ADA SMOLER EISENBERG PARA ENLACE JUDÍO

Nací en Pelingo, por lo que soy pelinguesa y dentro de Pelingo, pertenezco a la comunidad de Raitro, así que soy raitreña pelinguesa. Crecí en este ambiente, como crecemos todos los raitreños pelingueses, viviendo con costumbres raitreñas y costumbres pelingueses. Fui armándome de amigos, vecinos, conviviendo con familia, hasta que llegué a la adolescencia. Quería saber qué era amar al otro: amar con pasión, amor sagrado, amor por el otro. Comencé a tener parejas, parejas del otro sexo, pero no me sentía completa, no sentía que eran mis otras naranjas.

¿Qué me sucede?, me preguntaba yo. ¿Estoy enferma de algo, algo no está bien en mi ADN? Comencé a sentir mucho temor, tan sólo de pensar en la posibilidad. En Pelingo está “mal visto” el preferir parejas del otro sexo, así como entre los reitreños. Además, ¿qué van a pensar mis papás? ¿Y los amigos de mis papás? Fui conociendo gente con las mismas preferencias que yo, y a sentir que el problema no somos nosotros, son los prejuicios de la gente del país y de la Comunidad a la que pertenezco. Los que iba conociendo con preferencias como yo: algunos pelingueses pertenecientes a otras comunidades, y otros raitreños pelingueses éramos gente de bien, laboralmente productivos para el país y la sociedad en la que vivimos, con sueños, deseos, pasiones, y ganas de ser felices, como los de preferencias por gente del sexo opuesto.

Entonces, ¿Por qué llegó el momento en el que pensé que estaba enferma o que había algo mal en mí? Me enojé con la gente de la sociedad en la que vivo y con mi familia que nunca se movió de su egoísmo, que se quedó en los gustos, deseos, y expectativas que se hizo con respecto a mí, sin preguntarme nunca cuáles eran mis gustos, deseos y expectativas propias, y que, cuando se enteraron de mis preferencias sexuales, se indignaron y el enfrentamiento fue terriblemente violento.

Tuve que buscar “familias adoptivas” donde me aceptaran, y mis amistades se dividieron en dos: con los que puedo ser total y absolutamente yo, y con los que tengo que esconder una parte de mí.

Encontré a mi pareja, a mi media naranja y los lugares se volvieron realidades distintas: unas realidades eran enteras, verdaderas: entraba presentando a mi pareja como mi pareja. Me sentía cómoda, me sentía en casa.

Otras realidades estaban rotas: eran las “normales”, donde tenía que esconder una parte de mi yo: no vaya a ser que me quede sin trabajo, no vaya a ser que avergüence a mis papás, o a mis hermanos, no vaya a ser que cuando se enteren, ya no quieran venir a mis clases, no vaya a ser que no me dejen cuidar a sus hijos.

Así vivo desde entonces: sé que en otros países donde habitan personas de mi misma Comunidad, los raitreños, gente como yo, con preferencias sexuales diferentes, seres humanos de bien, incluso pueden adoptar hijos y tener hijos por los métodos creados por los científicos de manera artificial. Son aceptados y se sienten en casa en cualquier lugar de su País, de su Comunidad.

Ojalá las cosas cambien pronto en mí país, en mi comunidad. Que los prejuicios se rompan, y podamos sentirnos en casa, abierta y plenamente.

Para todos mis amigas y amigos con preferencias sexuales distintas a las heterosexuales, que han sufrido al descubrir sus preferencias sexuales, y que tienen que esconderse en ciertos círculos en los que se mueven para mantener su trabajo, sus amistades, la tranquilidad de su familia, pero que finalmente es una hipócrita y falsa aceptación de quiénes son, tanto en México como en la Comunidad Judía en México, ésta última reflejo de la realidad y creencias de la Sociedad Mexicana. Les dedico este cuento, y el siguiente poema:

Hice un paréntesis en el paraíso terrenal.
Se encuentra envuelto en una burbuja pseudointocable.
Pero la mierda se escurre por todos lados.

Sale por los oídos, y apesta por los sobacos.
Debe mantenerse en secreto
Secreto latente que no todos saben
Pero todos sienten.

La doble moral que confunde y pervierte
Que forma deformando
Y escupe coraje
Matando a la Humanidad…