LA GACETA

Varias citas cuelgan enmarcadas en las paredes de la oficina del Partido de la Independencia o Knesset en Tel Aviv, incluyendo algunas frases notables dichas por el primer mandatario que tuvo Israel, David Ben-Gurion. Una de ellas dice: “El sionismo es un movimiento mesiánico. Se anhela cambiar al hombre y al mundo. Sólo así se encuentra la esencia de su propósito.”

El ministro de Defensa, Ehud Barak, que suele recurrir a la autocrítica irónica, escribió una carta seria a los medios asegurando que “a la luz de los nuevos desarrollos y los nuevos profetas políticos, se han decidido tomar muy en cuenta esa cita de la pared.” Barak se refería a las declaraciones hechas por el exdirector de seguridad de Israel, Yuval Diskin. Diskin culpó al primer ministro Benjamin Netanyahu y Barak, de usar el “mesianismo” en varias tomas de decisiones de los últimos meses. Como ejemplo, citó la cuestión de si se debe atacar las instalaciones nucleares de Irán y la relacionada con el proceso de paz con los palestinos.

“Hay cosas que no pueden ser discutidas públicamente sin dañar el objeto o el fin que está en juego”, explicó Barak esta semana en una entrevista con el Israel Hayom. “No hay otra opción: En la vida de una nación, uno tiene que confiar estas cuestiones a los funcionarios electos. Debe haber algún debate público sobre nuestra voluntad y nuestra responsabilidad de tomar ciertos riesgos para garantizar la seguridad y el futuro de Israel. Es natural que no todos estén de acuerdo. Después de todo, no se trata de decisiones simples”.

Además, Benjamin Netanyahu y Ehud Barak afrontan una nueva campaña periódica de oposición para derrocarlos, en esta ocasión presionados por el adelanto de las elecciones para antes de octubre de 2013. Nuevas caras han irrumpido en las líneas de la oposición que se centran en poner en evidencia las credenciales del actual Gobierno para liderar un ataque preventivo israelí contra los planes nuecleares de Irán. Y estos dos puntos calientes son intercambiables.

Los recién llegados a la oposición gubernamental forman el partido registrado el pasado domingo 29 de abril denominado como “Yesh Atid” (Hay futuro) liderado por el periodista Yair Lapid. Sus potenciales socios han pertenecido a instituciones tan dispares como el Mossad, el ejército o la jefatura del Estado. Todo ellos están unidos por el nexo común de estar políticamente en contra del Gobierno. Hasta el actual presidente Shimon Peres les alienta desde un discreto segundo plano.

Netanyahu y Barak se encuentran actualmente en una posición poco cómoda de cara a liderar una guerra guiada por sentimientos “mesiánicos”. El 27 de abril, el día de la independencia israelí, dos de los partidos de la oposición, los laboristas y el Kadima, acordaron sentar las bases para forzar un adelanto de las elecciones para frenar el aumento constante de popularidad del Gobierno de centro-derecha de centro en las encuestas.

Algunas voces ponen en tela de juicio la capacidad de Netanyahu para liderar cualquier guerra o un conflicto de grandes proporciones contra Irán. En ese sentido, algunas publicaciones extranjeras titularon con grandes caracteres que existiría una “Revolución de los generales israelíes” que estarían en contra de un ataque contra Irán.

Con toda esta presión, la cuestión reside en saber si este ataque a Irán será realizado antes o después de esa convocatoria. La patata caliente está sobre el techo de Netanyahu y Barak.