hace la guerrilla. …[E]l Mufti estaba tan orgulloso de [Arafat] que inclusive fingía ser su pariente.” ¿Y Mahmoud Abbas (alias Abu Mazen)? Ahí estaba: “Abu Mazen… es uno de los fundadores de Fatah, uno de los miembros originales de la banda de hermanos de Arafat.” Poco antes de morir Arafat llamó a Husseini “nuestro héroe.”

En su ‘Plan de Fases’ de 1974, Abbas y Arafat explicaron a los árabes que hablarían de ‘paz’ para obtener primero los territorios de Gaza, Judea, y Samaria, y luego desde ahí aniquilar a los judíos israelíes. Es una posición estratégica: un estudio del Pentágono estadounidense (1967) determinó que sin aquellos territorios Israel a la larga no puede defenderse de una alianza musulmana empeñada en destruirlo. ¿No es curioso que, a 60 años de fundado, el gobierno de Israel, pudiendo muy bien desprestigiar a la OLP publicitando su origen e intenciones nazi a los cuatro vientos, se empeñe, sin embargo, en darle aquellos territorios estratégicos? ¿Qué sucede?

  1. Sachar, H. 1982. A history of Israel: From the rise of Zionism to our time. New York: Knopf. (pp. 619, 698)
  2. ibid. (pp.201-202)
  3. citado en Peters, J. 2002[1984]. From Time Immemorial: The Origins of the Arab-Jewish Conflict Over Palestine. Chicago: JKAP. (pp.433-34)
  4. Weinstock, N. 1979. Zionism: False Messiah. London: Ink Links Ltd. (pp.152-59)
  5. ibid. (pp.162-63)
  6. ibid. (p.142)
  7. Sachar (1982:204) op. cit.
  8. Shapira, A. 1992. Land and power: The Zionist resort to force 1881-1948. New York: Oxford University Press. (p.65)
  9. Pearlman, M. 1947. Mufti of Jerusalem: The story of Haj Amin el Husseini. London: V Gollancz. (pp.20-23)
  10. Levin, K. 2005. The Oslo syndrome: Delusions of a people under siege. Hanover, NH: Smith and Kraus. (p.219)
  11. Sachar (1982:333) op. cit.
  12. Author: Germany. Auswärtiges Amt [Foreign Ministry]. Title: Documents on German foreign policy, 1918-1945, from the archives of the German Foreign Ministry. Akten zur deutschen auswärtigen Politik. English Publisher: Washington, U.S. Govt. Print. Off., 1949- Description: Book v. fold. maps. 24 cm.; Series D, Vol. XIII no. 515.
  13. Jersak, T. 2000. Blitzkrieg revisited: A new look at nazi war and extermination planning. The historical journal 43:565-582 (p.571); Marrus, M. R., and R. O. Paxton. 1982. The Nazis and the Jews in occupied Western Europe, 1940-1944. Journal of modern history 54:687-714. (p.687)
  14. Lasok, D. 1962. The Eichmann trial. The international and comparative law quarterly 11:355-374. (p.358)
  15. Transcription of the Adolf Eichmann trial in Jerusalem; Session 50; 9 Sivan 5721 (24 May 1961); p.915. Accesible en línea : https://www.nizkor.org/hweb/people/e/eichmann-adolf/transcripts/Sessions/Session-050-07.html
  16. Netanyahu, B. 2000. A durable peace: Israel and its place among the nations, 2 edition. New York: Warner Books. (p.214)
  17. Naftali, T. 2005. “Reinhard Gehlen and the United States,” in US Intelligence and the Nazis. Edited by R. Breitman, N. J. W. Goda, T. Naftali, and R. Wolfe, pp. 375-418. Cambridge: Cambridge University Press. (pp.404-05)
  18. “Yasser Arafat: Nazi trained: Mentor indoctrinated him with hatred”; The Washington Times, August 9, 2002, Friday; Final Edition, OPED; Pg. A19, 1028 words; By David N. Bossie, SPECIAL TO THE WASHINGTON TIMES
  19. THUS FAR AND NO FATAH FOR MR PALESTINE; Resistance is growing within the PLO over Yasser Arafat and the Israeli peace process, The Guardian (London), November 12, 1993, THE GUARDIAN FEATURES PAGE; Pg. 24, 1204 words, DAVID HIRST.
  20. Se publicó en el diario palestino Al Quds el 2 de agosto de 2002.
  21. Levin (2005:ix) op. cit.
  22. “Memorandum for the Secretary of Defense”; Journal of Palestine Studies, Vol. 13, No. 2. (Winter, 1984), pp. 122-126. Accesible en línea: https://www.hirhome.com/israel/pentagon.pdf
  23. Francisco Gil-White. Recibió una maestría en ciencias sociales de la Universidad de Chicago, donde su trabajo ganó el premio Earl S. & Esther Johnson, y un doctorado en antropología biológica y cultural de UCLA, cuya tesis ganó el premio al Mejor Nuevo Investigador de la prestigiada Human Behavior and Evolution Society. Durante seis años, enseñó psicología evolutiva y cultural en la Universidad de Pennsylvania. Su trabajo explora las causas del racismo y del conflicto étnico, y en los últimos años se ha concentrado en el antisemitismo, el Holocausto, el conflicto árabe israelí, y la historia del pueblo judío, culminando en un examen de dos y medio milenios de historia occidental a través de la experiencia judía. Su libro, El colapso de Occidente: el siguiente Holocausto y sus consecuencias, pronto estará a la venta.