LA OPINIÓN

Recién se conmemoró un aniversario más del Holocausto, el que parece haber quedado solamente en la memoria de los judíos, tal vez porque es el grupo étnico que sufrió un embate mayor, no solamente por la ideología de la solución final, porque haber perdido seis millones en campos de exterminio representó un golpe brutal, no solo en lo demográfico, sino en la conciencia misma de un pueblo perseguido. La versión común es que los judíos marcharon al matadero como ovejas, negándose a reconocer las luchas heroicas de los que se levantaron, y no solamente debemos hablar del Gueto de Varsovia, sino de los partisanos que ayudaron a los aliados a frenar la bestia nazi. Lo que muchos nazis subdesarrollados no solamente se rehúsan a aceptar, sino que lo que no entienden es que en la lista de pureza de Hitler que ellos seguían, para la raza aria ningún mestizaje era válido.

Los nazis se montaron sobre una construcción simbólica de la Iglesia católica que había construido su poder basado en la creación del miedo contra los judíos y las mujeres, y sumaron a su esfuerzo de eliminación de un pueblo al grueso de su sociedad, esta decidió cerrar los ojos ante los horrores que pasaban frente a ellos, y tapar los oídos frente al aullido de las víctimas. Es inconcebible que haya alemanes que niegan haberse enterado de las atrocidades que sucedían a unos metros de su casa.

Hoy en día estas complicidades no han desaparecido del todo. Existen desde los negadores del Holocausto hasta los que creen que es valiente mezclar la conmemoración de estos horrores con la censura al Gobierno israelí por la cuestión palestina y todavía atreverse a acusar a los israelíes -o querrán decir a los judíos- de manejar de manera chantajista el Holocausto. No hay manera de calificar de chantaje el recordatorio de la ignominia, y la exigencia de NUNCA JAMÁS.

El Holocausto no es una cuestión judía, los nazis agredieron por igual a rusos, gitanos, comunistas, enfermos mentales y hasta curas católicos que se atrevieron a enfrentarlos, no así a los líderes del Vaticano que aceptaron, tal vez con agrado, la barbarie.

¿Por qué los rusos no asumen este día como uno de desgracia nacional? ¿Será porque todavía se niegan a denunciar la brutalidad stalinista que mató más que Hitler y cuyo contenido antisemita fue muy amplio? No olvidemos que los pogroms rusos son parte de esta persecución judía.

El mundo asistió silencioso ante la masacre como lo ha hecho ante las limpiezas étnicas, genocidios y crímenes de lesa humanidad que se dan en países que se reputan de democráticos y otros donde el respeto a la vida simplemente no existe. Como hacerle entender a los gobiernos que una condena en la ONU es insuficiente y hasta cómplice de las atrocidades. Es estremecedora la lentitud para actuar ante la masacre de sirios por el régimen de Assad.

Esas voces que condenan a Israel se cuidan mucho de criticar las políticas racistas y de odio antisemita. Nadie en su sano juicio se puede imaginar a un judío en el parlamento iraní, o aunque sea libertad de culto en ese país, mientras que en lsrael hay musulmanes en el Parlamento y las sedes de las religiones se administran por gente de su credo, pero eso es simplemente vocación y ejercicio democrático, que desaparece del análisis de los críticos cuando entramos a los horrores de la guerra.

Mientras que la crítica en Israel se ejerce plenamente, existen iniciativas sociales anti gobierno, aun las que defienden palestinos, por más que las acosen las policías, que no tienen contraparte en el mundo ideal de las víctimas palestinas. ¿Se justificará el totalitarismo de Hamás porque no han ganado la guerra? Es por eso inaceptable la ligereza con la que algunos arropados en la bandera del progresismo se atreven a mezclar temas no mezclables.

Lo perverso de esta mezcla inadecuada es que le dice a los judíos que no pueden llorar a sus víctimas, sus lágrimas son chantajistas, como lo es el tratar de estrujar la conciencia del mundo para que esto NUNCA JAMÁS vuelva a suceder, a menos, claro, que se resuelva la cuestión palestina, según el diseño de esos críticos. Que no olviden que NINGUNA de las guerras las inició Israel, y parte de la cuestión palestina es la insistencia de que hay que lanzar a los judíos al mar, postura nada democrática y si muy racista. Siguiendo con la postura crítica, imagino que los judíos deberán olvidarse de sus víctimas del Holocausto y de sus muertos en las guerras por la supervivencia, hasta que los extremistas de Hamás, o Ajmadinayed, se decidan a reconocer al Estado de Israel para negociar la paz. Y si esto se tarda, seguramente será culpa de la arrogancia judía.